Las restricciones de tránsito y la expansión de asentamientos ilegales en Cisjordania forman parte de la política de asedio y segregación del Ejército israelí.

Esta drástica medida se produce en un contexto de creciente tensión regional tras el reciente ataque de Israel contra Irán.

El Ejército israelí abrió fuego contra civiles hambrientos y trabajadores sanitarios, dejando decenas de muertos y cientos de heridos en la Franja de Gaza.

Organizaciones de DD.HH. denuncian que estas acciones pretenden la expulsión gradual de la población palestina y el control de tierras estratégicas.

Líderes de diversos países árabes denunciaron que el veto israelí evidencia el extremismo y desprecio a la paz por parte del régimen israelí.

La política colonial israelí busca frustrar la creación de un Estado palestino.

Recientemente, colonos obligaron a 150 palestinos a abandonar la aldea de Mughayyir al-Deir, al este de Ramallah, tras el establecimiento de un nuevo asentamiento ilegal.

Yván Gil calificó las acciones israelíes como «barbarie y genocidio» y responsabilizó directamente al primer ministro Benjamín Netanyahu, a quien denominó «criminal de guerra».

Una misión internacional de embajadores y cónsules fue atacada por Israel durante una visita al campo de refugiados de Yenín, sin que se registraran víctimas.

Las tropas del régimen de ocupación avanzan en su plan expansionistas en la Franja de Gaza, en las últimas 48 horas llevaron a cabo demoliciones de viviendas y detenciones arbitrarias de palestinos.