En un giro inesperado, el Partido de Trabajadores del Kurdistán (PKK) anunció su disolución y el abandono de la lucha armada, una decisión que marca un punto de inflexión en la historia reciente de Türkiye. El anuncio fue hecho oficial el 12 de mayo, tras la celebración de un congreso entre el 5 y el 7 de mayo, convocado por el fundador y líder histórico del PKK, Abdullah Öcalan, quien cumple cadena perpetua.

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El presidente de Türkiye, Recep Tayyip Erdogan, calificó la decisión como un «umbral crítico» en el proceso de construir un país «sin terrorismo», y resaltó su importancia para la seguridad nacional y la estabilidad regional.

Por su parte, el líder del Partido del Movimiento Nacionalista y socio del gobierno en coalición, Devlet Bahçeli, saludó el anuncio y agradeció tanto a Öcalan como al Partido de la Democracia e Igualdad de los Pueblos, considerado el brazo político del PKK.

Desde la oposición, el líder del Partido Republicano Popular, Özgür Öcal, celebró la noticia como un «símbolo de esperanza y hermandad», aunque advirtió sobre posibles maniobras políticas. Insistió en la necesidad de que el Parlamento turco actúe de manera inclusiva, sin marginar a ninguna fuerza política, y garantice una solución democrática al conflicto kurdo.

Mientras el Gobierno impulsa la creación de una nueva Constitución, la oposición exige elecciones anticipadas, lo que refleja la división de posturas dentro del escenario político nacional.

Entretanto, la opinión pública se muestra dividida: algunos ven esta decisión como el fin de un prolongado conflicto armado, mientras otros expresan preocupación sobre el impacto en la unidad nacional.

De acuerdo con expertos, con esta decisión histórica Türkiye se enfrenta a un momento crucial y el rol del Parlamento será determinante en el futuro político del país y en la consolidación de una paz duradera.

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