Cien años de una canción famosa

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Con Dos Gardenias, Isolina Carrillo (1907-1996) enamoró a miles de personas en todo el mundo.


5 de julio de 2025 Hora: 10:54

Dos gardenias para ti,
Con ellas quiero decir
Te quiero, te adoro,
Mi vida…

Aunque nunca pensó en componer y lo hizo en 1935 para regalarle un vals a un amigo, aún constituye un enigma quién inspiró la canción que la hizo famosa.

“Es algo que llegó para quedarse por su sencillez y la universalidad de los sentimientos que expresa”. Comentó Isolina Carrillo, sobre su obra más conocida que cumple sus primeros 100 años.

La que fue su flor favorita, por su aroma y belleza, logra su más exquisita expresión en primavera, porque es hija de la humedad y la luz. También se le conoce como Jazmín del cabo y nadie sabe cómo llegó a Cuba, esta flor originaria del sur de China.

La Gardenia crece prácticamente de forma silvestre; sin embargo, para quienes no lograban verla florecer en sus jardines, los pregoneros cubanos -mientras caminaban lentamente para dejar entrar su fragancia hasta las casas- entonaban por las calles: – ¡Compren Gardenias olorosas, para su dama preciosa! ¡Compren esta flor fragante, para su dama elegante!

Aquella perfumada canción

Cuentan que en la primavera de 1945, las gardenias que emanan musicalizadas de las manos de Isolina, fueron interpretadas por vez primera en la voz de quien sería su esposo, Guillermo Arronte, barítono de la Ópera Nacional.

La creación musical registrada en la Sociedad de Autores de Cuba, en pleno “boom” de la radio, el 23 de abril de 1947, se convirtió en el bolero más internacionalmente conocido de la célebre compositora, conocido desde la emisora RHC Cadena Azul, ubicada en el Paseo del Prado 45, esquina a Capdevila, donde ella trabajaba.

“Es un texto que manifiesta los sentimientos de todos los enamorados, en cualquier lugar del planeta en que se encuentren. Hay canciones que hablan de desamores, de angustias, celos y pasiones frustradas, y esta transmite todo lo contrario. “Dos Gardenias” es un canto a la ternura y la esperanza”. Tal cual Isolina lo afirmó.

Ponles toda tu atención
Que serán tu corazón
Y el mío

La también cantante, pianista y ejecutante de diversos instrumentos, que enamoró con esta canción a miles de personas en el mundo, nació en La Habana un 9 de diciembre de 1907, ciudad donde falleció el 21 de febrero de 1996, tras una larga y fructífera trayectoria artística.

Con apenas diez años, ejecutó como pianista suplente en la Orquesta de Calixto Allende, en el cine Strand, del Barrio de Cayo Hueso, justamente dada la destreza adquirida desde los primeros estudios en el Conservatorio Municipal de la Habana.

“A la edad de 10 años hice mi debut ante el público, reemplazando al pianista que tocaba en la orquesta de mi padre, debido a que se encontraba enfermo. El pianista de turno no llegó y mi padre no sabía qué hacer. Entonces uno de los músicos dijo: “La niña hace maravillas” y, ahí mismo me enganché para ganar algún dinerito para la comida de la familia”, dijo al periodista Rafael Lam Marimón.

“Yo provenía de una familia muy relacionada con la música, pues mis hermanos también tocaban instrumentos musicales. Mi madre era modista y mi padre motorista de tranvía, que combinaba como guitarrista, tresero o laudista de algunas agrupaciones musicales”. Agregamos que de sus hermanos, Braulio se hizo percusionista y Luis se convirtió en flautista.

“El cine silente nos brindó a muchos músicos, especialmente a los pianistas, un medio de ganarnos la vida; eran los tiempos en que el mambo estaba duro”, agregó. Después en ese año de 1917, trabajó como pianista suplente en la Orquesta de Calixto Allende, que actuaba en el cine silente Strand; también en el Hisperia y el Favorito.

La jovencita virtuosa, no escapó de los perjuicios de conductas racistas, que limitaban sus ansias y el derecho a expresar su musicalidad innata. Tuvo que abrirse camino frente a manifestaciones discriminatorias, presentes tanto en el imaginario popular, como en las reglas sociales preservadas del legado hegemónico colonial.

Su pasión por la música y constancia en el trabajo, derivaron en el conocimiento armonioso y una gran versatilidad en la ejecución de varios instrumentos como la guitarra, la trompeta, el piano, el tres, el bongó y hasta el órgano.

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Así dirigió la agrupación femenina “Las trovadoras del Cayo”, donde cantaba y hacía las inspiraciones vocales en los montunos o estribillos, además de ejecutar la trompeta. El Septeto, creado por Isolina en 1933, se presentó en escenarios de Camagüey, Santiago de Cuba, Santa Clara y Cienfuegos; compartieron con las orquestas de Orestes López, Neno González, Las Anacaona,  así como con el septetos Habanero e Indias del Caribe.

“Las trovadoras del Cayo” fueron aclamadas en las Sociedades Habaneras, San Francisco de Paula y Jóvenes Amigos, como en los cines Nora, Strand, Imperio y el Gran Cine Esmeralda. Después integró un trío con el reconocido guitarrista Vicente González Rubiera “Guyún” y el cantante Marcelino Guerra “Rapindey”, donde ella ejecutaba el piano.

El fin de la actividad de esa agrupación femenina fue en 1935, dadas las ansias de Isolina de trabajar como pianista solista y acompañante de célebres cantantes.

Entonces realiza presentaciones en la CMQ Radio y RHC Cadena Azul, donde forma la Orquesta Típica Gigante y acompañó en el “Alí Bar” -emblemático escenario de La Habana, ubicado en Arroyo Naranjo- al reconocido intérprete cubano, Benny Moré.

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En la emisora radial RHC Cadena Azul, propiedad de Amado Trinidad, crea el conjunto Tropicuba y trabaja con el músico y director Adolfo Guzmán.

La Corte Suprema del Arte, el polémico y popular programa de la radio cubana de la primera mitad del siglo XX, que promocionaba la búsqueda del talento artístico en momentos en que se necesitaba renovar el cuadro lírico en ese medio, contó con el acompañamiento de Isolina Carrillo a los contendientes y concursantes.

“Yo fundé y dirigí en 1940 el quinteto Siboney, con Joseito Núñez, Alfredito León, Facundo Rivero y Marcelino Guerra “Rapindey, con el que realicé varias giras por países como México, Venezuela, Colombia, Perú, Chile y Ecuador, en el 1938”.

Confirmó Isolina sobre esos años, donde alcanzó en la radio, el mayor reconocimiento como compositora de boleros, guarachas y sones. Creó un cuarteto con su esposo el tenor Guillermo Arronte, Berta Velázquez, Gilda Cánovas y Gloria Sánchez; por este cuarteto pasó la santiaguera Olga Guillot en 1944, reconocida como ‘la reina del bolero’.

Fundó la orquesta femenina “Indias del Caribe”. Isolina como directora, en el piano y voces, Ana María García Quijada y en canto Engracia Pérez, Margarita en el piano y voces, en el Ercilia Fernández en el güiro y voces.

La consagración de Isolina

Contaba con obras emblemáticas de su autoría: Fiesta de Besos, Canción sin amor, Increíble. “Y, posiblemente la más famosa de todas mis obras, Dos gardenias. Esta última composición la interpretaron diversos cantantes como Daniel Santos, Antonio Machín, Ángel Canales, Pedro Vargas, Rosa Carmina, María Rita, entre otros”, precisó Isolina.

Con la interpretación del puertorriqueño radicado en La Habana por 15 años -entrando y saliendo- Daniel Santos, Dos Gardenias se convirtió en un verdadero ‘exitazo’. Tras su actuación, el público expresaba su preferencia con delirantes aplausos.

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Fue Daniel Santos quien realizó la primera grabación de dicha creación y la popularizó internacionalmente con la orquestación del inigualable Dámaso Pérez Prado, acompañado por la orquesta Sonora Matancera y en el bandoneón, estuvo el argentino Joaquín Mora, quien también fue compositor y pianista.

Fue el 11 de marzo de 1947, en los estudios de Panart, en el número 410 de la calle San Miguel, entre Campanario y Libertad, el día que Daniel Santos, a quien muy pronto conocerán desde La Habana, quien dejó grabada ‘la versión’ que daría la vuelta al mundo.

Dos gardenias llegó a ser considerada un mito del bolero en el Caribe y Latinoamérica. La canción permaneció en el repertorio del Inquieto Anacobero y fue interpretada en escenarios mundiales, hasta el fallecimiento del boricua en 1992.

Aunque Dos Gardenias, consagró a la compositora en el cancionero universal, en el archivo de la música cubana destacan muchas otras creaciones de Isolina: Viviré para quererte, Que mal te portas, No creo en ti, Mi lamento, Mi paraíso, Ironía y Miedo de ti, de la cual cuentan surgió a petición de André Kostelanetz. El director de orquesta y arreglista ruso, siempre estaba en la búsqueda de un sonido lujoso y atractivo, y a partir de ahí escogía sus repertorios. El importante músico radicado en Estados Unidos, le solicitó una obra para su orquesta y lo complació con ese bolero.

También en RCH Cadena Azul, creó una orquesta gigante de danzones. Años más tarde cuando surgió la televisión en Cuba en 1952, expuso este grupo musical dedicado al género del danzón, ritmo y baile de origen cubano, que forma parte de la música tradicional de la mayor isla antillana.

En ese mismo año 1952, le fue otorgado en México el Premio Ariel, por mantenerse esta canción por dos años consecutivos en la preferencia del público. Este es un Premio  concedido anualmente por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), como reconocimiento a los profesionales de la industria cinematográfica mexicana y se entrega a individuos e instituciones en reconocimiento de su trayectoria.

“Fue una etapa intensa, con mucho trabajo y grandes éxitos, esa es la verdad”, sentenció la célebre pianista cubana a Lam, periodista especializado en temas culturales: “La recuerdo como una mujer muy ríspida, de armas tomar, ella me comentaba que tenía un revolvito (un forifait), para meterles miedo a sus alumnos. Pero solamente se trataba de una coraza que mucha gente se coloca, especialmente los artistas. En el fondo ella fue una mujer solitaria, necesitada de afecto, de gente que se preocupara por ella”.

“Su casa siempre estaba llena de alumnos, de visitantes extranjeros interesados por conocerla o por encontrarse con ella. Los días de cumpleaños, el 9 de diciembre, siempre hacía un ‘fetecún’, donde se reunían en el piso catorce de su edificio de la calle Línea, El Vedado, artistas cubanos y extranjeros, que pasaban la noche entera en velada. Quizás esas fiestas le aplazaron a Isolina su muerte que tardó en llegar, a veces pensábamos que nunca abandonaría este mundo”, rememora el cronista.

Las misteriosas gardenias

Para componer, Isolina Carillo necesitaba de su piano y un absoluto silencio en torno a la motivación que la inspiraba. Así lo expresó: “Compongo cuando quiero; digo que voy a hacer una canción, me siento al piano y las musas se encargan de lo demás. Quizás algunos piensen que oigo a un pajarito que me canta al oído, pero no es así. Letra y música fluyen cuando estoy frente al piano”.

El periodista Ciro Bianchi en su publicación ‘Libreta de notas’, lo describe: Isolina hablaba poco. Sucede, que no todos los compositores son explícitos en eso.

“Los hay que no sueltan palabras. Así sucedía con Isolina Carrillo, la creadora de esos éxitos de siempre, que son: Increíble, Miedo de ti, Sombra que besa, y sobre todo de Dos gardenias, que, entre otros muchos cancioneros, interpretó, y de qué manera, Fernando Álvarez (…)”.

Pues bien, Isolina Carrillo nunca reveló, al menos a la prensa, cómo nació Dos gardenias, ni quién la inspiró. Se limitaba a decir, cuando la acosaban con la pregunta, que en cierta ocasión una alumna suya le llevó dos gardenias de regalo y que ella las puso en agua. Precisaba: “Ahí nació la canción”. Nada más.

Salón Dos Gardenias.

Para los bohemios que pasean por La Habana, es bien conocido el insigne salón ‘Dos Gardenias’, calificado por muchos como ‘El Templo del Bolero’, donde Isolina Carrillo Estrada mantuvo muchas presentaciones.

En el centro cultural ubicado en la Avenida Séptima, esquina 26 en Miramar, del municipio capitalino de Playa, se presentó en unión de otros artistas cubanos, que por lo regular interpretan boleros y canciones de corte romántico.

Obviamente, allí no puede faltar la emblemática canción de Isolina, conocida en el mundo por voces como la de Pedro Vargas, Leo Marini, Antonio Machín, Fernando Álvarez, Eva Garza, las hermanas Ladin, Toña la Negra, Bobby Capó, Luc Barreto, entre muchos otros.

Famosa por una sola canción, cuando creó más de 300 composiciones que incluyen óperas, zarzuelas y ritmos populares cubanos: la rumba y el chachachá. Isolina integra uno de los movimientos más importantes de la canción cubana, que pasó a la historia como «filin», donde se lució junto a creadores como Adolfo Guzmán, César Portillo de la Luz, Rosendo Ruiz, José Antonio Méndez y Felo Bergaza un gran pianista y compositor cubano.

Resulta contradictorio que el diccionario de la música en Cuba, le dedique escasas palabras y en «Introducción a Cuba: La música popular», la investigadora y musicóloga María Teresa Linares, no menciona su nombre en el capítulo dedicado a la nueva forma de hacer bolero; algo que definitivamente habrá que enmendar, para la historia.

En su larga y fecunda trayectoria, Isolina Carrillo trabajó como repertorista en el Instituto Cubano de la Radio y la Televisión, manteniendo siempre «entretelones» a la fama. «Uno tiene que ser como es siempre. No detenerse», repetía Isolina.

Sus aportes como profesora, quedaron en la memoria de muchos discípulos. Igualmente es significativa la obra como repertorista, en la formación de nuevos cantantes, por lo que es altamente valorada en la trayectoria de la cultura cubana, en una labor casi extinguida.

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Ella era de las que moldeaba la manera de cantar, el tono, el carácter del artista en el escenario y fue una de las personas que más defendió esa función, en las emisoras de radio y televisión, así como la labor de los asesores en los concursos musicales. Esa obra, ha quedado como sello entre los más importantes artistas cubanos, que pasaron por delante de Isolina.

Fue también una creadora del producto musical para uso comercial. Los conocidos jingles publicitarios o melodías cortas y pegadizas que se utilizan para promocionar un producto o servicio. Una artista muy osada, en tal sentido.

Incursionó en espacios de la radio, el cabaret, etc., que en su época no incluían a las mujeres, y mucho menos féminas negras. Sus compañeros músicos la invitaban a presentarse en cabaret, porque sabían que ella tenía temor a los prejuicios, algo contra lo que tuvo que luchar. En ese mundo, se inserta y se impone, afirma la Master en Ciencias y musicóloga Liettis Ramos González, subdirectora del Centro de Investigación y Desarrollo de la Música cubana.

La infatigable Isolina terminaba de trabajar muy tarde cada noche y aun así, sus tempraneros días comenzaban entre su piano de cola, las partituras y los libros. Su infinito quehacer artístico, le hizo merecedora del Premio Nacional de Música al conjunto de toda su obra.

La muerte la sorprende trabajando, sin revelar el enigma de su inspiración. “Son gardenias y no rosas, porque son más perdurables, nunca pierden su fragancia». La historia de un amor presente, sin dejar de advertir su fragilidad.

Pero si un atardecer
Las gardenias de mi amor se mueren
Es porque han adivinado
Que tu amor me ha traicionado
Porque existe otro querer

Autor: teleSUR - Rosa María Fernández