El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, arribó este martes a Moscú para asistir a los actos conmemorativos del 80.º aniversario de la victoria del Ejército Rojo sobre la Alemania nazi en la Gran Guerra Patria (1941-1945), una fecha emblemática para el pueblo ruso y para quienes defienden la memoria histórica de la lucha antifascista.

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Durante su estancia, Lula sostendrá una reunión bilateral con el presidente Vladímir Putin, en la que abordará el conflicto en Ucrania y la necesidad de buscar soluciones negociadas. El líder del Partido de los Trabajadores (PT) ya había adelantado en enero, tras una conversación telefónica con Putin, su intención de asistir a las celebraciones y plantear su propuesta de paz.

El asesor del Kremlin, Yuri Ushakov, confirmó que la reunión tendrá lugar el 9 de mayo y subrayó que Brasil es considerado un “socio realmente prioritario” para Rusia en América Latina, no solo por su influencia regional, sino por su postura soberana frente a los alineamientos de las potencias occidentales.

Más de 20 jefes de Estado y de Gobierno han confirmado su presencia en Moscú para participar en el tradicional desfile militar en la Plaza Roja, a pesar de las presiones ejercidas desde Kiev.

El presidente ucraniano, Vladímir Zelenski, advirtió que su país “no puede hacerse responsable” de lo que ocurra en territorio ruso durante las conmemoraciones, lo cual fue interpretado por Moscú como una amenaza terrorista a escala internacional.

En contraste, la participación de Lula refuerza la posición de Brasil como actor clave del Sur Global en la promoción del diálogo, la paz y un nuevo orden internacional multipolar. Su presencia también evidencia la continuidad del compromiso histórico de América Latina con los valores de solidaridad, soberanía y autodeterminación de los pueblos.

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