La ciudad de Los Ángeles se ha convertido en un punto de concentración militar, albergando a casi 4.800 efectivos estadounidenses, una cifra que excede el número de las tropas estadounidenses desplegadas en Irak y Siria, según comunicaron medios de prensa internacionales.

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Esta multitudinaria presencia militar responde a la orden del presidente Donald Trump, que incluyó el envío de 2.000 efectivos adicionales de la Guardia Nacional este lunes 9, sumándose a los 2.000 que ya habían comenzado a llegar el domingo, tras un memorándum firmado el sábado.

A este contingente se sumó el arribo de un batallón de aproximadamente 700 marines, lo que elevó el total de personal militar en la urbe.

El mandatario ha sido criticado por defender la medida, ya que afirmó en la red Truth Social que, de no haber enviado tropas, Los Ángeles «estaría ardiendo hasta los cimientos ahora mismo», mientras en su habitual tono ofensivo calificó de «incompetentes» al gobernador de California, Gavin Newsom, y a la alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass.

Al respecto, el gobernador de California, Gavin Newsom, calificó la medida como una provocación y anunció acciones legales contra el gobierno federal.

Newsom denunció a través de la red social X la acción «no se trata de seguridad pública», sino de «alimentar el ego de un presidente peligroso», calificándola de «imprudente, inútil y una falta de respeto a nuestras tropas».

La comparación con los despliegues en el extranjero es notable: en Irak se calcula que sirven 2.500 soldados, y en Siria, 1.500, según reportes de agencias de prensa internacionales.

En este sentido, la situación en Los Ángeles se ha visto marcada por protestas y disturbios derivados de las redadas migratorias del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE).

Las manifestaciones comenzaron el pasado fin de semana tras la detención de decenas de personas en operativos sorpresa, escalando rápidamente con incidentes como quema de vehículos, enfrentamientos con la policía y bloqueos en zonas céntricas.

En el contexto de estas redadas, la Coalición por los Derechos Humanos de los Inmigrantes de Los Ángeles (CHIRLA) estima que alrededor de 300 migrantes han sido detenidos en California, la mayoría trabajadores de Los Ángeles.

Por su parte, la directora de CHIRLA, Angélica Salas, describió las redadas como algo «nunca antes visto» en sus tres décadas de defensa de los inmigrantes.

Activistas y abogados denunciaron que el ICE negó repetidamente el acceso a los detenidos y que estos enfrentan graves dificultades para obtener representación legal y respeto al debido proceso.

Además, se reportaron denuncias de hacinamiento, falta de comida y agua, y encierro en salas a oscuras por más de 12 a 24 horas para los detenidos.

Sin embargo, este escenario degradante se estima que continúe. Según información de la Casa Blanca citada por la congresista Nanette Barragán, se espera que las redadas de ICE en Los Ángeles continúen por 30 días.

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