En un mundo atrapado por la retórica del enfrentamiento y la expansión militar, la ciudad de Bruselas fue escenario de un poderoso contraste. Mientras en La Haya, Países Bajos, los líderes de la OTAN se reunían este 24 y 25 de junio para reforzar alianzas bélicas y actualizar estrategias de intervención, en el corazón político de la Unión Europea se alzaba una voz colectiva por la paz, la cooperación y la dignidad humana: el Foro Internacional por la Paz 2025, celebrado el 23 y 24 de junio.

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El contraste no puede ser más elocuente. Mientras la cumbre atlántica refuerza bloques militares, el Foro por la Paz llama a desmontarlos. Mientras los gobiernos reunidos bajo la OTAN discuten sobre presupuestos de defensa, inteligencia táctica y disuasión nuclear, las más de 50 delegaciones sociales, políticas y diplomáticas reunidas en Bruselas abogaban por el diálogo multilateral, el desarme y la resolución no violenta de los conflictos internacionales.

La Cumbre de la OTAN, que este año se desarrolla en medio de la intensificación de la guerra en Ucrania y de nuevas amenazas contra Irán, sigue apostando por el lenguaje de la superioridad militar como garante de la estabilidad mundial.

Una narrativa que ignora deliberadamente el creciente sufrimiento de los pueblos sometidos a bloqueos, sanciones o bombardeos preventivos. En cambio, el Foro por la Paz cuestiona el modelo de seguridad hegemónico que prioriza el dominio sobre la justicia, y que ha hecho de la guerra un negocio permanente.

En su mensaje leído por el encargado de negocios de la embajada de Cuba en Bélgica, el presidente Miguel Díaz-Canel denunció el uso sistemático de la guerra como instrumento de poder global, y propuso una visión transformadora: “La paz debe ser concebida como la eliminación de los desequilibrios provocados por el robo de recursos, por la imposición de voluntades, por las prácticas colonialistas y por todo aquello que vulnera la dignidad humana”.

Esta declaración, respaldada por líderes como Claudia Sheinbaum y Lula da Silva, contrasta directamente con los posicionamientos de los países miembros de la OTAN, que insisten en la militarización de las relaciones internacionales como única vía de orden.

El Foro de Bruselas también puso en evidencia cómo la lógica de la guerra ha penetrado las instituciones internacionales, debilitando los marcos jurídicos del derecho humanitario y vaciando de contenido la noción de derechos humanos.

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