Roque Dalton: poética de la ternuridad

1 14

A Roque le tocó una realidad país llena de convulsión, riñas intestinas, flagrantes contradicciones y escaramuzas contra patrocinantes de la crueldad.


Por: Ricardo Romero Romero

14 de mayo de 2025 Hora: 22:51

No es venganza lo que quiero,

sino dejar una flor

donde escondieron los huesos

de un héroe de El Salvador.

Silvio Rodríguez

Definir la ternura es un desafío porque la misma es simbólica y se vincula a acciones o hechos de lo cotidiano. Pudiéramos decir que es un afecto pleno, incondicional y libre de apego hacia una persona, sea en singular o plural (humana, animal o vegetal), aunque también se contempla lo condicional cuando se trata de una madre hacia su hijo, donde la vulnerabilidad y la fragilidad del infante conmueve a su progenitora y siente que lo primordial es la protección de ese ser.

En este sentido, podemos afirmar que los versos del salvadoreño Roque Dalton (1935-1975), son una poética de la ternuridad. Formado en la lucha política, su causa contra la injusticia y la opresión que signaba a su pueblo lo llevó a vivir con intensidad, pasión y desprendimiento. Quienes se encargaron de su asesinato, poco o nada sabían que las palabras del “Unicornio azul” son inmortales, inmarcesibles, donde la valentía y el denuedo están a la par de su sensibilidad social:

A quienes digan que nuestro amor es extraordinario

porque ha nacido de circunstancias extraordinarias

diles que precisamente luchamos

para que un amor como el nuestro

(amor entre compañeros de combate)

llegue a ser en El Salvador

el amor más común y corriente

casi el único.

Precisamente, a Roque le tocó una realidad país llena de convulsión, riñas intestinas, flagrantes contradicciones y escaramuzas contra patrocinantes de la crueldad. Bajo el escenario de la confrontación bélica y punzante, los poderes hegemónicos se ensañaron contra aquello que se apellidaba rebelde, ardían en odio contra el bienestar de lo colectivo, y el poeta, consciente de su principio, plasmó con letras el sentir de los corazones combatientes:

El Salvador será un lindo

y (sin exagerar) serio país

cuando la clase obrera y el campesinado

lo fertilicen lo peinen lo talqueen

le curen la goma historica

lo adecenten lo reconstituyan

y lo echen a andar.

El problema es que hoy El Salvador

tiene como mil puyas y cien mil desniveles

quinimil callos y algunas postemillas

cánceres cáscaras caspas shuquedades

llagas fracturas tembladeras tufos.

Habrá que darle un poco de machete

lija torno aguarrás penicilina

baños de asiento besos pólvora.

A pesar de la tétrica situación, en medio de los horrores, la persecución constante y el asedio de cercanos detractores, Dalton encontró un camino para el querer y el abrazo por medio de la estrofa, cariños rubricados en lúdicas metáforas, antídotos contra la maldad de los comisarios del terror:

Mi amor por ti es mucho más que amor,

es algo que se amasa día a día,

es proyectar tu sombra junto a mí,

hacer con ellas una sola vida.

Las miradas que ya al conocer

se hablan entre sí en la distancia,

no hacen falta palabras…qué más da!

si ya interpretamos lo que claman.

Los mil detalles que tienes tú por mí,

mi descaro al advertir en lo que fallas,

el sincerarme cuando hay que decir

lo que sinceramente no se calla.

Mi amor por ti es mucho más que amor.

Mi amor por ti es como una nevada,

un torrente de luz, algo tan bello…

como ponerse el sol o amanecer el alba.

1 15

Los versos pasaron a ser un refugio contra los espectros de la ira, la creación artística un oasis que adversaba los destellos de la furia, manantial que refrescaba la sed de esperanza, ungüento de alivio en medio de las abominaciones del rencor, portentosa luz que peleaba contra la oscuridad de los arcontes de la inquina:

Yo como tú

amo el amor,

la vida,

el dulce encanto de las cosas

el paisaje celeste de los días de enero.

También mi sangre bulle

y río por los ojos

que han conocido el brote de las lágrimas.

Creo que el mundo es bello,

que la poesía es como el pan,

de todos.

Y que mis venas no terminan en mí,

sino en la sangre unánime

de los que luchan por la vida,

el amor,

las cosas,

el paisaje y el pan,

la poesía de todos.

La gran virtud de la obra daltoniana, es que su vigencia es una fortaleza incólume para estos días donde bulle el desparpajo y se posiciona el algoritmo de los canallas. Roque Dalton nos canta la melodía necesaria, esa que nos permite mantener el ánimo por el existir y donde renacen nuestras ansias del nuevo horizonte, la alteridad de los que anhelan otro amanecer posible:

Mi poesía

es como la siempreviva

paga su precio

a la existencia

en término de asperidad.

Entre las piedras y el fuego,

frente a la tempestad

o en medio de la sequía,

por sobre las banderas

del odio necesario

y el hermosísimo empuje

de la cólera,

la flor de mi poesía busca siempre

el aire,

el humus,

la savia,

el sol,

de la ternura.

Autor: Ricardo Romero Romero

teleSUR no se hace responsable de las opiniones emitidas en esta sección.