“Réquiem for my mother” - teleSUR

“Réquiem for my mother”

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La tasa de mortalidad en el 2022 de madres blancas: 19 por cada 100.000. Fueron 49,5 madres negras por cada 100.000. O sea, aproximadamente 2,5 veces mayor.


11 de agosto de 2025 Hora: 05:49

La noticia de que murieron más mujeres en Estados Unidos, antes o después del parto, confirma el retroceso ocasionado por las políticas públicas de salud.

Las mujeres fallecieron mientras estaban embarazadas, durante el parto y hasta 42 días después del nacimiento, debido -fundamentalmente- a hemorragias excesivas, bloqueos de vasos sanguíneos e infecciones, reportó el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). A estas causas se sumó el cierre de la mayoría de los hospitales rurales y la decisión de la Corte Suprema de eliminar el derecho federal al aborto.

Informaron que murieron el año pasado durante el embarazo o poco después de dar a luz, un total de 688 mujeres, lo que indica un aumento respecto al 2023. La agencia The Associated Press refirió recientemente los datos aportados por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades del 2024, que igualmente reportaron una disminución ligera en comparación con 2022 y 2021, el nivel más alto en más de 50 años.

Por todas estas razones algunos médicos estuvieron limitados a atender las emergencias médicas relacionadas con el embarazo. Actualmente Estados Unidos tiene una de las tasas de mortalidad materna más altas entre las naciones desarrolladas, con amplias diferencias raciales.

Ninguna debe morir y es alarmante la disparidad en el reporte de las madres norteamericanas blancas y negras, fallecidas. Baste citar que la tasa de mortalidad en el 2022 de madres blancas: 19 por cada 100.000. Fueron 49,5 madres negras por cada 100.000. O sea, aproximadamente 2,5 veces mayor.

El asunto tiene sus raíces en un sistema secular de opresión y devaluación de las personas negras, extendida a políticas y prácticas de atención médica. Gran parte de la historia y la cultura estadounidenses, está marcada por el racismo estructural, acentuado en la atención médica, las condiciones de vida y el nivel educativo,  afirma el Instituto Aspen es una organización internacional sin fines de lucro fundada en 1949 como el Instituto Aspen de Estudios Humanísticos, con sede en Washington, D.C.

Entre los abusos a que sometieron a las mujeres negras esclavizadas, fue el de exponerlas a cirugías experimentales por profesionales de la medicina, para impulsar el estudio de la obstetricia y la ginecología.

Actualmente las tasas de parto por cesárea son más altas para las mujeres negras que para las mujeres blancas. A propósito, el periódico Los Ángeles Times recogió la historia de Angélica Lyons, en Alabama. Fue en 2019, cuando tras semanas de dolor en el vientre, los médicos ignoraron sus súplicas de ayuda y fue llevada de urgencia al hospital para una cesárea de emergencia. O sea, casi  casi muere a causa de sepsis no diagnosticada, meses antes de la fecha de parto.

Angélica Lyons es una mujer negra que sabía el peligro de parir en Estados Unidos, justamente por ser instructora de salud pública. Había demostrado a sus alumnos universitarios que las madres negras durante el embarazo o el parto, tienen casi tres veces más probabilidades de morir que las de cualquier otra raza.

También lo sabe porque nació en Alabama, donde tienen la tercera tasa de mortalidad por maternidad más alta de la nación. “Cuando éramos jóvenes, nos mostraba esas imágenes de todos los negros colgados y quemados en los árboles”. Se refiere a la enseñanza de su madre Shelonda Lyons, quien les dio a conocer la vida en Birmingham, al sureste de Estados Unidos conocida por su lugar en la historia, que atrajo la atención nacional hacia la lucha por los derechos civiles.

La discriminación y los prejuicios en los entornos hospitalarios han sido desastrosos. Angélica se sometió a dos cirugías posteriores a la cesárea para tratar la infección y reparar el daño interno; usó una bolsa de colostomía durante varios meses hasta que se curó y aunque su estómago quedó desfigurado, su hijo se salvó.

Los problemas de salud de los norteamericanos negros se han atribuido durante mucho tiempo a la genética, hasta al comportamiento, cuando en realidad el racismo es determinante y la falta histórica de acceso a la atención, es importante para salvar sus vidas.

La tasa de mortalidad más alta entre los afroestadounidenses, ha sido en las últimas dos décadas en un exceso de 1,6 millones de muertes, en comparación con los estadounidenses blancos.

La historiadora y autora Deirdre Cooper Owens, lo define así: “La historia de esta rama médica en particular… comienza en una granja de esclavos en Alabama, El avance de la Obstetricia y la Ginecología tuvo una relación muy íntima con la esclavitud y se construyó literalmente sobre las heridas de las mujeres negras”.

Muchos llaman el “padre de la Ginecología”, al afamado J. Marion Sims, un médico de Alabama que de conjunto con otros galenos en la década de 1840 realizaron experimentos quirúrgicos sin anestesia en mujeres negras esclavizadas cónsonas con la tortura. Tanto como la esterilización forzada, los hospitales realizaron histerectomías innecesarias a mujeres negras a través de programas de eugenesia, mucho después de la abolición de la esclavitud.

Incluso después de que el Congreso aprobó la Ley de Derechos Civiles de 1964, la mayoría de las familias negras no podían acceder a los hospitales para personas blancas. Recibían una atención médica limitada o inhumana.

Algunas clínicas intentaban cubrir estos espacios, aunque sin recursos, por lo tanto, la historia de abuso y negligencia generó una profunda desconfianza, que no la inventaron las mujeres negras, porque no recibieron la misma atención médica.

Independientemente de la educación o el nivel de ingresos, actualmente las mujeres negras con educación universitaria tienen una tasa de mortalidad relacionada con el embarazo, más de 5 veces mayor, que la de las mujeres blancas. Particularmente, la tasa de mortalidad relacionada con el embarazo para las mujeres negras con educación universitaria es 1,6 veces mayor que la de las mujeres blancas, con un nivel menor al de la escuela secundaria.

 “Ciertamente, también sabemos por cifras nacionales que las mujeres negras tienen peores resultados maternos. en todos los niveles de ingresos, lo cual es bastante alarmante”. Señaló el doctor Scott Harris, director de salud estatal del Departamento de Salud Pública de Alabama. “La edad importa y en general el código postal importa. Desafortunadamente, el lugar donde vive la gente, donde nacen estos niños, está asociado fuertemente con la mortalidad infantil.

Los bebés negros representan casi el 47% de las muertes infantiles, aunque solo constituyen el 29% de los nacimientos en Alabama. “Creo que veremos algo similar para los resultados por maternidad”, afirma el Dr. Scott Harris.

Más de 2,2 millones de mujeres estadounidenses en edad reproductiva están en medio de la desatención materna. Otros 4,8 millones de esas mujeres viven en condados con acceso limitado a esa atención especializada.

La falta de acceso a un médico es una barrera para las mujeres negras que viven en las zonas rurales del estado. Todavía este fenómeno se representa en la media luna de tierra fértil, que se extiende a través de partes de Mississippi y Alabama, donde se agruparon muchas plantaciones de esclavos.

Gran parte de los esfuerzos de salud pública del estado están desplegados a lo largo del llamado “Black Belt” o Cinturón Negro, llamado así por la tierra fértil, pero que también fue una zona rural donde se agruparon muchas plantaciones de esclavos. El 37% de los condados de Alabama, con más de 240.000 mujeres, no tienen un profesional de obstetricia.

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En el 2021, la directora de reforma sanitaria e investigadora principal de The Century Foundation, Dra. Jamila Taylor, presentó el informe: “Dar a luz siendo negra: Análisis de la crisis de salud materna afroamericana en Estados Unidos”, ante el Comité de Supervisión y Reforma de la Cámara de Representantes.

El testimonio de la Dra. Taylor, estuvo basado en su artículo publicado en la Revista de Derecho, Medicina y Ética, “Racismo estructural y salud materna entre mujeres negras”.

El antecedente,durante el primer mandato de George W. Bush, el innovador informe “Trato Desigual”, publicado por el Instituto de Medicina en 2003, afirmó que las disparidades en salud no solo surgen del funcionamiento de los sistemas de salud, sino también del entorno legal, regulatorio y político en el que se presta la atención médica.

En 2023 las mujeres negras tenían una tasa de mortalidad de 50,3 decesos por cada 100.000 nacidos; más del triple de la de las mujeres blancas, y por encima de las de hispanas y asiáticas, según registro de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.

Pasan los años y se constata el retroceso. En mayo de 2025, fue publicado el caso de una mujer embarazada de Georgia, quien fue declarada con muerte cerebral con 6 semanas de embarazo y fue asistida con soporte vital. Adriana Smith, se le practicó una cesárea de emergencia el 13 de junio del 2025. El bebé, nombrado Chance, nació prematuramente y permanece en cuidados intensivos neonatales (NICU).

El caso generó un debate legal y ético acerca de la ley de aborto y si un feto es una persona. La ley se ejerce después de que la Corte Suprema federal anuló el fallo del caso de Roe contra Wade (2022), para restringir el aborto desde que se detecta actividad cardíaca en el feto, al que se le otorga condición de persona.

Adriana Smith, de 31 años, era enfermera y madre de un niño de siete años, quien hasta ahora cree que su mamá solo ha estado dormida todo este tiempo.

De acuerdo con declaraciones de la madre de Smith, April Newkirk a la televisora WXIA de Atlanta, dijo que su hija acudió a un hospital quejándose de dolores de cabeza y que le dieron medicación y el alta. Más tarde, su novio se despertó al escuchar sus problemas para respirar y llamó al teléfono de emergencias 911. El Hospital Universitario de Emory determinó que tenía coágulos de sangre en el cerebro y fue declarada con muerte cerebral.

Actualmente la personalidad jurídica del feto, está en la legislación de al menos 17 estados estadounidenses.

La FIV se convirtió en un tema durante la campaña presidencial de 2024, cuando Alabama acordó proteger a los proveedores de fertilización in vitro de la responsabilidad legal. Fue un par de semanas después de que la Corte Suprema del estado, dictaminó que los embriones congelados pueden considerarse niños, en conformidad con la ley estatal.

En 2018, la tecnología de reproducción asistida, incluida la FIV, contribuyó al 2% de la totalidad de bebés que nacieron en Estados Unidos, según un informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), cita la AP.  

Los republicanos han luchado por superar las divisiones entre los muchos votantes que apoyan el mantenimiento de la FIV legal y los conservadores religiosos que se oponen al tratamiento, porque a menudo conduce a la destrucción de embriones no utilizados.

Los bautistas del sur, la mayor denominación protestante del país, votaron en contra de la FIV, pidiendo que se protegiera a los “seres humanos embrionarios congelados”, dijo The New York Times, durante la campaña presidencial de Donal Trump.

En febrero del 2025, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó una orden ejecutiva destinada a reducir los costos de la fertilización in vitro. Lo tiene difícil, cuando el gobierno no es capaz de mantener una asistencia médica, mínimamente asequible para todos los ciudadanos, ni para las futuras madres.

Las amenazas a la salud materna son múltiples. Los recortes de fondos federales estrechan la cobertura de salud, disminuye el acceso a la atención médica con ataques directos a la salud reproductiva.

Lasembarazadas y madres en posparto dependen de los fondos de programas amenazados de recortes por laadministración Trump, guiada por los principios del Proyecto 2025.

Desde enero del presente año, se emitieron varias órdenes ejecutivas que recortan fondos a programas como la Subvención Global para Servicios de Salud Materno infantil del Título V, el programa de Servicios de Planificación Familiar del Título X , el Centro de Innovación de los CMS, incluido el Modelo de Transformación de la Salud Materna (TMaH), entre otros.

El informe del ‘Estado de la salud materna 2025’ refiere que Estados Unidos todavía tiene la tasa más alta de muerte materna entre sus pares económicos. También una de las tasas más bajas de obstetras, ginecólogos y parteras por nacidos vivos.Lo asegura el reporte del Centro de Políticas para la Salud Mental Materna, que estima a 62 millones de mujeres en edad de procrear y que el 96 por ciento de la población perinatal potencial, vive en zonas con escasez de profesionales de la salud mental materna.

Igualmente refiere la triste realidad de que la principal causa de muerte materna en Estados Unidos es la salud mental, el suicidio y la sobredosis de drogas. A esta le siguen en orden, las citadas enfermedades cardiovasculares, infecciones y hemorragias.

La morbilidad materna grave aumenta al pertenecer a un grupo minoritario racial o étnico y vivir en un hogar de bajos ingresos. Los resultados inesperados del parto o el nacimiento, afectan -aproximadamente- a 60.000 mujeres cada año.

Entre setenta y ochenta mujeres -por cada muerte materna- sobreviven a un evento cercano a la muerte relacionado. Complicaciones durante el embarazo, el parto o dentro de los cuarenta y dos días posteriores al final del embarazo, las hacen padecer. Entre ellas el alto porcentaje de cesáreas en Estados Unidos, de las cuales las madres negras tienen un 25 por ciento más de probabilidades de dar a luz por cesárea que las mujeres blancas, lo que las expone a un mayor riesgo de sufrir resultados negativos.

El 32,1 por ciento de nacimientos son por cesáreas en Estados Unidos, lo que está muy por encima de la tasa del 10 por ciento, que la Organización Mundial de la Salud considera útil para prevenir la mortalidad materna e infantil.

El gobierno todavía está procesando informes de defunciones del año pasado, señaló a inicios del año en curso Eugene Declercq, investigador de muertes maternas en la Universidad de Boston y dijo que su análisis de los datos disponibles sugiere que el número de muertes maternas en 2024 podría ser casi el mismo que en 2023.

Después de la Covid-19 “una vez que volvimos a las ‘actividades habituales’, entonces el impacto del racismo sistémico y el acceso desigual (a la atención médica), volvió a su lugar”; expresó la doctora Amanda Williams, directora médica interina de March of Dimes.

Acerca de la ampliación del número de muertes maternas, el periódico ‘Independent’ publicó el análisis de los CDC. En Estados Unidos, alrededor de 700 mujeres mueren cada año por complicaciones relacionadas con el embarazo. Las mujeres indígenas americanas, las nativas de Alaska y las afroamericanas tienen de 2 a 4 veces más probabilidades de morir por causas relacionadas con el embarazo que las mujeres blancas.

Las mujeres negras menores de 20 años tienen 1.5 veces más probabilidades de morir por causas relacionadas con el embarazo, que las mujeres blancas del mismo grupo de edad. Igualmente sucede a las futuras madres del mismo grupo racial de 30 a 34 años, que tienen 4.3 veces más probabilidades de morir por causas relacionadas con el embarazo, que las mujeres blancas de la misma edad.

Las mujeres negras tienen más del doble de probabilidades de tener un parto de feto muerto que las mujeres blancas y señala que aproximadamente dos tercios de todas las muertes relacionadas con el embarazo pueden ser evitables.

En comparación con sus países pares, Estados Unidos tiene la tasa de mortalidad materna más alta y una de las tasas más bajas de obstetras, ginecólogos y parteras por nacidos vivos. Se destaca una disparidad extraordinaria entre estadounidenses blancos y negros, según un nuevo informe publicado por el Fondo de la Commonwealth, que compara a Estados Unidos con 12 países ‘ricos’, utilizando datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Noruega, por ejemplo, no documentó ni una sola muerte materna. El Reino Unido, que realiza una investigación exhaustiva de cada muerte, contabilizó 5,5 muertes maternas por cada 100.000. Suiza ofrece la menor licencia por maternidad fuera de EE. UU., y aun así exige 14 semanas de baja para las nuevas madres. Noruega ofrece 86 semanas remuneradas. Aproximadamente en el medio se encuentra el Reino Unido, que ofrece 39 semanas de baja.

Según datos de los CDC citados en el informe de la Commonwealth, la mayoría de las muertes de madres estadounidenses (más del 80%) son evitables. “Por lo general, se pierde una oportunidad: algo que podríamos haber hecho antes de que quedaran embarazadas, durante el embarazo o en el posparto que podría haber evitado esa morbilidad”.

“Cualquier obstetra podría informarle sobre pacientes que casi mueren y esas personas no participan en estas encuestas”, dijo la Dra. Erika Werner, jefa de obstetricia y ginecología del centro médico Tufts en Boston, Massachusetts.

Se atribuye la tasa desigual de EE. UU. a políticas atípicas. EE. UU. no ofrece atención médica universal, ni licencia de maternidad remunerada. Todos los países similares ofrecen ambas, refirió Los Ángeles Times.

Investigadores externos afirmaron que el informe destaca la importancia de comparar Estados Unidos, y su sistema de salud singularmente privado y de difícil acceso, donde unos 26 millones de estadounidenses carecen de seguro médico.

En el mejor de los casos, las madres tienen dos visitas después del parto, el tiempo de mayor riesgo de mortalidad materna. “Y muchas pierden el seguro semanas o meses después del parto”, afirmó Werner, jefa de obstetricia y ginecología de un centro médico en Boston.

 “La mortalidad materna es algo extremadamente importante, que debemos seguir”, asegura Ariana Thompson-Lastad, profesora investigadora del Centro Osher de Salud Integral, perteneciente a la Universidad de California, en San Francisco. Y agregó, “no morir, es un nivel de referencia realmente bajo, para lo que buscamos con los padres de bebés en Estados Unidos, y en particular con los padres negros e indígenas en Estados Unidos”.

Mientras tanto, el clima político ha virado hacia la desinversión en programas e iniciativas gubernamentales como Medicare y Medicaid, que cubren más del 40 % de todos los nacimientos en Estados Unidos.

En 1,104 condados de Estados Unidos, no hay un solo centro de maternidad o clínico-obstetra disponible. En estos condados residen más de 2.3 millones de mujeres en edad reproductiva, y donde residen las mujeres que dieron a luz a más de 150,000 bebés, en 2022. Asimismo, el 70% de los centros de maternidad en los EE. UU. se encuentran en sólo 10 estados.

Actualmente el Proyecto 2025, pretende eliminar el acceso a la atención médica básica y a los medicamentos aprobados por la FDA e interrumpir la recopilación de datos perinatales cruciales; por tanto, de ser aprobado, la cobertura médica disminuirá y más personas podrían fallecer sin la debida asistencia.

“Mi plan es… en realidad creo que daré a luz en mi carro”. Claudia Torres vive en un desierto de maternidad y ha tenido problemas para llegar a tiempo al hospital en sus cuatro experiencias de parto.

Claudia no está sola en su experiencia. Una de cada 25 unidades de obstetricia de Estados Unidos cerró sus puertas en los últimos dos años, lo que se traduce en menos opciones, más estrés y más tiempo de desplazamiento para las personas que dan a luz.

En tanto la atención sanitaria se considere una mercancía, los estadounidenses que viven en estados rurales se ven particularmente afectados por el cierre de hospitales, que atienden a aproximadamente 60 millones de personas. Los condados rurales han perdido unidades obstétricas, por lo que experimentan una mayor tasa de partos en urgencias médicas.

Como consta, para millones de familias de Estados Unidos y Puerto Rico, la posibilidad de tener un embarazo sano depende de la comunidad en la que viven.

El Vocero de Puerto Rico reseñó un estudio que indica cómo las mujeres sin atención prenatal enfrentan tasas de nacimientos prematuros casi un 9% más alta, que las que reciben un adecuado tratamiento. March of Dimes revela en su Informe de calificaciones, que la tasa de nacimientos prematuros de Puerto Rico sigue siendo alta, del 12.2%, mientras que persisten importantes disparidades de salud entre los grupos raciales y étnicos.

El informe del 2024, que detalla los desafíos persistentes en la salud materna e infantil en los estados, coloca a Puerto Rico con nota de “F” en salud materna e infantil. Con una tasa de mortalidad materna de 51.3 por 100,000 nacimientos. En Borinquen, la mortalidad infantil aumentó en la última década y en 2022, 141 bebés murieron antes de cumplir un año.

Estados Unidos pone fin a su apoyo financiero a los programas de planificación familiar en países en desarrollo, privando a casi 50 millones de mujeres del acceso a anticonceptivos.

El gobierno de Trump, igualmente, detuvo el financiamiento de la agencia de salud sexual y reproductiva de las Naciones Unidas (UNFPA, por su sigla en inglés), que es la mayor facilitadora de anticonceptivos del mundo.

Justine Bukenya, profesora de salud comunitaria y ciencias del comportamiento en la Universidad Makerere de Kampala, Uganda, explica que las mujeres asistidas se embarazan por primera vez en la adolescencia y sus embarazos no están muy espaciados. Estimaciones recientes sugieren que más de 8.000 mujeres podrían morirpor complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto.

En esos países, miles de trabajadores de la salud, fundamentalmente de áreas rurales han quedado sin trabajo. El Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) ha sufrido anteriormente recortes presupuestarios de Estados Unidos, pero en esta ocasión, el impacto de las políticas de Donald Trump “es devastador” para la salud reproductiva en todo el mundo, dice su responsable Natalia Kanem, en una entrevista con AFP. 

Según la organización de investigación sanitaria KFF, Estados Unidos proporcionó unos 600 millones de dólares, alrededor del 40 por ciento de la financiación que los gobiernos aportaron a los programas de planificación familiar para 31 países en desarrollo en el 2023, el último año con datos disponibles.

El 24 de enero del 2025, Trump reinstauró la ley mordaza global, una política que exige a las organizaciones no gubernamentales que reciben financiación estadounidense para la salud, se comprometan a no ofrecer asesoramiento, ni atención para el aborto.

Esta medida despojó inmediatamente a las organizaciones del financiamiento que necesitan para realizar su trabajo, según Anna Mackay, Directora de Programas Globales en MSI Reproductive Choices, que gestiona los programas financiados por donantes en la organización en apoyo a la salud reproductiva para 36 países. “Más de 2 millones de mujeres y adolescentes, habrían recibido servicios anticonceptivos con ese dinero”, afirmó.

Se suspendieron los ensayos clínicos, se perdieron empleos y cerraron los programas de salud. “Creo que esto tendrá un impacto devastador en la arquitectura sanitaria mundial”, afirma Thoai Ngo, de la Escuela de Salud Pública Mailman, de la Universidad de Columbia.

La agencia de las Naciones Unidas para la salud sexual y reproductiva informó que se han congelado más de 330 millones de dólares para proyectos, sobre todo en algunas de las zonas más difíciles del mundo.

Por ejemplo, citan el campo de refugiados sirios de Zaatari, en Jordania, donde durante años las matronas asistieron a unas 18.000 mujeres embarazadas, sin que muriera ni una sola madre en el parto; algo excepcional en una situación de crisis. Esas unidades de maternidad cerraron y las matronas no pueden ejercer su labor.

La política estadounidense (estado mayor donante), afecta también a la igualdad de género. Las mujeres merecen ser apoyadas, las adolescentes deberían terminar la escuela y no acabar embarazadas, como sucede.

“Al negarles a las personas el acceso a la anticoncepción, no sólo se les niegan las herramientas para su autonomía corporal, sino que se pone en riesgo su vida”, afirma Amy Friedrich-Karnik, directora de política federal del Instituto Guttmacher, una organización de investigación y políticas centrada en la salud y los derechos sexuales y reproductivos a nivel mundial. “Miles de mujeres más morirán en el futuro”.

Autor: teleSUR - Rosa María Fernández