Gabriel Dávalos sobresale como un talentoso artista del lente. Su obra acontece como resultado de una mezcla atractiva de espiritualidad urbanística y danzaría.

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Su lente refleja un contexto social que cuenta historias de cubanos y cómo viven en el escenario de su vida real. El carácter documental de su fotografía resulta esencialmente de vocación social, como un elemento más del lenguaje primario que acompaña a los seres humanos desde el origen de la existencia para comunicarse.

Su formación como periodista le ha permitido mostrar una realidad de su ciudad (La Habana, capital de Cuba) desde la que ha sido protagonista. Como cronista narra historias con imágenes, usa las iconografías como pretexto para contar las historias de la vida real donde el bailarín es otra forma de tratar la realidad y el lenguaje de la danza es la manera para expresarse.

Dávalos considera a La Habana como la madre de todos los cubanos, en ella encuentra multitud de sentidos, por lo que es siempre un lugar de retorno. Las vivencias que la ciudad transmite y la esencia de los escenarios, le resultan protagonistas.

Este multifacético artista, desde un ejercicio fotográfico auténtico y en cada imagen, se propone trasmitir un mensaje, sensaciones, experiencias, alegrías, tristezas, dolores, fe, empeños y portar un camino, por lo que le interesa priorizar la diversidad de la isla. “No existe una Cuba por encima de otras, todas esas verdades compartidas es lo que hace esencia de Cuba”, asegura.

En una de sus iconografías “aparece un bailarín en medio de la tormenta, el Malecón desbordado, las piedras en la calle, las olas rompiendo, y hay un bailarín que está tendido, mojado, sostiene sobre sus muñecas a una bailarina que parece que sueña, que vuela, y yo creo que eso de alguna manera tiene que ver con la historia toda de los cubanos, no necesariamente esta historia de este momento, que es tan difícil, sino con la historia toda, porque los cubanos venimos, surgimos de la resistencia”.

“No han sido un impedimento los tiempos difíciles, los tiempos complejos. No han sido un impedimento para soñar, para pensar, para creer, es más, para tener fe”, subraya.

Concibe la fotografía como un espejo donde se refleja cada cual a través de su vivencia, que acompaña más allá de las fronteras y de las formas de entender la vida y el mundo, con posibilidad de sanar.

El artista resalta las pequeñas matrias que arman nuestra gran patria, así como la voluntad de acompañar a las personas en sus espacios cotidianos, llegar a las plazas, a los sitios populares, estar junto a la gente de la que se siente parte.

En el lenguaje del ballet encontró una necesidad y, como fruto del acompañamiento nacido de la amistad con bailarines que resultaron primeras figuras a nivel nacional e internacional, este universo de creación le ha permitido conocer las historias de los ballets, los movimientos técnicos y los estilos. Todo ello le ha posibilitado una base para componer sus fotografías.

Una vez en el mundo del ballet, soñaba con hacer fotos, independientemente de no tener cómo, pero cuando tuvo esa oportunidad no se detuvo a pensar cuán difícil era el contexto ni en las dificultades para realizar una carrera fotográfica, sino cuán divertido sería hacer fotografía.

Dentro de sus anhelos está crear unas zapatillas de ballet que representen a la Escuela Cubana de Ballet, en correspondencia con las características de la nación.