La campaña electoral brasileña ganó fuerza esta semana con la incorporación de la presidenta Dilma Rousseff, quien en varios actos llamó a vencer al pesimismo instalado por aquellos interesados en volver a los tiempos en los que el Partido de Trabajadores (PT) no gobernaba.

En una de sus primeras presentaciones en la Confederación Nacional de la Industria (CNI), Rousseff pidió a los empresarios no dejarse arrastrar por una corriente pesimista que podría causar graves consecuencias a la economía.

Prometió impulsar un nuevo ciclo de competitividad productiva, realizar reformas tributarias y aprobar un marco regulatorio del trabajo, que normalice y simplifique las relaciones laborales.

La mandataria subrayó que "el pesimismo se vence con la verdad de los hechos y estos están a la vista, pues no hay una crisis monetaria en Brasil como decían, no se prevé un aumento de las tarifas, ni una crisis energética nacional".

"Hay un proceso deliberado de creación de expectativas negativas que son nocivas para el país", enfatizó al retomar la frase usada por el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva en la campaña de 2002 cuando dijo que "la esperanza va a vencer al miedo".

“De ganar los comicios implementaré medidas para alcanzar un crecimiento sostenido, con estabilidad en el empleo, los ingresos y otros logros sociales, como el reconocimiento del trabajo doméstico, la lucha contra el trabajo esclavo y el acceso de los negros a puestos públicos a través de la Ley de Cuotas”, agregó la candidata.

Rousseff, negó la posibilidad de un "tarifazo" después de las elecciones de octubre. Hasta ahora sigue siendo la favorita según las encuestas.