Israel y su hambre por matar

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Foto: EFE


Por: Muaz Mussa

25 de julio de 2025 Hora: 07:48

Comienzo el artículo con una pregunta que resume la actual situación en Gaza. Un niños palestino le pregunta a su madre: ¿Si los israelíes me matan, seguro me dan comida en el cielo?

Desde octubre de 2023, el mundo ha presenciado una de las campañas militares genocidas más brutales de la historia humana en la Franja de Gaza. Sin embargo, hay un crimen silencioso, progresivo y sistemático que se ha convertido en una de las herramientas más devastadoras del genocidio israelí: la hambruna inducida. No se trata de un colapso logístico. Es una política deliberada, organizada, sostenida por el aparato militar y respaldada por las decisiones políticas del Estado de Israel.

Mientras las bombas llovían sobre escuelas, hospitales y refugios, otro frente silencioso se desplegaba: el asedio total. Israel cerró todos los pasos fronterizos, prohibió la entrada de alimentos, combustible, medicinas y agua potable, y bombardeó convoyes de ayuda humanitaria.

Esta estrategia no es accidental. Fue anunciada explícitamente. El exministro de guerra israelí, Yoav Gallant, declaró: «Estamos imponiendo un cerco completo, No habrá electricidad, ni alimentos, ni combustible. Estamos luchando contra animales humanos». Esta declaración no es retórica; es una confesión de intención genocida.

La hambruna en Gaza no es una consecuencia ni menos daños colaterales, sino es un arma que Israel ha utilizado como forma de presión, castigo colectivo y exterminio.

Según el informe de la Red Global contra las Crisis Alimentarias (abril 2025), Gaza ha alcanzado el nivel 5 de inseguridad alimentaria: catástrofe total. Más del 85% de la población sufre hambre aguda, mientras 1.1 millones de personas están en riesgo inmediato de inanición.

La UNICEF alertó en mayo 2025 que más de 34,000 niños padecen desnutrición severa. Al menos 3,000 niños han muerto directamente por hambre y falta de acceso a alimentos terapéuticos.

En el hospital Al-Awda en el norte de Gaza, murieron 17 recién nacidos en incubadoras por la falta de electricidad y leche.

El 1 de abril del 2024 las Fuerzas sionistas lanzaron directamente tres misiles consecutivos contra tres automóviles pertenecientes a la ONG World Central Kitchen (WCK), matando a siete trabajadores humanitarios que habían estado distribuyendo alimentos en el norte de la Franja de Gaza.

El Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional establece en su Artículo 7 que la privación intencional de acceso a alimentos y medicinas puede constituir un crimen de lesa humanidad. En su Artículo 8, se considera crimen de guerra si se emplea el hambre como método de combate. Eso es literalmente lo que está llevando a cabo el estado de la ocupación Israelí.

Organizaciones como Human Rights Watch, Amnistía Internacional han calificado estas acciones como «crímenes atroces». La propia relatora especial de la ONU sobre Palestina la ha calificado como genocidio.

Washington ha vetado en el Consejo de Seguridad más de cinco resoluciones de alto el fuego desde octubre de 2023. Además, ha seguido enviando armamento a Israel y ha aprobado ayudas militares por valor de 14 mil millones de dólares.

En cuanto a la UE, aunque algunos países han criticado públicamente las acciones israelíes, la UE no ha impuesto sanciones reales ni ha suspendido los acuerdos comerciales con Israel. Mientras en varios casos, ha cortado fondos a organizaciones palestinas con acusaciones infundadas de vínculos con grupos armados.

Ante la opinión pública, Israel sigue practicando la desinformación, la Fundación Humanitaria de Gaza, que no es más que una fundación para asesinar, fue creada por el mismo estado de la ocupación para servir sus planes militares, razón por la cual todas las agencias de la ONU se negaron a legitimar su rol asesino, sobre todo cuando vemos diariamente como asesinan en vivo y directo a centenares de palestinos en filas esperando la supuesta ayuda humanitaria. 

Pese al horror, Gaza resiste. Las madres, los médicos, los periodistas siguen de pie. La dignidad palestina se alza como prueba de que el hambre no ha destruido la conciencia colectiva, aunque haya arrasado los cuerpos.

La comunidad internacional tiene una deuda histórica. Cada niño que muere por hambre en Gaza no solo es víctima de Israel, sino del sistema internacional que permitió que el hambre se convirtiera en arma.

Quien aún hable del derecho de Israel a defenderse frente a un pueblo que muere literalmente sin comida, ha renunciado a su humanidad. Israel está asfixiando a una población entera por hambre bajo la mirada del mundo, lo hace buscando distorsionar la conciencia colectiva de un pueblo que busca su independencia.

Otto Adolf Eichmann ha resucitado, hoy se llama Benjamín Netanyahu primer ministro de Israel, se llama Eyal Zamir Jefe del Estado Mayor del ejército israelí, se llama Israel Katz, ministro de guerra israelí. Eichmann hoy en día es cada periodista que desinforma o calla.

Vayamos a la acción, ya no más discursos.

Autor: Muaz Mussa

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