27J en Venezuela: El poder popular desafiando al Estado burgués
El 27 de julio trasciende la importancia electoral municipal: la Consulta Popular Nacional representa un salto cualitativo hacia una Venezuela donde dos siglos de debates políticos latinoamericanos encuentran respuestas inéditas.

Hernán Vargas: «En los 90, el movimiento revolucionario planteó que un proceso en Venezuela debía partir de nuestras raíces: Simón Rodríguez, Bolívar y Zamora. Esa base ideológica es la que nos ha guiado». Foto cortesía de MinComunas.
27 de julio de 2025 Hora: 05:37
El domingo 27 de julio de 2025, Venezuela cierra un ciclo electoral iniciado hace dos años. Esta vez, sin embargo, la atención no se concentrará únicamente en Miraflores o la Asamblea Nacional. Los 335 municipios del país se han transformado en el escenario final de una contienda que trasciende la simple elección de alcaldes: dos concepciones antagónicas sobre el ejercicio del poder local están en disputa.
En el trasfondo de esta batalla electoral palpita una interrogante que ha obsesionado a los revolucionarios durante décadas, ¿es viable transformar el Estado desde adentro mientras se edifica simultáneamente el poder popular desde las bases?
Las reflexiones de Hernán Vargas, vicerrector de Economía Comunal de la Universidad de las Comunas de Venezuela, y del sociólogo puertorriqueño Ramón Grosfoguel —extraídas de un conversatorio reciente en el Instituto Pueblos de Venezuela— ofrecen claves fundamentales para descifrar esta tensión creativa que define el momento político venezolano.
I. La contradicción como motor
Hernán Vargas tiene una manera peculiar de ver lo que para muchos analistas es simplemente una elección más. Para él, lo que está en el tuétano de la jornada del 27J es «una vieja contradicción que siempre ha estado en el centro de la Revolución bolivariana, entre elecciones y poder popular, entre participación y representación, entre lo constituido y lo constituyente».
No es una observación menor. Vargas está señalando que Venezuela ha convertido la tensión entre democracia representativa y democracia participativa en un campo de experimentación práctica.
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El Grupo de Investigación Misión Verdad (MV) documenta que los municipios venezolanos se transformaron en «instancias territoriales de experimentación acelerada de nuevos métodos de gobierno y co-gobierno». Las Consultas Populares para decidir el uso de recursos y las Salas de Autogobierno conformadas por representantes de Comunas y Concejos Comunales son la materialización de lo que Vargas describe como una «ruptura de paradigma» donde «el sujeto pueblo emerge».
Esta emergencia tiene fundamentos constitucionales concretos. Como explica Vargas, «el artículo 5 de la Constitución venezolana rompe el paradigma: la soberanía reside intransferiblemente en el pueblo y se ejerce de dos maneras (indirecta por elección, directa por mecanismos populares). Allí se activa la contradicción como campo de tensión creativa«.
Ramón Grosfoguel, desde una perspectiva decolonial, va más lejos. Para él, lo que está sucediendo en Venezuela representa una innovación teórica que rompe con esquemas heredados: «El dilema entre estatistas y anarquistas es un problema eurocéntrico heredado. Chávez entendió que es un falso dilema: hay que disputar el Estado representativo y construir poder comunal al mismo tiempo«.
II. Dos modelos en disputa territorial
El Instituto Pueblos, tras analizar 42 spots electorales de candidatos oficialistas y opositores, descubrió lenguajes políticos radicalmente diferentes que revelan concepciones del poder municipal antagónicas.
Los candidatos del Gran Polo Patriótico Simón Bolívar (GPPSB) adoptaron una «estrategia discursiva de territorialización de la gestión pública», privilegiando términos como «comunal», «comuna» y «equipos». Es la traducción electoral de lo que Hernán Vargas identifica como ejemplos concretos donde «la organización es el vehículo para transformar derechos antes mercantilizados», como las mesas técnicas de agua o los comités de tierra urbana.
Frente a esta propuesta, la oposición venezolana ha optado por un discurso que desde el Instituto Pueblos califican como de «seriedad administrativa y capacidad en el manejo de recursos públicos». Sus candidatos hablan de «alcaldía», «gestión» y «gobierno», proyectando un modelo tradicional donde las soluciones «fluyen desde instituciones técnicamente competentes hacia ciudadanos».
Pero aquí surge la primera paradoja de estos comicios: mientras el bloque del GPPSB compite unificado con 335 candidatos, los opositores han presentado 705 aspirantes. La Plataforma Unitaria Democrática se disolvió «de facto», dejando a partidos compitiendo «de manera unilateral» en muchos municipios donde al menos dos candidatos antichavistas disputarán el mismo cargo.
Esta fragmentación no es solo numérica, como señala MV, «las organizaciones opositoras carecen de mecanismos de agitación, movilización y organización creíbles» debido a una «fragmentación estratégica» que va más allá de diferencias programáticas.
III. La tentación del vacío
Quizás el fenómeno más intrigante sea lo que MV denomina la «estrategia abstencionista» impulsada por la extremista María Corina Machado y Edmundo González Urrutia. Desde la supuesta «clandestinidad», una y desde Madrid, el otro, apuestan «al abstencionismo y boicot electoral» como forma de «deslegitimación electoral».
Grosfoguel tiene una lectura política clara sobre esta estrategia desde la perspectiva revolucionaria: «Abandonar el Estado para ir solo a la comuna es poner en bandeja de plata el poder a la derecha. La batalla va en dos direcciones: ocupar el Estado y construir desde abajo«. Su advertencia cobra sentido cuando MV proyecta que algunos «municipios bastiones históricos opositores podrían pasar a manos del PSUV», lo que sería un «evento inédito».

La apuesta abstencionista de la oposición extremista revela una concepción particular: apostar al fracaso de otros actores para evitar la aparición de liderazgos alternativos. Es una estrategia de tierra quemada que podría terminar entregando territorios históricamente opositores, pero que pretende mantener intacta la supuesta pureza ideológica de quienes la promueven.
Vargas, desde otra orilla, advierte sobre los riesgos la Revolución de refugiarse únicamente en lo local, señala: «Chávez alertó que restringir la comuna a lo local puede generar lógica de competición y ser reaccionario. Hay que resolver cómo articular gobierno popular a escala municipal, regional y nacional«.
IV. La creatividad en marcha
Más allá de quién gane qué alcaldía, estas elecciones representan la consolidación de dos modelos de gestión municipal diametralmente opuestos.
El vicerrector de la Universidad de las Comunas entiende esta diferencia como expresión de la «doble tarea del socialismo» que Chávez dejó planteada: «construir el socialismo exige un poder popular capaz de crear nuevas formas de gestión, planificación y producción, mientras se pulverizan las formas del Estado burgués».
Grosfoguel coincide en que «la propuesta de Chávez es una innovación en la teoría política latinoamericana, no es una cosa o la otra, son las dos a la vez. Eso rompe con los esquemas de la izquierda tradicional».
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Pero ambos pensadores también coinciden en que la respuesta no puede venir de arriba. Como plantea Grosfoguel, «la solución nacerá creativamente del pueblo. No puede haber directrices verticales; debemos crear conciencia de la contradicción y dejar que la gente encuentre sus propias respuestas».
Visto así, el 27 de julio no solo se elegirán alcaldes, además, es cuando se decidirá si es viable construir un Estado que no anule el poder popular, sino que lo potencie. Si la proyección chavista de alcanzar una «mayoría abrumadora» se materializa, Venezuela podría presenciar la consolidación de lo que Vargas denomina un «Estado comunero» donde «el pueblo es el sujeto central».
Pero como advierte Grosfoguel que «Sin disputar el Estado, construir comunas es inviable, por lo tanto, la pregunta no es cuánto durará la comuna, si no cuánto durarán vivos los comuneros».
Autor: Daniel Ruiz Bracamonte