La información que se tiene respecto a Corea del Norte es muy escasa, por lo que la mayor parte de las ideas que se manejan desde el exterior sobre el país asiático y su forma de gobierno, están interpretadas de manera intencional por los medios occidentales.

Existe una gran cantidad de mitos sobre el país y la forma en que viven sus habitantes, diseñados específicamente para generar una imagen negativa del Gobierno norcoreano.

Lo tendencioso de las noticias que reseñan algunos medios del mundo respecto a Corea del Norte, responde a la tergiversación de la información realizada por Corea del Sur.

Algunos medios popularizaron ideas sobre la personalidad del líder del Gobierno norcoreano, Kim Jong-un,  y su forma de gobernar.

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Entre otras cosas, se viralizó que castiga severamente a los atletas que no obtienen victorias en las olimpiadas, así como también que ejecuta a civiles y funcionarios del Gobierno, e inclusive que asesinó a su esposa. Sin embargo en ningún momento se han presentado pruebas que sustenten dichas hipótesis.  

Recientemente con la tensión desarrollada por el intercambio de amenazas entre Jong-un y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha generado una matriz de opinión sobre las intenciones de Corea del Norte de destruir el mundo, pero al igual que pasa con los mitos sobre la figura de su líder, esta idea no está fundamentada.

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Respecto al desarrollo de armamento militar en materia nuclear, se ha dicho que Kim Jong-un ejecuta una política irracional que puede llevar a la destrucción parcial o total del mundo, sin embargo, esta política armamentista responde a la estrategia de la política internacional denominada política de disuación.

La estrategia de la disuación responde a los políticas adoptadas por un gobierno para contrarrestar las amenazas de un potencial agresor con un poder superior al propio. Esta política fue aplicada luego de la Segunda Guerra Mundial, durante la Guerra Fría.

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El desarrollo de armas nucleares y las pruebas que se realizan sobre la capacidad destructiva que tienen, se enmarca en la necesidad de un Estado de hacer desistir al posible agresor de iniciar una acción que ponga en peligro su supervivencia.

Este es uno de los métodos que ha utilizado Corea del Norte como táctica defensiva para evitar una intervención militar por parte de Estados Unidos, quien posee un largo historial de intervenciones en países que no se adscriben a sus intereses. 

En la memoria de los norcoreanos también persiste el recuerdo de la intervención de EE.UU. durante la guerra de Corea entre 1950 y 1953, en la que el Gobierno norteamericano bombardeó al país asiático con al menos 635.000 toneladas de explosivos.