Irán evalúa cerrar el estrecho de Ormuz: ¿qué pasaría si bloquea el 35% del petróleo marítimo mundial?

Teherán podría limitar el paso estratégico tras los ataques israelíes, bloqueando la ruta por donde circula más de un tercio del crudo global comercializado por vía marítima.

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Imagen aérea del estrecho de Ormuz, ruta marítima más importante para la exportación de petróleo y gas desde el Golfo Pérsico. Foto: EFE.


15 de junio de 2025 Hora: 15:10

Los mercados energéticos mundiales registran señales de alerta máxima. Tras los primeros ataques israelíes contra instalaciones nucleares iraníes el pasado 13 de junio, las probabilidades de que Teherán bloquee el estrecho de Ormuz han escalado del 24% al 47% en apenas tres días, según datos de la plataforma de predicción Polymarket.

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Este incremento del riesgo geopolítico anticipa un escenario donde el crudo Brent podría dispararse muy por encima de los 100-120 dólares por barril, con consecuencias importantes para las economías dependientes de importaciones energéticas.

El estrecho de Ormuz, arteria vital del comercio energético global, canaliza entre el 17% y el 21% del petróleo mundial —aproximadamente 17 a 21 millones de barriles diarios— además del 30% de los suministros mundiales de gas natural licuado. Su eventual bloqueo, más que una maniobra táctica iraní, resulta un arma económica capaz de redefinir el equilibrio geopolítico internacional.

La geografía como arma estratégica

«El estrecho de Ormuz es la ruta marítima más importante para la exportación de petróleo y gas desde el Golfo Pérsico», explica Nikolay Gaponenko, académico del Instituto de Derecho y Seguridad Nacional de la Academia Presidencial rusa. Esta afirmación de Gaponenko es más que técnica: «define un punto de estrangulamiento donde convergen los intereses energéticos de potencias como China, India, Japón y la Unión Europea«.

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Gráfico: teleSUR.

Las implicaciones también son más que números. China e India, economías cuyo crecimiento depende fundamentalmente de suministros energéticos estables, enfrentan el espectro de una interrupción que podría paralizar sectores industriales enteros. Europa, ya golpeada por las disrupciones energéticas derivadas del conflicto ucraniano, vería comprometida su recuperación económica.

La sentencia iraní no carece de precedentes históricos. En mayo de 2019, Teherán advirtió que cualquier interferencia en sus exportaciones petroleras podría «agitar los mercados y disparar los precios». Ahora, con Esmaeil Kowsari, miembro de la Comisión de Seguridad Nacional iraní, declarando que el cierre del estrecho está «bajo consideración», la situación se transforma en posibilidad real.

El Viceprimer Ministro iraquí, Fuad Hussein, ha sido más específico en sus proyecciones: «Los precios del petróleo pueden aumentar hasta 200-300 dólares por barril en caso de que comiencen las hostilidades». Esta estimación, comunicada al Ministro alemán de Asuntos Exteriores Johann Wadephul, refleja cálculos estratégicos que trascienden la especulación financiera.

Impacto inmediato en mercados

La reacción de los mercados energéticos ha sido inmediata. El crudo Brent experimentó una subida superior al 8% el viernes, alcanzando picos intradiarios del 13%. Por primera vez desde abril, los precios superaron los 70 dólares por barril, señalando el inicio de una nueva fase de volatilidad energética.

Un analista de RBC Capital Markets subraya que, «aunque es improbable un bloqueo prolongado debido a la presencia naval estadounidense, incluso un aumento marginal del riesgo puede mover bruscamente los mercados». Esta evaluación refleja la hipersensibilidad de un sistema energético global ya tensionado por múltiples crisis geopolíticas.

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Gráfico: teleSUR.

El cierre hipotético del estrecho de Ormuz provocaría «una pérdida de aproximadamente cinco millones de barriles diarios de petróleo del Golfo Pérsico e Irak«, según la autoridad iraquí, Hussein. Esta cifra representa más que una disrupción temporal, constituye un shock sistémico capaz de desencadenar crisis inflacionarias en cadena.

Un enfrentamiento naval directo entre Estados Unidos e Irán escalaría inmediatamente hacia conflicto regional generalizado, con consecuencias impredecibles para aliados estadounidenses en la región.

La terminal de Kharg, situada a 25 kilómetros de la costa iraní, concentra 90% de las exportaciones de crudo iraní. Cualquier ataque a esta instalación —que añadió 2 millones de barriles de capacidad en mayo— perturbaría gravemente el suministro global. Aunque el sistema energético mundial mantiene mecanismos de compensación.

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Gráfico: teleSUR.

Irán, tercer productor de la OPEP, aumentó la producción interanual un 13% en 2024 hasta 3,3 millones de barriles diarios, desafiando sanciones estadounidenses reimpuestas desde 2018. Esta capacidad productiva sostenida, combinada con el control del estrecho de Ormuz —que canaliza 20% del suministro mundial de petróleo y gas natural licuado— convierte a Teherán en un actor energético sistémico.

Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos poseen la mayor capacidad excedentaria de la OPEP. «Pueden aumentar producción muy rápidamente, en 30 días, y compensar cualquier pérdida significativa iraní», explica un análisis geopolítico de Rystad Energy. El problema sería que «las tensiones militares en el Golfo podrían dificultar exportación de crudo saudí y emiratí».

El analista Daan Struyven de Goldman Sachs eleva su objetivo de precios a corto plazo, advirtiendo que el conflicto podría recortar 1,75 millones de barriles por día de petróleo iraní, impulsando el Brent por encima de los 90 dólares. Sin embargo, proyecta una caída hacia los 60 dólares en 2026, asumiendo recuperación gradual de la oferta.

Estas proyecciones reflejan la complejidad de un mercado donde factores geopolíticos, capacidades de producción y reservas estratégicas interactúan en escenarios de alta incertidumbre.

Operación León Naciente: el detonante

La Operación León Naciente, lanzada por Israel en la noche del 13 de junio, marca un escalón crítico en la agresión de la entidad sionista contra la República Islámica. El ataque dirigido contra el programa nuclear iraní, según reportes de las autoridades persas recogidos por el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), destruyó parte de la planta de enriquecimiento subterránea de Natanz, representando una línea roja cruzada.

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Israel bombardeó las instalaciones nucleares iraníes horas después de que Teherán rechazara un informe del OIEA, una polémica resolución de la Junta de Gobernadores del organismo internacional respaldada por Estados Unidos, Francia, Alemania y Reino Unido.

Esta resolución marca la primera ocasión en casi dos décadas que declara a Irán en presunto incumplimiento de sus compromisos nucleares, decisión que llevó a la República Islámica a anunciar la construcción de su tercer complejo de enriquecimiento de uranio.

Esta decisión soberana precedió una devastadora serie de ataques israelíes que eliminaron científicos nucleares clave y bombardearon las instalaciones atómicas del país persa. La respuesta iraní se materializó en menos de 24 horas con la Operación Promesa Verdadera III.

Los intercambios del 14 y 15 de junio demostraron capacidades militares reales y voluntad política de utilizarlas. Mientras, la capacidad de las potencias regionales y globales para contener la escalada determinará si esta crisis se resuelve mediante negociación o evoluciona hacia confrontación abierta.

Autor: teleSUR - Daniel Ruiz Bracamonte

Fuente: TASS - Anadolu - Bloomberg - agbi