El presidente de Estados Unidos (EE.UU.), Donald Trump anunció este martes el levantamiento de sanciones económicas contra Siria tras un diálogo con líderes de Arabia Saudí y Türquiye.

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La confirmación del levantamiento de las sanciones aconteció durante el Foro de Inversión saudí-estadounidense en Riad (capital).

En ese contexto, se confirmó una reunión que sostendrá Trump con jefe del Gobierno de facto sirio, Ahmad al-Sharaa, donde normalizarán relaciones bilaterales tras 14 años de conflicto en el país.

Sobre ello, el dignatario estadounidense indicó que el levantamiento de sanciones forma parte de «los primeros pasos para restablecer las relaciones normales entre EE.UU. y Siria por primera vez en más de una década».

La decisión sucede además tras el derrocamiento, por parte de la oposición armada y el grupo Hayat Tahrir al Sham, del Gobierno del presidente Bashar Asad en diciembre de 2024.

Por otro lado, Trump destacó la importancia de dar a Siria «una oportunidad de prosperar» mediante la eliminación de sanciones económicas impuestas desde 2011, que han aislado al país del sistema financiero global y que al parecer ahora conviene eliminar, pues se ha posicionado en el poder un Gobierno alineado a las políticas hegemónicas y occidentales.

Cambiar a conveniencia: sanciones que han devastado a Siria

Las sanciones económicas impuestas por Washington a Siria desde 2011, e intensificadas bajo la Ley César— sanciones al Gobierno sirio, incluyendo al expresidente Bashar al-Assad, por supuestos crímenes de guerra — en 2020, significaban una forma de guerra económica para asfixiar a ese pueblo árabe, profundizando la crisis humanitaria y castigando colectivamente a la población por la postura antiimperialista del Gobierno de Asad.

Esas medidas son el reflejo de la hipocresía de Washington, que promovía la «libertad» mientras financiaba a grupos armados y aplicaba políticas que generaron sufrimiento masivo.

La ruptura diplomática, formalizada tras el recrudecimiento del conflicto y la designación de Siria como «Estado patrocinador del terrorismo», se considera una herramienta para justificar la injerencia extranjera y aislar a Damasco en el escenario internacional.

Ello dio paso a que EE.UU. priorizara sus intereses estratégicos —control de recursos, contención de Irán y apoyo a Israel— sobre la autodeterminación siria, perpetuando un conflicto que devastó al país.

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