En medio de las tensiones crecientes en Medio Oriente, el presidente ruso, Vladímir Putin, reiteró la disposición de Rusia a mediar entre Irán e Israel. Así lo comunicó el Kremlin tras una conversación telefónica entre Putin y el presidente de Emiratos Árabes Unidos, Mohammed bin Zayed Al Nahyan. Según Moscú, ambos líderes abordaron la urgencia de reducir tensiones regionales y avanzar en el diálogo político.

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«Vladímir Putin confirmó la disposición de Rusia a brindar asistencia de mediación para promover el diálogo entre las partes en conflicto», reza el comunicado oficial. Rusia mantiene contactos con diversos líderes regionales con ese objetivo, incluido Irán, estrecho socio estratégico de Moscú.

La iniciativa no es nueva. El presidente estadounidense Donald Trump ya había valorado positivamente la idea de que Rusia actuara como garante técnico en el programa nuclear iraní. Incluso recientemente, Trump volvió a referirse a la posibilidad, sugiriendo que Moscú podría desempeñar un papel estabilizador limitando el enriquecimiento de uranio iraní exclusivamente a fines energéticos. Según fuentes diplomáticas, esta propuesta vuelve a circular con fuerza en círculos internacionales, dada la necesidad de evitar una escalada militar entre Irán e Israel.

La OIEA (Organismo Internacional de Energía Atómica) expresó que Irán no tiene ningún arma nuclear en este momento y pese a que numerosos expertos coinciden en que Israel posee un arsenal atómico no declarado, su existencia no ha sido oficialmente reconocida, lo que alimenta críticas sobre el doble rasero internacional respecto a la no proliferación nuclear.

Mientras Irán sigue siendo objeto de sanciones y supervisión rigurosa, el programa israelí —desarrollado en colaboración secreta con potencias occidentales desde hace décadas según especialistas— permanece al margen del escrutinio global. Este desequilibrio, no solo contribuye a la desconfianza regional, sino que también obstaculiza soluciones negociadas y duraderas.

Rusia intenta así posicionarse como actor imprescindible en un nuevo equilibrio multipolar, ofreciendo su rol como mediador en un conflicto que, por su complejidad y carga simbólica, rebasa lo regional y amenaza la estabilidad global.

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