“(Un) peligroso mensaje de complacencia e impunidad”. Así cataloga la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el uso que el Gobierno de Estados Unidos (EE.UU.) aplica en el campo de detención de Guantánamo, abierto hace 16 años por el entonces presidente norteamericano George W. Bush.

El relator especial de la ONU para la Tortura, Nils Melzer, fustigó el ejemplo que EE.UU. le da al mundo al mantener Guantánamo, una cárcel donde se realizan toda clase de abusos a los Derechos Humanos (DD.HH.).

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El 11 de enero de 2002 el exmandatario republicano envió los primero presos a la polémica base de la Marina estadounidense, que está situada ilegalmente en Cuba.

Los detenidos llegaron desde Afganistán cuatro días después de que ocurrieran los atentados del 11 de septiembre de 2002 en Estados Unidos.

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Medios y organismos internacionales han notificado sobre diversos casos. Melzer, a través de un comunicado publicado en diciembre pasado, se refirió al de Ammar al-Baluchi, quien denuncia haber padecido torturas durante tres años y medio.

“Además de los efectos a largo plazo de la tortura anterior, se seguirían utilizando contra él ruidos y vibraciones, lo que ha dado como resultado constantes privaciones de sueño y desórdenes físicos y mentales, para los cuales (Al-Baluchi) no recibe la atención médica adecuada”, alertó.

El expresidente Barack Obama prometió cerrar Guantánamo al llegar al poder y, aunque el Congreso le negó un proyecto de ley, logró reducir la población carcelaria de 242 a 41 presos con el traslado de casi dos centenares de individuos a terceros países.

There should be no further releases from Gitmo. These are extremely dangerous people and should not be allowed back onto the battlefield.

— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 3 de enero de 2017

Durante la campaña electoral de 2016, el actual jefe de la Casa Blanca, Donald Trump, se mostró contrario a las liberaciones de presos de Guantánamo y, además, prometió mantener y ampliar esa cárcel para llenarla, en sus palabras, de "tipos malos".