El arte de la política: Guerras preventivas para soberanías nucleares

Por: David Gómez Rodríguez
6 de julio de 2025 Hora: 08:27
¡Boom! Muy temprano, en la mañana del 29 de agosto de 1949, el horizonte fue víctima de la incandescencia humana y se escuchó un ruido devastador que abrió un camino necesario y pedregoso en la historia de los conflictos bélicos. Fue la bomba atómica de 22 kilotones RDS-1, la primera que se probó con éxito en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). A partir de ese momento el mundo de la posguerra cambió radicalmente, pues EE.UU. perdió su principal ventaja militar sobre su más potente rival: el genio del proletariado organizado. Con ese avance de la URSS nació un peligroso equilibrio armamentístico que se ha complejizado cada vez más entre el aumento del arsenal nuclear y los tratados que intentaron evitarlo.
El contexto de hoy es distinto, se inscribe en un escenario mucho más complejo que la bipolaridad del siglo XX. Ya no solo intervienen los criterios ideológicos, sino un entramado de intereses geopolíticos y económicos, donde se toman en cuenta capacidad económica, alianzas estratégicas, ubicación geográfica y proyecciones estadísticas. Por cuanto no pasan desapercibidos los potenciales estratégicos de países como Irán y Venezuela. Ambos, dueños de las reservas más ingentes de petróleo en el mundo, con posiciones encontradas con el proyecto civilizatorio norteamericano y en francas alianzas con los países que lideran la insurgencia de un nuevo orden mundial. Entonces, las verdaderas bombas nucleares para el imperialismo son la soberanía y la autodeterminación de los pueblos, que permite que líderes como Hugo Chávez digan a viva voz «Irán tiene derecho a desarrollar su energía nuclear, como lo hacen Francia, otros países y Venezuela. ¿Por qué no?».
El desarrollo de la bomba atómica por parte de la URSS significó que EE. UU. también podía esperar reciprocidad en caso de un conflicto armado en el que decidiera atacar de la misma forma que lo hizo en Hiroshima y Nagasaki. Podemos decir que, luego de que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas desarrollara sus propias armas de destrucción masiva, se estableció un equilibrio concreto entre las partes en tensión, pues cada país estaba seguro de que apretar el botón rojo implicaba la aniquilación de todos. El ataque de Israel y EE.UU. a Irán deja 935 mártires, la ruptura de Irán con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y la certeza para países como Corea del Norte de que su arsenal nuclear es su único escudo verdadero contra ataques extranjeros.
La destrucción mutua asegurada (DMA) también conocida como «1 + 1 = 0», es una teoría que tiene como principio la destrucción completa de todos los actores que se hagan parte de una confrontación nuclear. En términos prácticos, esto ocurrió durante la Guerra Fría, cuando los Estados Unidos y la URSS generaron una amenaza sin precedentes sobre el mundo. Es importante destacar que la aplicación de esta teoría solo es posible en instancias que no aceptan como escenario aceptable la autodestrucción, aun si esta implica la del adversario. Frente a organizaciones e incluso países que por su ideología están dispuestos a sacrificar su existencia, esta teoría se quiebra. Frente a este escenario, los países amenazados por el imperialismo están obligados a retomar el tema de la seguridad y capacidad militar para su defensa, al tiempo que se procura imponer la sindéresis. Pensar de otra forma sería ingenuidad.
EE.UU. es arbitrario en inmoral, no busca la no proliferación de las armas nucleares, busca la no proliferación de las soberanías, y eso implica mermar la capacidad científica, económica, moral y militar de los pueblos que se rebelan contra el imperialismo. En tal sentido, es fundamental señalar que no es solo un asunto político, sino que el desarrollo científico y tecnológico es el centro de este debate, esta es la razón por la que muchos de los blancos del Estado genocida de Israel en la confrontación con Irán fueron eminencias científicas del país persa. Por cuánto, así como el 29 de octubre de 1949 se otorgó el título de Héroe del Trabajo Socialista al legendario físico Igor Vasilyevich Kurchatov, quien fue el responsable nuclear de la URSS con solo 46 años, es muy importante reconocer como héroes a estos hombres, que a través de la ciencia, defendieron la soberanía de su país y por ello fueron martirizados.
A propósito de esto, es fundamental reinvindicar las palabras del diplomático ruso, Vasili Nebenza ante el Consejo de Seguridad de Organización de Naciones Unidas (ONU): “Irán tiene derecho a usar la energía nuclear con fines pacíficos, y sobre todo, enriquecer uranio. Estos ataques fueron realizados por dos estados, uno depositario del Tratado de no Proliferación (TNP) y el otro, desde hace décadas se niega a sumarse a este tratado primordial, en aras de la seguridad internacional y se niega a colocar sus instalaciones bajo el régimen de salvaguarda en el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA)”. El diplomático devela la hipocresía de Israel y EE.UU. que han empleado nuevamente el concepto de guerra preventiva para moldear a través de las bombas el escenario geopolítico. Lo han hecho planteando que Irán es un peligro, ya que busca desarrollar armas nucleares, sin embargo, en ningún informe de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) se han presentado indicios de que Irán haya creado armas nucleares, por cuánto, todas las declaraciones de EE. UU. y sus aliados no son más que mentiras fabricadas para justificar el empleo del concepto de la guerra preventiva. Uno se pregunta, si EE. UU. tiene 1.679 ojivas desplegadas y más de 4.000 almacenadas o esperando desmantelamiento ¿Que les reviste de legitimidad para imponer criterios de regulación sobre armas nucleares?
Debemos hacer que la soberanía, la ciencia y el arte salgan victoriosos de esta guerra, hay que hacerlo por la humanidad y con nuevas plataformas, con la capacidad de Francisco Eppens, que frente a un mundo dividido entre el bloque soviético y el capitalista, el artista suizo-mexicano logró ser reconocido y honrado por ambas partes. Y al tiempo que su obra era celebrada en el mundo occidental, ganó en un concurso internacional llamado «Por la Paz y el Humanitarismo en Contra de la Amenaza de Guerra Nuclear», organizado por el Ministerio de Cultura de la Unión Soviética en 1986. Sería necesario hacer mil murales como “El núcleo y la energía” (1966) por cada misil. Esta obra fue realizada por el artista plástico en el exterior de las instalaciones del Centro Nuclear “Dr. Nabor Carrillo Flores”, del Instituto Nacional de Investigaciones Nucleares (ININ) en México y retrata a una mujer indígena sosteniendo una aureola azul, que simboliza la radiación producida por los reactores nucleares, llamada efecto Cherenkov. Por ello, destacan sobre la pintura los tonos azules. Esta obra, de 200 metros cuadrados, fue realizada en mosaico veneciano con más de un millón de piezas y es un símbolo del poder del conocimiento en las manos del pueblo.
En el escenario actual se han detenido las detonaciones, pero la verdad es que continúa la guerra, pues para EE.UU. toda soberanía es nuclear. Si reivindicamos nuestra dignidad como humanidad, hay que prepararnos para defendernos y contraatacar, porque vienen más sanciones y misiles. En el inicio de una nueva época, la guerra preventiva se manifestará con cada quiebre.
Autor: David Gómez Rodríguez
teleSUR no se hace responsable de las opiniones emitidas en esta sección.