Señales del averno para agosto

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Mientras los logros del Gobierno del Partido Libertad y Refundación le auguran una victoria, la derecha hondureña planifica desestabilizar el país, con ayuda de Miami y Madrid. Foto: @XiomaraCastroZ.


Por: Ricardo Salgado

20 de julio de 2025 Hora: 22:26

Desde que asumió el gobierno la presidenta Iris Xiomara Castro, sabíamos que no existían opciones reales de negociar con la derecha recalcitrante de Honduras, quizá la más analfabeta y feroz del continente por su falta de nacionalismo, para emprender un plan de desarrollo del país, después de los fatídicos trece años que siguieron al golpe de Estado de junio de 2009. Lo que todavía no teníamos claro, era que estos estuvieron siempre inclinados a la terminación violenta del gobierno popular, mucho antes del final de su mandato.

Con una injerencia permanente y descarada de los Estados Unidos, el país se convirtió en un campo de batalla de la guerra cognitiva, la posverdad se adueñó de todos los espacios, y la historia “oficial” pasó a ser la impuesta por la clase dominante desde todos los medios privados de comunicación, sumada a una impresionante maquinaria de mentiras instalada en las redes sociales. Esta tormenta la desataron el mismo 28 de enero de 2022, apenas 24 horas después de iniciado el mandato de Xiomara, como la conoce el pueblo que la eligió, con el mandato más contundente de la historia hondureña.

Si el gobierno no incursionaba en la guerra cognitiva, era difícil que no les llegara pronto un orquestado descontento generalizado, que terminara más rápido que el Chile de Allende. Pero, varios factores alteraron una correlación de fuerzas, a todas luces desfavorable. Es imperativo decir que el factor determinante para resistir durante casi cuatro años, ha sido la fuerza excepcional de la presidenta, que no solo no se amilanó, sino que se las arregló para desarrollar una gestión caracterizada por la conquista de muchos logros, que se pueden medir y ver a simple vista.

Es esa gestión —que impide el crecimiento de una base social descontenta que favoreciera los planes desestabilizadores— ha llegado a julio de 2025, el último año de su periodo de gobierno, con una aprobación cercana al 60 por ciento, un logro en sí mismo si se comparan con todas las gestiones desde 1980. La fuerza moral de la persona que dirige el país reviste de vigor a su partido, que se dirige a una victoria electoral inobjetable en las elecciones del 30 de noviembre; lo que obliga a la derecha, guiada desde Miami y Madrid, a desatar una campaña de desestabilización que ha entrado en una fase decisiva.

Sin embargo, se ha revelado la incapacidad de los partidos políticos de la derecha de levantar el entusiasmo necesario, en tanto que, en lugar de sumir en contradicciones al partido de gobierno, el colapso les ha llegado con una crisis severa en el partido que la Agencia Central de Inteligencia (CIA) ha escogido para dar la lucha electoral. Quizá las valoraciones menos acertadas de los titiriteros se han equivocado mucho cuando han intentado utilizar metodología sofisticada de ingeniería social para reconstituir un adefesio político, el cual subsiste solo gracias a la respiración artificial otorgada por dos décadas a eso que quedó del Partido Liberal, después del golpe que ellos mismos perpetraron contra su propio presidente en 2009.

Ahora, en una movida de manual (Gene Sharp), llaman a la movilización de las iglesias evangélica y católica, unidas en la cúpula, con el afán de movilizar cientos de miles que sean capaces de terminar en la casa presidencial sacando por la fuerza al actual gobierno. Esto lo anunciaron el viernes, como una marcha en favor de la paz, por elecciones libres y contra el fraude electoral. Por supuesto, este movimiento político prohibió la participación de otros políticos, y su promoción en todos los medios es descrita como una acción en contra del Partido Libertad y Refundación.

En las siguientes horas al anuncio de los jerarcas religiosos se multiplicaron los llamados a movilización de organizaciones fantasmas que buscan cobrar vida efímera, suficiente para causar la sensación de multitud. Mientras, de manera muy similar a la metodología previa al golpe de 2009, circulan por WhatsApp millones de noticias falsas y materiales incitando al levantamiento popular. Hay un cambio cualitativo, y se siente en una frase del candidato liberal hace unas horas: “solo Dios puede impedir que yo sea presidente”.

Por supuesto, en este momento, los viajes a Washington y Miami se multiplican, mientras los carroñeros del Partido de Juan Orlando Hernández aspiran a ser de nueva cuenta los beneficiarios del rio revuelto.

Sin embargo, las fuerzas populares se presentan con una candidata, Rixi Ramona Moncada, abogada exitosa, luchadora contra las injusticias y la corrupción y, sobre todo, constructora del proyecto socialista democrático que garantiza la continuidad y la profundización de la gestión de la obra de Xiomara Castro, que llega a su recta final con los mejores indicadores de la historia.

Rixi Moncada es parte de un proceso profundo de cambios que promueve la inversión pública, el desarrollo económico, con la destrucción de la enorme desigualdad que genera todos los problemas del país. En este sentido, es más que evidente que los partidos de la derecha no tienen ninguna propuesta que no sea regresar a la aceleración de las privatizaciones, y la entrega de porciones del territorio en forma de enclaves al capital foráneo.

Gran reto el del pueblo hondureño que, en el medio de una tormenta de mentiras y fake news, tendrá que ser capaz de discernir entre la construcción de un futuro propio o el retorno a los oscuros momentos de dictadura.

También un reto para los dirigentes del Partido Libre, que deben dejar de lado el canibalismo político, para detener los pérfidos planes del enemigo común, y alcanzar una unidad programática, base de una declaración de principios que existe para guiar y no para llenar requisitos.

Tegucigalpa, 20 de julio de 2025

Autor: Ricardo Salgado

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