La política en el «Portal del Cielo»

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Milei inauguró la mega iglesia el «Portal del Cielo”. Foto: dataclave.com.ar


Por: Diego Ramos

8 de julio de 2025 Hora: 02:47

El primer mandatario argentino, quien lleva en su agenda una “batalla espiritual”, participó este sábado de la “Convención Internacional de liderazgo cristiano” liderado por el pastor Jorge Ledesma vinculado a una fuerte actividad social y pastoral, escenarios político teológico-religioso que llaman a la seriedad del debate y a colocar las estrategias políticas acorde en este binomio.

Recorramos brevemente y de manera general este proceso de las iglesias evangélicas en el mundo político y su relación con respecto al posicionamiento del catolicismo en dicho mundo. Una de las constataciones de las últimas décadas en América Latina (el subcontinente más confesionalmente católico del mundo) ha sido el crecimiento acelerado de las iglesias evangélicas a costa del decrecimiento del catolicismo, fenómeno en el que nuevos líderes políticos se recostaron, advirtiendo un espacio estratégico político-electoral al que no pueden renunciar.  

Nada casual la presencia del presidente Javier Milei en la ciudad del Chaco, una provincia del norte argentino para inaugurar una mega iglesia evangélica y así  abrir el “portal del cielo”. ¿Hoy, todos los partidos o espacios políticos quieren ganarse la gracia del voto evangélico? Tal vez no en toda esa magnitud, pero sí al menos tener algún pastor en sus filas con la ilusoria idea de que así lograrán la simpatía de un supuesto «voto confesional».

Venimos advirtiendo que en estas actuales ofertas políticas (que en el fondo es religiosa-teológica), no solo los nuevos dirigentes políticos comenzaron a utilizar el relato teológico- religioso en la política y a ver mucho más atractivo a los espacios evangélicos que las de los llamados partidos democratacristianos o social cristianos en América Latina, sino que también un espectro amplio de las sociedades se ha inclinado hacia la “batalla espiritual” y desde ahí entender y accionar dentro del mundo de la política.   

Este nuevo escenario nos está dando la pauta de un traspaso de los partidos de cuño católico, que aglutinaron el voto de muchos ciudadanos en su momento a una reeditada propuesta políticas de los evangélicos. Habrá que estar muy atentos a lo que pasa en Argentina y a lo que pase por ejemplo con el peronismo, cuyas bases están en la doctrina social de la Iglesia católica. ¿Hay algún problema en todo este planteo general? En principio decimos que no, siempre y cuando el sentido de “lo político y la política” no queden desdibujadas en esta batalla cultural y espiritual propuesta por el actual presidente y su derecha conservadora con el afán de seguir sacrificando al pueblo argentino.  

¿De qué estamos hablando? Nada más y nada menos de algunos líderes evangélicos que pretenden extender su militancia religiosa al ámbito público y convertir ese bien ganado «capital religioso» en un rentable «capital político». Por supuesto que no vamos a entrar en un prurito para expresar si es bueno o malo, puro o impuro, pero si postular la firmeza de advertir en este noble juego de fe y política, la distinción y las pertinencias necesarias que le corresponden tanto al campo religioso como al campo político: el riesgo está en que las sociedades queden entrampadas en un mesiánico debate exclusivo del campo religioso, desechando el campo político, es decir dejando de un lado las luchas por las conquistas de los derechos políticos, económicos, culturales y la defensa de la soberanía nacional.      

No se trata de estigmatizar a las iglesias evangélicas, muchos menos generalizar; se trata de visualizar que hace unos años atrás nadie hubiera imaginado que aquellos grupos marginales y marginados, llamados muchas veces «sectas religiosas», emergerían tímidamente de las periferias de nuestras ciudades como de las zonas rurales más olvidadas, mucho menos imaginar la necesidad de tenerlos en el radar del análisis político. No había sospecha absoluta que llegarían a conformar un fidelizado ejército de feligreses y aportantes para ciertos pastores quienes se animaron a convertirlos (a sus fieles) también en disciplinados correligionarios y votantes. ¿Existe algún riesgo? por supuesto que sí, los mismos riesgos utilizados con fines de legitimar experiencias de definiciones políticas que atentaron al sistema democrático en épocas oscuras de la dictadura en Argentina. Este riesgo señala la necesidad de institucionalizar este fenómeno, es necesario que sea parte de una agenda política responsable. El déficit teológico y la ingenuidad profética en las iglesias es una clara necesidad de alfabetización política-teológica que hay que asumir. Solo así se podrá evitar manipular la fe y poner en riesgo a la política.

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