Más de un centenar de autores, entre voces consagradas y nuevas promesas, se han reunido en esta nueva edición de la Feria Internacional del Libro, que se lleva a cabo en Quito, para remarcar que los libros todavía pueden formar el pensamiento crítico y la cultura general.

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Este evento ya se ha convertido en un referente cultural de la ciudad; puesto que «nos hemos preparado durante muchos meses para este encuentro en la feria, y este es el resultado de un esfuerzo realizado con gran dedicación para la comunidad. La conexión con el libro y el lector es fundamental para nosotros», comentó el organizador de la Feria Internacional, Santiago Vizcaíno.

Este año, Costa Rica es el país invitado de honor, y su participación no solo ha traído libros, sino también el eco de su música y el ritmo de su teatro. «La esencia centroamericana atraviesa los pasillos del centro cultural Ichimbía», como lo destacó Rodolfo González, un escritor costarricense.

Costa Rica considera que visibilizar su literatura aquí es de gran importancia tanto para los autores como para las autoras contemporáneas. Primero que todo, es un honor contar con invitados como María Pérez Iglesias, una escritora de gran trayectoria con un perfil diverso: escribe para niños, jóvenes, novelas, ensayos y cuentos. También hay un espacio para quienes recién empiezan a explorar el asombro. Entre relatos y colores, los más pequeños hallan aquí un refugio donde todo es posible, como sucede con Juan Carlos Morales, quien escribe para niñas, niños y adolescentes.

En un contexto de crisis económica y violencia como el que vive Ecuador, esta feria, que permanecerá abierta hasta el 8 de junio, representa sembrar semillas; es un acto político y una oportunidad para encontrar un país donde, lamentablemente, solo el uno por ciento de la población lee.

Juan Carlos Morales abraza esta idea y la refuerza al afirmar que «tener este espacio es también un acto de rebeldía. Creo que leer en esta época, en cualquier parte del mundo, es un acto de resistencia; sobre todo, se trata de recuperar nuestra mitología y no mantener siempre una perspectiva eurocéntrica del mundo, sino descubrir nuestras propias raíces».

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