Encíclica “Laudato sí”: Un canto para la protección planetaria
Robert Francis Prevost, de 69 años, fue electo este jueves 8 de mayo de 2025, como el nuevo Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, bajo la denominación de León XIV. según expertos dará continuidad al legado de Francisco.

El Sínodo Amazónico, convocado por el Papa Francisco, fue un encuentro de Iglesia con un clima “de intercambio abierto, libre y respetuoso de los obispos pastores de la Amazonía, misioneros y misioneras, laicos, laicas, y representantes de los pueblos indígenas de la Amazonía. Foto: Vatican News.
9 de mayo de 2025 Hora: 12:00
El 7 de mayo inició la primera reunión del Cónclave en el Vaticano, la cual se extendió por dos días consecutivos. El jueves ocho de mayo, tras la tradicional expulsión del humo blanco de la tercera fumata poco después de las 18H00 (hora local) en el Vaticano, el mundo conoció que el cónclave había logrado la mayoría equivalente a los dos tercios de los votos válidos, que confirma la elección del nuevo Papa.
Robert Francis Prevost, será el 267 pontífice de la historia, sucediendo a Francisco (2013-2025), quien falleció el pasado 21 de abril con 88 años de edad.
En el Cónclave participaron 133 Cardenales provenientes de 70 países, este tradicional ritual posee ocho siglos de antigüedad y no sólo abarca dimensiones políticas por sus consecuencias a todas las escalas de la feligresía cristiana y católica, sino que es considerado como uno de los actos o expresiones más profundos de fe en esta iglesia, ya que el Papa es su figura de máxima jerarquía y quien guiará sus políticas y decisiones en los próximos años.
Este protocolo se activó luego del sensible fallecimiento del Papa Francisco. El Pontífice cuyo nombre secular fue Jorge Mario Bergoglio, eligió como título en su papado, el del Santo católico San Francisco de Asís. A los pocos días de ser elegido el 16 de marzo de 2013, Francisco anunció ante miles de periodistas que tomó en serio las palabras de su amigo el cardenal Hummes «me abrazó, me besó y me dijo: ‘No te olvides de los pobres», y escogió ser llamado como san Francisco de Asís, «el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y protege la creación», el mismo mundo creado «con el cual no tenemos una relación tan buena».
Esta sensible determinación del Sumo Poncífice, marcó su papado mientras duró, caracterizado por promover una relación más justa entre los hombre y en mayor equilibro con nuestro planeta. Uno de los mayores aportes a esta causa lo constituye su Encíclica “Laudato Sí”.
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Las encíclicas son los documentos más importantes y de mayor relevancia que emite el Papa y el Vaticano. Su carácter de “Circular” circunscribe las líneas de acción, y las líneas políticas que va a seguir toda la jerarquía eclesiástica. La encíclica Laudato sí, es un documento de este tipo, dedicado exclusivamente para la protección ambiental, de la biodiversidad y de nuestro planeta en general.
Publicada el 18 de junio del 2015, la encíclica se tituló como “Laudato sí”, lo que significa “alabado sea”, ya que Francisco para su redacción tomó referencia de escritos de San Francisco de Asís, considerado como el santo de la fauna, animales, que iniciaban con los cánticos de: “Laudato si«, mi’ Signore”, “Alabado seas, mi Señor”. En este proceso de meditación y redacción, el Papa generó este documento donde hace una revisión clara de todas las cifras, toda la situación a nivel global, de las consecuencias del cambio climático, de la pérdida de la biodiversidad, de la relación con el ambiente que los países del mundo estaban teniendo en ese momento.
Dentro de “Laudato sí”, el Papa Francisco dimensiona la tierra bajo la denominación de “La casa común”, un precepto que coincide con elementos de la cosmovisión de los pueblos originarios latinoamericanos como los Aymaras, donde preceptos como “el vivir bien”, fundamenta la relación que debe tener la humanidad con su entorno y las especies de flora y fauna con las que compartimos esta casa común planetaria.
En una primera parte del documento, Francisco cita al Patriarca Bartolomé, quien “se ha referido particularmente a la necesidad de que cada uno se arrepienta de sus propias maneras de dañar el planeta, porque, “en la medida en que todos generamos pequeños daños ecológicos”, estamos llamados a reconocer «nuestra contribución pequeña o grande a la desfiguración y destrucción de la creación». Con esta reflexión el Papa resume la responsabilidad de todos y cada uno de nosotros con la degradación ecológica del planeta, pero no se limita a mencionar las responsabilidades individuales, sino que en su disertación, pone énfasis en cuestionar el modelo de producción y consumo capitalista, cuando se refiere a:
«Estos problemas están íntimamente ligados a la cultura del descarte, que afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura. Advirtamos, por ejemplo, que la mayor parte del papel que se produce se desperdicia y no se recicla. Nos cuesta reconocer que el funcionamiento de los ecosistemas naturales es ejemplar: las plantas sintetizan nutrientes que alimentan a los herbívoros; estos a su vez alimentan a los seres carnívoros, que proporcionan importantes cantidades de residuos orgánicos, los cuales dan lugar a una nueva generación de vegetales».
En esta misma línea, Francisco detalló que «el sistema industrial, al final del ciclo de producción y de consumo, no ha desarrollado la capacidad de absorber y reutilizar residuos y desechos. Todavía no se ha logrado adoptar un modelo circular de producción que asegure recursos para todos y para las generaciones futuras, y que supone limitar al máximo el uso de los recursos no renovables, moderar el consumo, maximizar la eficiencia del aprovechamiento, reutilizar y reciclar. Abordar esta cuestión sería un modo de contrarrestar la cultura del descarte, que termina afectando al planeta entero, pero observamos que los avances en este sentido son todavía muy escasos»
También otro llamado de Francisco es el de superar la visión mercantilista de la naturaleza que se expresa en: “no basta pensar en las distintas especies sólo como eventuales «recursos» explotables, olvidando que tienen un valor en sí mismas. Cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, pérdidas para siempre. La inmensa mayoría se extinguen por razones que tienen que ver con alguna acción humana. Por nuestra causa, miles de especies ya no darán gloria a Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje. No tenemos derecho”
En esta línea de pensamiento el Sumo Pontífice hablo de la importancia de proteger ecosistemas estratégicos como las áreas marinas, grandes bosques tropicales como la selva del Congo y la Amazonía. Respecto a este vasto territorio, también denuncio el peligro de su internacionalización para las soberanías nacionales: “un delicado equilibrio se impone a la hora de hablar sobre estos lugares, porque tampoco se pueden ignorar los enormes intereses económicos internacionales que, bajo el pretexto de cuidarlos, pueden atentar contra las soberanías nacionales. De hecho, existen «propuestas de internacionalización de la Amazonia, que sólo sirven a los intereses económicos de las corporaciones transnacionales».

En particular sobre el cambio en los patrones de la agricultura, Francisco cuestiona la pérdida de biodiversidad como consecuencia de los monocultivos: “El reemplazo de la flora silvestre por áreas forestadas con árboles, que generalmente son monocultivos, tampoco suele ser objeto de un adecuado análisis. Porque puede afectar gravemente a una biodiversidad que no es albergada por las nuevas especies que se implantan. También los humedales, que son transformados en terreno de cultivo, pierden la enorme biodiversidad que acogían. En algunas zonas costeras, es preocupante la desaparición de los ecosistemas constituidos por manglares”.
En la encíclica “Laudato sí” Francisco no sólo hace una revisión exhaustiva de la situación del planeta y sus ecosistemas, sino que cuestiona profundamente el modelo de producción y consumo actual, que ha generado la grave crisis ambiental que enfrenta la humanidad. Toma en cuenta cada una de las categorías que lo integran como lo social, lo económico y lo ambiental, denuncia las grandes asimetrías entre los países del norte industrializado y el sur explotado. Propone como necesaria una nueva espiritualidad que vincule al hombre de una manera más amable con el planeta, con la casa común como él lo llama, e invita a mejorar las relaciones entre los gobiernos para alcanzar estos objetivos, de brindar a los más humildes las oportunidades necesarias para tener una vida más plena y contribuir con la construcción de la paz tan necesaria para los pueblos del mundo.

El Cardenal agustino Robert Francis Prevost, de 69 años, es Prefecto del Dicasterio para los Obispos, Arzobispo-Obispo emérito de Chiclayo, Perú. Nació el 14 de septiembre de 1955 en la ciudad de Chicago, estado de Illinois, Estados Unidos.
De origen estadounidense, Prevost fue nombrado como Cardenal de Chiclaya, Perú en 2023, por el papa Francisco, en el Consistorio del 30 de septiembre de 2023, de la Diaconía de Santa Mónica.
Líderes de diversos países manifestaron su alegría por la elección del nuevo papa con llamados a dar continuidad a las políticas ambientales propuestas por el Papa Francisco para apostar a la construcción de un mundo más justo tanto con la humanidad más humilde como con nuestros frágiles ecosistemas.
Autor: Eliécer Centeno