Capitalismo climático: Una sentencia de muerte para millones de personas
La ONU alerta que el cambio climático aumenta las muertes, sobre todo a mayores de 65 años, mientras el sistema capitalista que lo provoca sigue intacto.

Un grupo de rescatistas camina por una zona afectada por las inundaciones en Kerrville, Texas, EE.UU. Foto EFE
10 de julio de 2025 Hora: 10:15
El calor ya no es solo una molestia. Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), las muertes por calor extremo entre mayores de 65 años han aumentado un 85 % desde la década de 1990, especialmente en zonas urbanas de países pobres o de ingresos medios. Detrás de ese incremento no está la casualidad climática, sino un sistema que convierte la vida y el planeta en mercancías: el capitalismo.
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El informe “Fronteras 2025”, publicado este jueves 10 de julio por el organismo de Naciones Unidas, advierte que fenómenos como las olas de calor, las inundaciones y el deshielo ya son más frecuentes, más destructivos y más letales.
El documento denuncia que la crisis climática (creada y acelerada por décadas de extractivismo, consumo excesivo y políticas ambientales débiles), golpea con más fuerza a quienes menos pueden defenderse: personas mayores, con movilidad reducida, con enfermedades crónicas o que viven aisladas y empobrecidas.
“Debemos estar preparados para los riesgos que representan, especialmente para los más vulnerables”, declaró Inger Andersen, directora ejecutiva del PNUMA. Pero también insistió en que “aún existen soluciones para proteger a las comunidades y restaurar ecosistemas”.
Ciudades inhóspitas, diseño del capital
El informe recomienda rediseñar las ciudades: menos cemento, más árboles; menos autos, más acceso; menos desigualdad, más vida. Una planificación urbana adaptada a las necesidades de las personas mayores, el acceso a información climática útil, y una red pública de salud robusta son claves para resistir el embate del calor.
También se pide inversión en estaciones meteorológicas capaces de monitorear eventos extremos y alertar a tiempo. Pero mientras se discuten soluciones técnicas, los problemas estructurales siguen sin tocarse: pobreza, abandono, marginación y un modelo económico que no reconoce los límites ecológicos.
El deshielo no trae agua sino amenazas
Otro eje del informe apunta a la criosfera: glaciares, suelos congelados y capas de hielo que están desapareciendo rápidamente. Si el aumento global de temperatura supera los 2 °C, una posibilidad cada vez más real, el daño sería irreversible durante siglos. El derretimiento no solo pondría en riesgo el suministro de agua para miles de millones de personas, sino que podría liberar virus, bacterias y hongos antiguos, hoy latentes.
El Himalaya, los Andes, Groenlandia o Siberia albergan microorganismos que han estado aislados por milenios. Su reactivación podría alterar ecosistemas completos, afectando incluso la salud humana.
Inundaciones que devuelven los tóxicos del pasado
El colapso climático también se manifiesta en inundaciones más intensas y frecuentes, que arrastran consigo contaminantes enterrados durante décadas. Metales pesados, pesticidas prohibidos y residuos industriales regresan a la superficie, filtrándose en ríos, tierras agrícolas y cadenas alimentarias. El pasado tóxico de la industria, encubierto por normativas laxas o ignorado por décadas, está volviendo a aparecer.
El informe menciona también el envejecimiento de presas construidas sin visión ambiental ni consulta a las comunidades. Aunque se eliminan cada vez más represas obsoletas en Europa y Norteamérica, en el Sur global muchas siguen en pie, acumulando riesgos.
El colapso tiene responsables
La ONU no lo dice con todas sus letras, pero el mensaje es claro: no se trata solo del clima, sino del sistema que lo destruye. El llamado “capitalismo climático” prioriza la ganancia sobre la vida y transforma cada fenómeno natural en una amenaza para quienes ya viven al límite. No hay equidad posible sin justicia ambiental, ni justicia ambiental sin transformación económica.
La vejez, la pobreza y el sur global están en la primera línea del impacto. Y aunque aún se puede actuar, el reloj climático no espera.
Autor: TeleSUR-ah-CC
Fuente: Agencias, TeleSUR,