El arte de la política: ¡Madres, con Maikelys venció la ternura y la patria!

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Oswaldo Guayasamín en la serie La ternura combina colores cálidos, vivos y ocres que nos transmiten sensaciones que hablan del amor y la intimidad.


Por: David Gómez Rodríguez

16 de mayo de 2025 Hora: 18:15

Este 14 de mayo quedará registrado en la memoria de los venezolanos como un día para celebrar un tipo de antiimperialismo en el que la ternura y el amor se hacen el centro de todo. Este día arribó al Aeropuerto Internacional “Simón Bolívar” la bebé Maikelys Espinoza y, de manos del presidente Nicolás Maduro, la primera combatiente Cilia Flores y el capitán Diosdado Cabello, fue entregada a su madre en un acto de justicia que conmueve al mundo, pero muy especialmente a los venezolanos que han sido agredidos, engañados y empujados para salir de los brazos protectores de su patria como migrantes. El reencuentro de Maikelys y su mamá es un momento épico que la Revolución nos entrega y que encarna la esperanza de aquellos que están lejos, pero que hoy pueden volver y ser recibidos con las puertas abiertas.

Maikelys Espinoza había sido arrancada de los brazos de su madre, durante una acción criminal de deportación masiva ejecutada por el Gobierno de los Estados Unidos, en una nueva forma de ejercer el fascismo contra Venezuela. El presidente Nicolás Maduro, en su rol de Jefe de Estado pero también de padre, ha asumido la defensa de los migrantes venezolanos, alzando la voz contra las injusticias que se cometen contra ellos en el marco de la xenofobia y la persecución fascista que ejerce con especial ahínco el Gobierno de Donald Trump, el cual ha declarado, a través de la activación de un decreto, a los venezolanos como “enemigos extranjeros”.

Para decirlo desde el arte, Guayasamín denunció siempre con crudeza y convicción tenaz los horrores y los dramas sociales producidos por el capitalismo, dando a sus obras una expresividad combativa y conmovedora dentro de la escuela indigenista de las artes plásticas. No obstante, en la etapa titulada Mientras viva en tu recuerdo, conocida también como La Ternura, el maestro de la plástica ecuatoriana dedica casi cien obras a su madre y a las madres del mundo, y esa rabia, ese dolor que se percibe en su forma de pintar, se muestran en esos lienzos cruzados por el amor más puro. Podemos decir que es la misma rabia, dolor y amor que sienten las madres venezolanas que hoy tienen a sus hijos secuestrados en El Salvador a merced de un régimen lacayo del imperialismo norteamericano ¡Guayasamin las interpreta desde la pintura!

Con el rescate de Maikelys, que es una victoria contra lo inhumano, estoy seguro de que las madres de todo el continente y es especial las madres de los migrantes venezolanos se sienten, por el lado de la rabia, más antiimperialistas, y por el lado del amor, esperanzadas y defendidas. Los fascistas deben temblar frente al amor de una mujer que cuida a sus hijos, pues en medio de esta lucha sucederá como en la obra La madre de Máximo Gorki, novela donde Pelagia sufre los golpes del mundo a través de la explotación y la violencia, y ve cómo su hijo es perseguido y encarcelado por asumirse revolucionario y socialista. Pelagia entonces, por amor a Pavel, su hijo, comienza un proceso de transformación donde ella misma desarrolla una consciencia que la suma activamente a la lucha por la justicia. Si aún no la han leído, se las recomiendo.

Oswaldo Guayasamín en la serie La ternura y particularmente en la obra Maternidad (1987) combina colores cálidos, vivos y ocres que nos transmiten sensaciones que hablan del amor y la intimidad. El niño, en el centro de la obra, como Maikelys, está despierto, mirándonos fijamente, con seguridad y ternura, acurrucado en las manos grandes de su madre, manos que nos invitan a pensar en la capacidad protectora. Como los ojos del niño y de Maikelys, las manos son expresivas, hablan por sí mismas. Queda claro que con la obra general de Guayasamín podemos interpretar el hastío frente a la injusticia, pero también podemos sentir la tibieza de un abrazo maternal.

Justo en la semana que sucede al Día de la Madre podemos decir con certeza que nuestras progenitoras y nuestros hijos han sido blanco del imperialismo en el marco de las medidas criminales a las que han llamado “sanciones” ¿Quién puede defenderlas de estos ataques sino nosotros mismos? La derecha venezolana ha incentivado la crisis interna y ayudado a criminalizar a los migrantes venezolanos. La verdad es que no tuvieron ni la descendencia ni la humanidad para solidarizarse con la madre de Maikelys. Frente a esta situación, los venezolanos debemos defender a nuestras madres y a nuestros hijos del imperialismo y también de aquellos que son capaces de vender a su familia y su patria por sus ansias de poder.

Puedo decir, cómo todos los que han pasado años lejos de su mamá, que volver a los brazos de esa persona que te ama con fiereza y rotunda entrega vale más que cualquier ilusión. Vale todo el esfuerzo volver para tener ese amor latente y a partir de él luchar para hacer que la madre de todos: nuestra patria, pueda sonreír sintiendo nuestra fidelidad y devoción. Si nos sentimos hijos de una misma madre compartimos sangre y horizontes. Si la respetamos y amamos de verdad podemos trabajar juntos como hermanos. Hay que decirlo maduramente, como un salvadoreño digno, que se enfrentó a la injusticia desde la militancia y la poesía, Roque Dalton:

Yo, como tú,

amo el amor, la vida, el dulce encanto

de las cosas, el paisaje

celeste de los días de enero.

También mi sangre bulle

y río por los ojos

que han conocido el brote de las lágrimas.

Creo que el mundo es bello,

que la poesía es como el pan, de todos.

Y que mis venas no terminan en mí

sino en la sangre unánime

de los que luchan por la vida,

el amor,

las cosas,

el paisaje y el pan,

la poesía de todos.

Autor: David Gómez Rodríguez

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