En medio de la campaña electoral para la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump prometió un giro en la política exterior de la nación norteamericana; el entonces candidato del Partido Republicano expresaba que EE.UU. "no debe ser el policía del mundo". 
 
El presidente estadounidense hablaba de poner fin al intervencionismo que ha protagonizado Washington en las últimas dos décadas. Sin embargo, esa promesa electoral quedó en el olvido, en los primeros meses de su mandato Trump ha continuado con los planes injerencistas y militares que tanto criticó en la campaña.

 
En la campaña y primeros días de su mandato Donald Trump había propuesto un cambio de enfoque con respecto a la intervención de EE.UU. en la guerra en Siria, sobre la cual pensaba "una salida pacífica". 
 
El 6 de abril el mandatario de EE.UU. autorizó el lanzamiento de cerca de 60 misiles Tomahawk desde dos buques de guerra de la marina estadounidense ubicados en el Mediterráneo. Los misiles tenían como blanco recursos sirios en la pequeña base aérea de Shayrat. 

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La acción fue en represalia por un supuesto ataque químico en Siria por parte de las fuerzas del Ejército Árabe Sirio y de Rusia quien realiza labores de cooperación en el país desde septiembre del 2015. 

 
El 13 de abril Trump ordenó el lanzamiento en Afganistán de la bomba es GBU- 43/B Massive Ordnance Air Blast (MOAB), conocida popularmente como la "madre de todas las bombas" .
 
Su reciente postura de agresión hacia Corea del Norte y Rusia son un claro ejemplo de la verdadera agenda exterior estadounidense que no es otra que la de prolongar su política injerencista y armamentista.

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El cambio de la política exterior 
 
En entrevista para teleSUR, el analista internacional Basem Tajeldine, explicó que en un principio la intención de Donald Trump como hombre de empresa era dedicarse a la recomposición de la economía y el aparato productivo de Estados Unidos.
 
“Trump quería hacer negocios con el mundo y por eso dijo lo que muchas personas querían escuchar con de objeto de captar la atención de sectores demócratas” afirmó Tajeldine.

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“En Estados Unidos no manda el presidente sino las grandes empresas (petrolera, militar, económicas) quienes son en realidad quienes construyen la política exterior estadounidense” dijo el analista y agregó que los lobbys en el Congreso actúan muchas veces hasta contra los intereses de la nación.
 
Basem Tajeldine comentó que tras las acciones en Siria, Afganistán y sus amenazas a Corea del Norte sectores que con anterioridad atacaban a Trump han suavizado su actitud y cambiado la opinión sobre el mandatario. 
 
Las declaraciones de Tajeldine dan clara muestra que el giro de la política exterior de Trump han sido promovidas por los factores económicos que mantienen el poder en EE.UU.

Opinión contraria tiene Thomas Seibert quien en un artículo para la revista alemana Tagesspiegel, señaló que el mandatario estadounidense trata de crearse una imagen de "hombre de acción", capaz de invadir Siria, bombardear Afganistán o utilizar la fuerza contra Corea del Norte.

 
El articulista sostiene que Trump ya ha roto algunas de las promesas de su campaña electoral, como el traslado de la Embajada de EE.UU. en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. Además, de esto, Washington cambió de manera radical su postura hacia Rusia. Así, ahora culpa a Moscú de su supuesta implicación en el ataque químico en Idlib, Siria, y declara que los días de Bashar Asad como presidente "están contados".

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En la campaña electoral Trump hablaba de estrechar las relaciones con Rusia, en la actualidad no ha cesado de culpar y condenar a Moscú por su intervención en Siria, analista han destacado que el bombardeo de abril en el país árabe fue una demostración de fuerza hacia el gobierno ruso.

Donald Trump cambió su visión hacia China, tras culpar al gigante asiático del debacle económico de Estados Unidos, en la actualidad y luego de la reunión con el presidente chino Xi Jingpin en Florida a inicios de abril, está claro el acercamiento de Washington a Pekín.

La resolución del Gobierno de Trump de salirse del pacto de la COP 20 sobre la reducción de gases invernaderos es una muestra clara de los intereses económicos detrás de la agenda internacional impulsada desde Washington. 

Recordando las palabras de Basem Tajeldine, las relaciones internacionales están dirigidas por las corporaciones y grandes empresas, quienes hacen uso de la injerencia y presencia militar para adueñarse de los recursos naturales y minerales de las naciones donde EE.UU. mantiene una fuerte presencia.