Hace 18 años un militar prestado a la política, el Comandante Hugo Chávez,  nos convocó a continuar y profundizar la lucha por un mundo material mejor para todos los venezolanos, un mundo de solidaridad y justicia.

Y ahí estuvimos a mediados de 1999 participando de un proceso de transformación del Estado, discutiendo lo que queríamos ser como nación y cuáles principios y valores nos servirían de norte, para convertirlos en Ley que gobernase a todos.

Igualdad, libertad, respeto, solidaridad,  justicia social y el derecho a la defensa, son los valores que nos han permitido hasta ahora, llevar adelante una revolución pacífica. La igualdad como valor se tradujo en un cambio dramático del proceso de toma de decisiones y en una redefinición conceptual de democracia, ahora  participativa y protagónica; respetándonos como iguales y construyendo una nueva visión, no solo de nuestro entorno sino de nosotros mismos como ciudadanos.

La solidaridad y la equidad expresada a través de la justicia social. La libertad como derecho inalienable, en lo personal y en lo ciudadano y que la ejercemos a través del diálogo y el rechazo a la violencia. Libertad aplicada en el principio de no intervención en todos los niveles y escalas, desde el derecho de pensar de los niños hasta el rechazo a la injerencia extranjera.

Así de sencillos pero profundos son los valores y principios de nuestra Constitución en Venezuela. En el entendido que valores y principios constituyen nuestro eje vertebral, raíces y tronco y que las ramas y hojas se adaptan a las estaciones, al clima, es decir, a cada momento histórico, solo así podremos cosechar frutos y semillas.

Visto así, una de las enseñanzas más importante que nos dejó el Comandante Chávez fue la de recordarnos que como seres pensantes, debemos hacer uso de la dialéctica en la aplicación práctica de los valores. Analizar, revisar, estudiar, discutir, proponer, contraponer ideas para llegar a nuevos acuerdos que nos permitan adaptarnos a los nuevos tiempos.

Hoy un obrero Presidente, Nicolás Maduro,  nos convoca a retomar protagónicamente la discusión constituyente.  Nos convoca a evaluar y auto gestionar nuestro desempeño en el cumplimiento de los principios traducidos en acciones.  Nos convoca a reafirmar los valores universales, su aplicación en principios generales y discutir las acciones singulares para evaluarlos y optimizarlos.

La situación convulsionada que estamos viviendo hoy en el país, nos obliga a transitar la senda de la discusión dialéctica en la búsqueda de soluciones a nuestros problemas. Felicitamos esta valiente decisión y aquí estamos de nuevo, en tiempo de constituyente. Bienvenidos estos tiempos para el poder popular.