Los cinco tsunamis más devastadores de la historia en el mundo

Este miércoles 30 de julio de 2025, una alerta de tsunami se extendió por decenas de países de América Latina y Asia tras el registro de un terremoto de magnitud 8.8 frente a las costas de Kamchatka, en el Lejano Oriente ruso.

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Los tsunamis han dejado una huella profunda en la historia, no solo por las inmensas pérdidas humanas, la devastación de la vida animal y la vegetación sino también por sus impactos económicos y sociales a largo plazo. Foto: EFE.


30 de julio de 2025 Hora: 15:13

Un tsunami, provocado por un fuerte sismo de magnitud 8.8 cerca de la costa de la península rusa de Kamchatka alcanzó este miércoles las islas Kuriles del norte, inundado parcialmente la ciudad de Severo-Kurilsk, informó el Ministerio de Emergencias de Rusia.

Este poderoso sismo que no solo causó estragos locales y provocado la erupción del volcán Kliuchevskói, sino que generó una alerta en todo el Pacífico con olas que ya azotaron las ciudades costeras de Asia.

Un tsunami es mucho más que una simple ola gigante, es una serie de olas oceánicas de cientos de kilómetros de largo, causadas por perturbaciones a gran escala en el océano. Estas suelen ser el resultado de eventos geológicos masivos, como terremotos submarinos, erupciones volcánicas, deslizamientos de tierra, o incluso el impacto de grandes meteoritos. Cuando, por ejemplo, un terremoto submarino desplaza repentinamente el lecho marino, un enorme volumen de agua es empujado, generando una serie de olas que pueden viajar miles de kilómetros a través de los océanos.

La velocidad de un tsunami en aguas profundas es asombrosa, pudiendo alcanzar hasta 800 kilómetros por hora, similar a la de un avión jet. Sin embargo, a medida que estas olas se acercan a la costa y la profundidad del agua disminuye, su velocidad se reduce drásticamente entre 32 y 48 kilómetros por hora (km/h), pero su altura y fuerza bruta aumentan de forma alarmante. Es en este punto cuando su potencial destructivo se manifiesta plenamente, convirtiendo la energía de su velocidad en una inmensa fuerza vertical y horizontal capaz de arrasar todo a su paso.

Los tsunamis son tan poderosos que pueden aplastar ciudades enteras, provocando un impacto duradero que va más allá de las pérdidas humanas, afectando la vida animal, la vegetación, infraestructuras, las economías y la propia historia, cultura y sociedad de las comunidades.

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Según la Base de Datos Histórica de Tsunamis, los eventos que causan daños a más de 1.000 kilómetros de distancia (lo que equivale a entre 10.000 y 12.500 cuadras, si consideramos 100 metros por cuadra) ocurren aproximadamente dos veces por década. A lo largo de los siglos, varios tsunamis dejaron una huella imborrable en la memoria colectiva, no solo por la destrucción que causaron, sino también por las valiosas lecciones aprendidas en términos de prevención y respuesta ante desastres naturales te presentamos cinco de los tsunamis más catastróficos de la historia:

El 26 de diciembre de 2004, un terremoto de magnitud 9.1 sacudió la costa de Sumatra, Indonesia, desatando el tsunami más mortífero de la historia moderna. Las olas, que en la provincia indonesia de Aceh alcanzaron los 51 metros de altura (equivalente a un edificio de entre 15 y 17 pisos), causaron inundaciones de hasta cinco kilómetros tierra adentro. Se estima que más de 225.000 personas fallecieron o desaparecieron, y 1.7 millones fueron desplazadas. Las pérdidas económicas ascendieron a 10.000 millones de euros, con daños masivos a hogares, infraestructuras y servicios básicos, además de la afectación de suelos, vegetación y cultivos por la inundación de agua salada. Este desastre global puso de manifiesto la urgencia de establecer sistemas de alerta temprana y mitigación en todo el mundo para evitar que una tragedia similar se repita.

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Este tsunami, duró siete horas, tuvo impactos catastróficos en todo el Océano Índico, afectando a 17 países desde el sudeste asiático hasta el este de África. Foto: EFE.

El 1 de noviembre de 1755, día de Todos los Santos, un terremoto de magnitud 8.5-9 sacudió Lisboa, Portugal, mientras la ciudad estaba llena de gente en iglesias y calles. Los edificios se desmoronaron tras un «horrendo ruido subterráneo». Poco después, un devastador tsunami con olas de entre 5.8 y 20 metros (equivalente a un edificio de entre 6 y 7 pisos) azotó las costas de Portugal, España y Marruecos. Solo en Lisboa, se estima que hasta 30.000 personas perdieron la vida, y las pérdidas económicas ascendieron al 48% del PIB portugués. Este evento no solo arrasó físicamente la ciudad y otras áreas costeras, sino que tuvo un profundo impacto en la filosofía y las ciencias de la época, impulsando reflexiones sobre la fragilidad humana y marcando un hito en cómo se entendían los desastres naturales.

El 27 de agosto de 1883, una serie de explosiones masivas del volcán Krakatoa, ubicado en una isla indonesia entre Sumatra y Java, generó flujos piroclásticos que se precipitaron al océano. La fuerza de estas erupciones y flujos formó tsunamis que azotaron las islas cercanas con olas de hasta 30 metros de altura (el equivalente a un edificio de entre 9 y 11 pisos). Durante horas, las aldeas costeras fueron golpeadas repetidamente. La ciudad de Merak, en Java, de 2.700 habitantes, fue completamente aniquilada, con solo dos sobrevivientes. Más de 36.000 personas perdieron la vida, y más de 300 pueblos costeros fueron arrasados, quedando solo el recuerdo de «enormes muros de agua» que se acercaban a la costa.

El 13 de agosto de 1868, un terremoto de magnitud 8.5 en las zonas fronterizas entre Perú y Chile provocó que el mar se retirara más de un kilómetro y medio antes de que un tsunami de más de 15 metros de altura impactara la costa. La segunda ola fue aún más devastadora, alcanzando más de 27 metros de altura (equivalente a un edificio de entre 7 y 9 pisos), arrasando lo poco que había sobrevivido al sismo y la primera ola. La ciudad portuaria de Arica quedó completamente destruida, y otras ciudades costeras de Perú y Chile, así como del interior de Bolivia, sufrieron graves daños. Además de la pérdida de unas 25.000 vidas humanas, el tsunami destruyó numerosos barcos atracados en los puertos, incluyendo dos buques de la Armada de Estados Unidos que perdieron tanto las naves como millones de dólares en suministros.

El 11 de marzo de 2011, un terremoto de magnitud 9.1 sacudió Japón, provocando un devastador tsunami que impactó 1.930 kilómetros de costa (alrededor de 19.300 cuadras). Las olas, que alcanzaron hasta 40 metros de altura en algunas áreas (equivalente a un edificio de entre 10 y 13 pisos), causaron una destrucción masiva. Lamentablemente, 74 estudiantes y 10 profesores de la Escuela Primaria Okawa fallecieron mientras evacuaban. El desastre cobró la vida de 15.550 personas y desplazó a más de 130.000. Además, el tsunami provocó un desastre nuclear en la central de Fukushima Daiichi, donde tres reactores sufrieron fusiones parciales, liberando radiación y obligando a evacuaciones masivas. La pérdida económica total se estimó en 309.000 millones de dólares.

Este evento, a pesar de la avanzada tecnología japonesa en prevención, puso de manifiesto la necesidad de mejorar aún más las infraestructuras y sistemas de alerta, dejando valiosas lecciones para la preparación global ante tsunamis.

Los tsunamis han dejado una huella profunda en la historia, no solo por las inmensas pérdidas humanas, la devastación de la vida animal y la vegetación sino también por sus impactos económicos y sociales a largo plazo. La destrucción de infraestructuras, viviendas y medios de subsistencia puede tardar años, incluso décadas, en recuperarse, con pérdidas que ascienden a miles de millones de dólares. Más allá de lo material, el trauma emocional y psicológico en los supervivientes es incalculable, y la reconstrucción de las comunidades exige un esfuerzo coordinado de gobiernos y organizaciones internacionales. Estos desastres trascienden las fronteras nacionales, afectando la economía global y enfatizando la vital importancia de la cooperación internacional para la respuesta y recuperación.

La prevención y la alerta temprana son pilares fundamentales para mitigar el impacto de los tsunamis y salvar vidas. A lo largo de los años, se han desarrollado y mejorado sistemas de alerta que detectan tsunamis en sus etapas iniciales mediante sensores sísmicos, boyas oceánicas y modelos de predicción. La educación y concienciación de las comunidades costeras, a través de campañas de sensibilización y simulacros de evacuación, son igualmente cruciales para preparar a las personas a actuar rápidamente.

Asimismo, las mejoras en la planificación urbana y la construcción de infraestructuras resistentes son esenciales para minimizar los daños. La colaboración entre países y organizaciones internacionales permite compartir conocimientos, tecnologías y recursos, fortaleciendo la capacidad global de respuesta ante estos fenómenos naturales, y los avances científicos y tecnológicos continúan mejorando nuestra habilidad para predecir y mitigar el impacto de los tsunamis en todo el mundo.

Autor: TeleSUR: lf - RR

Fuente: Agencias