Todavía estoy vivo
Los testigos de la muerte de Federico García Lorca afirman que no murió en el primer momento tras ser abatido. Sus últimas palabras fueron: «Todavía estoy vivo».

Federico García Lorca es considerado uno de los escritores españoles más brillantes del siglo XX
4 de junio de 2025 Hora: 18:12
Cuando se hundieron las formas puras
bajo el cri cri de las margaritas,
comprendí que me habían asesinado.
Aquellas palabras escritas en 1929 –«Fábula y rueda de tres amigos», Poeta en Nueva York– parecían premoniciones lorquianas.
Considerado uno de los escritores españoles más brillantes del siglo XX, el granadino Federico García Lorca (5 de junio de 1898- 19 de agosto de 1936), obtuvo en su época un gran reconocimiento como poeta y dramaturgo.
A su regreso de Argentina a España, se produjo la huelga general revolucionaria de 1934, durante el segundo bienio de la Segunda República Española.
Vendrían días convulsos, de trabajo y de lucha. También oscuros, cuando el fascismo se apoderó de su querida patria y el clima prebélico presagiaba el estallido de la Guerra Civil. En realidad fue el odio tejiendo la conjura, el que no demoró en hacerlo una de sus víctimas, aunque la persona luminosa que fue el poeta, ni su muerte la pudo oscurecer.
Hace Federico
“Yo he nacido poeta y artista como el que nace cojo, como el que nace ciego, como el que nace guapo”, decía Lorca. Otros, como Jorge Guillén, decían de él: “Cuando estás con Federico no hace ni frío ni calor. Hace Federico”.
Relatan los que lo conocieron, cómo Lorca se convertía en el centro de atención. Su personalidad atrayente, despertaba cierta fascinación. Además de la familia del poeta, lo afirmaron -entre otros- Margarita Xirgu, Maruja Mallo, Manuel de Falla, Salvador Dalí, Luis Buñuel.
Mientras el mundo lo admiraba en medio de las tensiones previas al conflicto español, las críticas hacia él se recrudecieron. Aun cuando resistió afiliarse al Partido Comunista -fue un revolucionario sin carnet- los conservadores y adversarios no perdonaron su popularidad y reiteradas declaraciones contra las injusticias sociales, por lo que sufrió las ataques dada su amistad con personalidades abiertamente socialistas. Definitivamente era un personaje incómodo para la derecha.
Asediada por el Ejército franquista en distintas oleadas, los habitantes de Madrid pusieron fin a su vida anterior. A mediados de 1936, un grupo de militares se levantaron en armas para derrocar la Segunda República, lo que dio paso a la Guerra Civil; un escenario que anticipaba el que asoló a Europa años después.
Madrid, la primera gran ciudad en aguantar un bombardeo moderno, fue también retaguardia, mientras sus habitantes sufrieron una fuerte violencia política, tanto como el hambre y la destrucción sitiados por más de treinta meses.
Anticipando la tragedia, Lorca prefirió volver a Granada con su familia, valoró la posibilidad de encontrar refugio en casa de su amigo Manuel de Falla o en la zona republicana, a pesar de la protección que le ofrecieron en algunos países latinoamericanos.
El 16 de agosto de 1936, mientras recibía protección en casa de los padres de su amigo Luis Rosales, fue detenido por un ex diputado de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), conocido como Ramón Ruiz Alonso, quien lo había denunciado ante el gobernador civil de Granada.

Con sus 38 años recién cumplidos, culminó ‘La casa de Bernarda Alba‘, adelantaba Comedia sin título sobre temas políticos, mientras escribía ‘Los sueños de mi prima Aurelia’.
Federico llegó a La Colonia en un vehículo en el que viajaban los otros condenados, fuertemente vigilados por los carceleros. En la mañana del 17 de agosto, Angelina Cordobilla llegó con «un termo con leche, una tortilla, un ‘peacico’ de pan, tabaco y unos pañuelos»; era una de las sirvientas de la familia Lorca.
- Pregunté por Federico”. Todo estaba muy vigilado, con hombres armados, como en guerra que estábamos. Me revisaron la tortilla que llevaba y me hicieron subir por una escalera. Yo le ponía las cosas encima de una mesa. Lo único que había era eso, una mesa, un tintero, papel y una pluma. Federico no escribía. No tenía ganas de comer. Estaba bien vestido (…). Fui durante dos días. Cuando llegué de nuevo al Gobierno Civil en la mañana del día 19, pregunté, me dijeron: ‘García Lorca ya no está aquí’. Pero subí a la habitación para recoger el termo y la servilleta que había llevado anteriormente. El señorito no había comido.
El historiador Ian Gibson, relata que cuando consultaron a Queipo de Llano, jefe del Ejército del Sur -conocido como el ‘virrey de Andalucía’- acerca de qué debía hacer con el poeta, dio la orden de ejecución con la frase: «Dale café, mucho café».
En aquellos últimos momentos Lorca no estaba solo, lo acompañaban el maestro republicano de Pulianas Dióscoro Galindo y el banderillero Francisco Galadí. Sin perder tiempo, en la madrugada del 18 de agosto de 1936, alumbrados con los focos del coche para no fallar los disparos, fueron fusilados en el barranco de Víznar, conocido como «carretera de la muerte».
“No fue el plomo miliciano, que sólo ha matado y está matando para afirmar la vida y asegurarle a cada hombre un sitio en el banquete platónico, el que horadó, destrozándolo, su pecho generoso y repleto de canciones inéditas.
Balas mercenarias, directamente proyectadas contra el corazón mismo de España y de la cultura sin fronteras fueron las que segaron, frente a un paredón de fusilamiento, esta vida joven, impetuosa, farandulera y prometedora.
Soldados del Tercio y marroquíes embaucados, y más de un falangista rencoroso y cavernícola, oficiaron alegremente de verdugos a sueldo del fascismo internacional, que, de imponer su torva hegemonía en el mundo, estrenará el triunfo de la muerte sobre la vida, de la tuerca sobre la rosa, de la tea sobre la estrella”. Describió el intelectual cubano Raúl Roa, (12 diciembre de 1936) en la revista el Repertorio Americano de Costa Rica.
Aun el cuerpo de Lorca comparte la tierra en una anónima fosa común.
El tiro de gracia
Muchas veces se ha escuchado la frase: «Le pegué dos tiros en el culo por maricón». Las palabras se le atribuyen a Juan Luis Trescastro, un abogado y político afín al bando sublevado- según ‘Universo Lorca’, página web que divulga el legado lorquiano de la Diputación de Granada – las habría pronunciado por los bares después de la ejecución del poeta.
De acuerdo con Miguel Cerón, amigo de Lorca -aunque no esté probado- Trescastro presumía de haber dado «el tiro de gracia». Hace unos años se conocieron los nombres de los miembros de las ‘escuadras negras’ de Falange de Granada, presentes en su fusilamiento: el cabo Mariano Ajenjo Moreno, el pistolero Antonio Benavides Benavides, Salvador Varo Leyva, ‘Salvaorillo’, Juan Jiménez Cascales, Fernando Correa Carrasco, Antonio Hernández Martín.
Un informe de la Jefatura Superior Policial de Granada, afirma que el poeta «fue sacado del Gobierno Civil por fuerzas dependientes del mismo y conducido en un coche al término de Viznar (Granada) y en las inmediaciones del lugar conocido como Fuente Grande, junto a otro detenido cuyas circunstancias personales se desconocen, fue pasado por las armas después de haber confesado».
El documento policial revela que fue «enterrado en aquel paraje, muy a flor de tierra, en un barranco situado a unos dos kilómetros a la derecha de Fuente Grande, en un lugar que se hace muy difícil de localizar«. El mismo documento indica que Lorca fue definido como «socialista y masón«, al que le atribuyen «prácticas de homosexualismo«.
Un repugnante asesinato político
Federico, admirado como ‘el Homero español’, recibió un manto de sombra homofóbica desde los medios nacionales argumentando que mantenía relaciones homosexuales con los componentes del teatro estudiantil. «También el Estado da dinero para ‘La Barraca’ donde Lorca y sus huestes emulan las cualidades que distinguen a Cipiriano Rivas Cherif, su ‘protector’. ¡Qué vergüenza y qué asco!«, vociferaba la revista satírica El Duende.
También se sumó a esta campaña de descredito, la falangista F.E., que lo acusaba de llevar una vida inmoral, de corromper a los campesinos y de practicar «el marxismo judío», mientras hacían teatro ambulante con “La Barraca”. Menospreciando a las personas que llevaban la cultura a las clases populares.
España era prácticamente analfabeta, cuando los artistas llevaban el teatro a los sitios más recónditos, donde la gente no sabía leer, ni escribir. El grupo de teatro universitario ambulante que recorrió toda España, era algo único, financiado por la Segunda República.
“Yo arrancaría de los teatros las plateas y los palcos y traería abajo el gallinero. En el teatro hay que dar entrada al público de alpargatas. ‘¿Trae usted, señora, un bonito traje de seda? Pues, ¡afuera!’. El público con camisa de esparto, frente a Hamlet, frente a las obras de Esquilo, frente a todo lo grande”. Lorca defendió que el teatro debía ser para el “público de alpargatas”, dijo Lorca durante una entrevista en 1933.

Rompiendo tabúes
Para entender su obra literaria, en 1987, la colección Letras Hispánicas de la editorial Cátedra de Madrid, publicó Poeta en Nueva York y El Público, a cargo de María Clementa Millán, donde se eludió cualquier comentario sobre la homosexualidad del poeta y su relación con la obra. No hace una sola alusión al tema homosexual, como clave interpretativa del texto de El público, conteniendo la obra escenas como esta. Aun así, le dicen descubre la estética de “una literatura más allá de lo convencional”.
Respecto a la edición de Poeta en Nueva York de María Clementa Millán, el profesor Ian Gibson sentencia: “¿Por qué no se dieron cuenta del talante homofóbico de Millán antes de publicar ambos tomos? Sería muy interesante saberlo. Hoy, (…) años después, no han sido revisados (…) El negocio, estupendo para la editorial y los herederos del poeta; la ética, a mi juicio, por los suelos”.
Justamente, en el libro “Vida, pasión y muerte de Federico García Lorca”, el hispanista Ian Gibson utiliza como hilo conductor, su forma de concebir la sexualidad y la relación con las personas de su mismo género, a partir de la correspondencia privada del autor con sus amigos y familiares. Igualmente el investigador hurgó en los manuscritos lorquianos y en la prensa de la época.
El escritor y sociólogo español Carlos Asensio, especializado en activismo LGTB+ y feminismo, dijo que no se trata de ir a la anécdota morbosa y fácil, sino de analizar el impacto real de ser homosexual a comienzos del siglo XX, tuvo sobre su forma de concebir la poesía, la literatura y su propia vida.
¿Hubiera sido Poeta en Nueva York la misma obra si Lorca no se hubiera marchado, deprimido, al continente americano tras ser abandonado por el escultor Emilio Aladrén? ¿Existirían los Sonetos oscuros si Lorca no hubiera conocido al hombre que los inspiró, Rafael Rodríguez Rapún? , precisó Asencio.
Lorca había esperado con suma impaciencia en Valencia por la llegada de Rapún, quien no llegó, aunque se juntó poco después con el poeta en Barcelona. Angustiado porque Rapún no se presentó en aquella ciudad, escribió:
Este pichón del Turia que te mando,
de dulces ojos y de blanca pluma,
sobre laurel de Grecia vierte y suma
llama lenta de amor do estoy parando.
Su cándida virtud, su cuello blando,
en lirio doble de caliente espuma,
con un temblor de escarcha, perla y bruma
la ausencia de tu boca está marcando.
Pasa la mano sobre su blancura
y verás qué nevada melodía
esparce en copos sobre tu hermosura
Así mi corazón de noche y día,
preso en la cárcel del amor oscura,
llora sin verte su melancolía.
El más hondo amor de Lorca
Tres años antes de ser fusilado Federico, se conocieron en el grupo de teatro La Barraca, de la cual Lorca era el Director, mientras la compañía preparaba el montaje de Fuenteovejuna, de Lope de Vega. El jugador del Atlético de Madrid, estudiante de ingeniería en minas y actor, Rodríguez Rapún compartió tertulias y deseos.
Según Gibson, el biógrafo de García Lorca, fue un “chico robusto, deportista -buen jugador de fútbol-, con una sonrisa cautivadora y un perfil clásico”. Cuentan fue un amor tan apasionado, como doloroso, desencadenante de Sonetos del amor oscuro.
“El hombre de las tres Erres”, como le llamaba en referencia a sus iniciales, quedó inmerso en Federico. Ese amor, desesperación, ha sido llevado al teatro con La piedra oscura, de Alberto Conejero.
La muerte del poeta llevó a su compañero a tal angustia, que decidió alistarse como combatiente republicano. Ambos fallecieron el mismo día ‘18 de agosto’. Federico, fusilado en 1936 y Rafael caído en el frente de Terruel, en 1937. «No quedó nada del apuesto muchachón. Sus huesos y su sangre quedaron esparcidos en fragmentos minúsculos, en manchas casi invisibles sobre la tierra española, que se tragaba cada día millares de otros muertos anónimos», refirió Pablo Neruda.
El último amor de Federico, es la versión ampliada del escritor chileno Pablo Neruda, publicado por la editorial literaria Seix Barral; contiene un álbum fotográfico y la reproducción facsimilar de varios manuscritos del poeta.
Su prologuista, el periodista chileno Darío Oses, dijo: Neruda creyó que la sociedad todavía no estaba preparada para conocer esta historia. «¿Está el público suficientemente desprovisto de prejuicios para admitir la homosexualidad de Federico, sin menoscabar su prestigio?«. Esa fue la explicación que dio Neruda en 1973.

Existía «una manera oscurantista de tratar el homosexualismo de Federico García Lorca» y que era «la manera española y latinoamericana: esconder cuidadosamente esta inclinación personal de Federico. Hay mucho en esta actitud, de respeto al poeta asesinado. Pero también existe el tabú de lo sexual, la herencia eclesiástica del imperio y colonización española, la hipocresía decimonónica».
El Gobierno de Chile designó en 1934, como cónsul adscrito en Barcelona a Pablo Neruda, quien había visto como amigos a Rapún y a Lorca, quien lo presentaba como su secretario personal, lo invitaba a las tertulias y al teatro.
Allí se encuentran en el abrazo de la amistad duradera, porque Neruda fue uno de los primeros nombres que Lorca conoció en “Buenos Aires, mi ciudad, mi lugar soñado”. Fue mientras el escritor chileno estaba en función consular, en 1933. Para entonces, Neruda ya había escrito Residencia en tierra y Veinte canciones de amor.
“He visto en Buenos Aires el apogeo más grande que un poeta de nuestra raza haya recibido, las grandes multitudes oían con emoción y llanto sus tragedias de inaudita opulencia verbal. En ella se renovaba cobrando nuevo fulgor fosfórico el eterno drama español, el amor y la muerte bailando una danza furiosa, el amor o la muerte enmascarados o desnudos”. Opinó Neruda de Lorca.
“Y digo que os dispondréis para oír a un auténtico poeta de los que tienen sus sentidos amaestrados en un mundo que no es el nuestro y que poca gente percibe. Un poeta más cerca de la muerte que de la filosofía, más cerca del dolor que de la inteligencia, más cerca de la sangre que de la tinta, un poeta lleno de voces misteriosas que afortunadamente él mismo no sabe descifrar, de un hombre verdadero que ya sabe que el junco y la golondrina son más eternos que la mejilla dura de la estatua”, dijo Lorca de Neruda.
Neruda no se dio cuenta de su preferencia sexual, dijo, hasta años después de conocer a Lorca. «Su cara gruesa y morena no tenía nada afeminado, su seducción era natural e intelectual. Está probada su homosexualidad y esto lo vi más tarde«.
«En Buenos Aires comencé a tener alguna sospecha de su naturaleza amorosa. Descubrí su pánico ante el asedio femenino«. Neruda cuenta cómo llegó a un trato con Lorca, por el que el poeta español le llamaría si necesitaba ayuda para «librarse» de alguna mujer. «Algunas de esas palomas engañadas por la luz de Federico, cayeron en mis manos«.
A Rafael Rapún lo conoció después, durante una de las estancias de Neruda en Madrid. «Poco a poco me fui dando cuenta de que era este muchacho el persistente amor de Federico, su último amor. Tímido, de pelo largo, no muy alto ni muy delgado, tenía esa sencillez popular española«.
En el archivo de la Fundación Federico García Lorca, se encuentra la única carta de Rafael Rodríguez Rapún, que ha sobrevivido al paso de los años, dedicada a Federico García Lorca. Las misivas de Lorca a Rapún, fueron destruidas junto a otros papeles manuscritos e inéditos.
Otras referencias de esta carta: “Corydón” es el pescador en El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina donde aparece el mito de don Juan, sin dudas, el personaje más universal del teatro español. También lleva el nombre Corydón, una colección de ensayos sobre homosexualidad del escritor André Gide, Premio Nobel de literatura de 1947, por lo que el biógrafo Ian Gibson observa que el libro fue subtitulado: ‘La novela del amor que no puede decir su nombre’.
En su carta, Rapún escribe sobre un conjuro que hizo García Lorca durante el viaje en taxi hasta Atocha, cuando despidió a Lorca que iba rumbo a Barcelona.
[Carta autógrafa, un folio dos caras Madrid, 12 de octubre de 1933]
Querido Federico:
Recibí tu postal. Me alegra mucho siga el viaje sin incidencia. Voy a comunicarte una gran noticia: soy excedente de cupo. Es decir, no solo no voy a África sino que, no hago el servicio. Te lo debo a ti por el conjuro que hiciste en el taxi la tarde que te fuiste para Barcelona. Claro que el conjuro fue para no ir a África, pero debió estar tan bien hecho, yo no entiendo de eso, que me sirvió también para eximirme del servicio militar en la Península. He empezado el curso y he empezado a trabajar. Me encuentro bastante bien de ánimo y «lo he cogido con ganas». Te voy a contar algo de «La Barraca». Estamos ensayando «El Burlador [de Sevilla]». Se ensaya los lunes y jueves. Acuden casi todos con gran puntualidad. Yo, desde luego, hago el coridón. Bastante bien, aunque, como dice [Eduardo] Ugarte, yo sea un «Coridón» en el buen sentido de la palabra. Estamos organizando las representaciones que ha de dar «La Barraca» en Madrid. No lo hemos hecho hasta ahora por no tener el consentimiento de [Manuel] Puga, a quien su familia no deja salir de excursión con «La Barraca».
[Eduardo] Rodenas también se marcha, aunque, al igual que Puga, actuará en Madrid. El próximo lunes empezará el desfile de los aspirantes a «Barracos». Creo que vendrán bastantes y sacaremos a alguno, aunque sustituir a Puga va a ser dificilísimo. Siento mucho lo de Puga. Un compañero de excursión tan admirable por su juventud desbordante, su optimismo contagioso, su ingenuidad, su simpatía, sus grandes dotes de actor es muy difícil de sustituir. Pero hay que aceptar la realidad y poner todo lo que somos porque «La Barraca» salga adelante. Los demás, [Joaquín Sánchez] Covisa, [Diego] Marín, [José] Obradors, Conchita, Carmencita [Carmen Galán]. Risoto, etc, etc… siguen todos.
Ugarte, al que veo todos los días, sigue tan simpático y ocurrente como siempre. [José María] Navaz ha terminado su p.q.c.g. [Ambrosio Ferández] Llamazares con su mal genio, bondad proverbiales. [¿ ?] tan misterioso como siempre, pero he podido averiguar por qué, tiene una cremallera en el pecho. La ha tenido tanto tiempo cerrada que, ahora hay momentos en que quiere abrirla y no puede. Ya se ha oxidado el cierre.
Esta mañana he estado con José Ma. Cossío. Me encontré con él en un partido de fútbol. Ha venido a Madrid en calidad de Presidente del Racing de Santander. Le he encontrado tan simpático como siempre. Esta noche le veré en el café y hablaré con él más despacio.
Me acuerdo muchísimo de ti. Dejar de ver a una persona con la que ha estado uno pasando, durante meses, todas las horas del día es muy fuerte para olvidarlo. Máxime si hacia esa persona se siente uno atraído tan poderosamente como yo hacia ti. Pero como has de volverme consuelo pensando que esas horas podrán repetirse. Aún hay otro consuelo: el de saber que has ido a cumplir una misión. Este consuelo nos está reservado a los que tenemos concepto del deber, que cada vez vamos siendo menos. Se acerca la hora del ensayo y no puedo faltar. Como ya te he escrito algo, aunque tú te mereces más, puedo terminar aquí. Seguiré escribiéndote con frecuencia. Recibe un fuerte abrazo de quien no te olvida.
Rafael.
Del duende y del ángel
Lorca asumía sus preferencias sexuales en la vida y en su obra, no obstante prefirió no expresar en público su vida privada, quizá -entre otros motivos- por su amistad con figuras como Luis Buñuel, conocido homófobo, y Salvador Dalí, quien no reconocía abiertamente su homosexualidad.
Al respecto, el periodista y escritor Aníbal Malvar, autor de una biografía novelada de Lorca llamada “Lucero”, afirma que a pesar de ser un poeta reconocido, vivió en medio de una sociedad muy intolerante, en la cual, incluso algunos de sus amigos más cercanos tenían posturas claramente homófobas, por lo cual, a pesar de que era consciente de su inclinación sexual y la aceptaba como algo natural, en público estuvo toda la vida tratando de ocultarla, una lucha que perduró hasta el día en que los fascistas lo mataron a la edad de 38 años. “Entre los hombres, entre sus amigos… Lorca ocultaba su homosexualidad”.
“No había un movimiento de vindicación de la homosexualidad. Es curioso, porque en él ese sentimiento de pecado no se canjeaba en un ‘estar apartado’: era una persona tan segura de su talento que todas esas cosas no le afectaban. Él lo vivía con naturalidad, aunque con una discreción tremenda”, revela Malvar en entrevista con El Español.
Henos aquí, celebrando la vida del duende y el ángel: “mientras el ángel ilumina y conduce, el duende se encarna en el artista y aparece como un brote súbito y regio de su sangre. Sin duende, el arte es un mero ejercicio, una pirueta despojada de emoción”, dice Reina Roffé (El otro amor de Federico, Plaza & Janés).
No es tan frecuente que alguien con tanto carisma como Lorca, sea también tan consciente de la fascinación que provoca. Como un Dios, como un ministro, como un conquistador, como un pirata del siglo XV. Así cuenta Lorca, que se iba sintiendo a medida que entraba en contacto con el público.
La realidad es que el poeta no murió en el primer momento en que fue abatido por las balas -refiere Ian Gibson- sus últimas palabras fueron, según el testimonio de los que participaron en el horrible acto, “todavía estoy vivo”. ¿Quién lo duda?
Autor: Rosa María Fernández