El 31 de julio de 2025, el Ministerio de Defensa de Rusia anunció la «liberación» de Chasiv Yar, tras más de un año y medio de intensos combates.

Este hito representa una de las victorias tácticas más significativas de las fuerzas rusas en el Donbás desde la batalla de Bajmut, y marca un cambio crucial en la dinámica del frente oriental del conflicto ruso-ucraniano. La toma de esta localidad no es solo un logro simbólico, sino una conquista con profundas implicaciones operativas y estratégicas para el curso de la guerra.

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Chasiv Yar, ubicada en el óblast de Donetsk, ha sido durante meses uno de los últimos reductos defensivos clave del ejército ucraniano en la región.

Su posición geográfica —situada sobre una elevación natural— le otorga una ventaja táctica: desde sus alturas, las fuerzas que la controlan pueden observar y dominar un amplio radio de acción, incluyendo las rutas de acceso a Kramatorsk, Sloviansk y Kostiantynivka, las principales ciudades aún bajo control ucraniano en el corazón del Donbás. Precisamente por esta razón, Moscú la consideraba una pieza fundamental para cumplir uno de sus objetivos estratégicos declarados: la ocupación total de la región de Donetsk.

La batalla por Chasiv Yar fue una de las más prolongadas y cruentas de toda la guerra. Desde abril de 2024, las tropas rusas lanzaron una ofensiva sostenida, aprovechando su superioridad en artillería y número de efectivos. A diferencia de otras operaciones, donde se intentaron rodeos o maniobras de flanqueo, el avance ruso en Chasiv Yar se basó en un desgaste progresivo: bombardeos masivos, ataques en pequeños grupos coordinados y el uso intensivo de drones para neutralizar puntos de resistencia.

La importancia de Chasiv Yar

La geografía complicada, con trincheras profundas, búnkeres subterráneos y edificios fortificados —especialmente los llamados «megabloques», grandes complejos residenciales de hormigón— convirtieron la lucha en un combate urbano extremadamente costoso.

Durante meses, los ucranianos resistieron, reforzando sus líneas con drones, sistemas de guerra electrónica y municiones occidentales. El comandante en jefe ucraniano, Oleksandr Syrskiy, describió cómo sus tropas «se atrincheraron literalmente en el suelo» para contener el avance enemigo. Sin embargo, la presión rusa, especialmente tras el redespliegue de fuerzas desde Lyman, fue incesante. El control del microdistrito del canal del río Donets, logrado en julio de 2025, fue un punto de inflexión: permitió a las tropas rusas consolidar una cabeza de puente y avanzar hacia el centro urbano.

La caída del centro de Chasiv Yar, alrededor de mayo de 2025, marcó el inicio del fin. A partir de entonces, las fuerzas rusas se concentraron en limpiar sistemáticamente las zonas periféricas, especialmente al norte y sur, mientras intentaban flanquear las últimas posiciones ucranianas desde Mykolaivka. Según fuentes rusas, decenas de unidades de élite ucranianas fueron destruidas, junto con sistemas de coordinación, reconocimiento y drones, lo que debilitó gravemente la capacidad defensiva en el sector.

Operacionalmente, la captura de Chasiv Yar abre nuevas posibilidades para el ejército ruso. En primer lugar, permite un avance cuesta abajo hacia Kostiantynivka, un importante nudo logístico que conecta las líneas de suministro hacia Bajmut y el sur de Donetsk. Cortar esta ruta aislaria aún más a las tropas ucranianas en el área, dificultando el abastecimiento y la rotación de efectivos.

Además, desde Chasiv Yar, las fuerzas rusas pueden intensificar sus bombardeos sobre Kramatorsk y Sloviansk, consideradas el «último bastión» ucraniano en la región.

Estratégicamente, esta victoria refuerza el progreso ruso en su «operación militar especial». La toma de una ciudad tan simbólica y resistente como Chasiv Yar —objetivo prioritario incluso antes del 9 de mayo— sirve como un triunfo clave. Además, podría marcar el inicio de una nueva fase ofensiva en el Donbás, con el objetivo de desestabilizar el sistema defensivo ucraniano en su conjunto.

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