En Nebraska (centro-norte) de Estados Unidos ya es oficial la prohibición de la pena muerte, lo que lo convierte en el primer estado republicano y número 19 de la lista de estados (50) en abolir esta medida. 

Tras una votación muy reñida, una coalición conversadora logró revocar el veto impuesto por el gobernador Pete Rickettss, en contra de la iniciativa a la que le habían dado el visto bueno el pasado miércoles 20 de mayo en Parlamento.

Ricketts vetó el martes el proyecto de ley propuesto por el senador conservador Eric Chambers, aprobada la semana pasada por 32 votos a favor y 15 en contra por parte de los republicanos.

Antes de votar, Chambers pidió a sus pares en la Legislatura no emitir un voto influenciado por la “presión política” de los partidarios de la pena capital, ya que la iniciativa le ha costado numerosas llamadas, correos y visitas amenazadoras. 

 

“Hoy estamos votando algo que me trasciende a mí, que trasciende a este estado y que trasciende a esta Legislatura”, destacó el senador. 

Chambers obtuvo el apoyo de muchos senadores pertenecientes a nueva generación de republicanos, que cuestionaron la vigencia de la pena de muerte por motivos religiosos y por las dificultades de Nebraska para aplicarla. Ningún preso ha sido ejecutado desde 1997.

Con la eliminación de la pena capital en Nebraska, ya son 19 de los 50 estados, en los que está prohibido aplicar esta medida. Mientras que en el resto hay una minoría donde no se ejecuta a presos como Texas, Florida, Oklahoma (todos al sur) y Misuri (centro-este).

 

Los últimos estados que la eliminaron fue Maryland, (este)  en 2013, Connecticut (este) 2012, Illinois (centro-este) 2011, Nuevo México (sur) 2009 y Nueva York (noreste) y Nueva Jersey (este) en 2007.

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Nebraska es el séptimo estado en abolir la pena de muerte en la última década, pero también en el primero conservador desde Dakota del Norte, lo hizo en 1973.

División republicana

La campaña de Chambers para aprobar la ley dejó ver las diferencias en las filas republicanas respecto a la pena de muerte, en parte por la posición de la nueva generación en cuanto a su aplicación. 

“La oposición a la pena de muerte crece en todos los sectores de la sociedad estadounidense, pero sobre todo –como lo refleja la decisión en Nebraska– en aquéllos que se consideran conservadores”, puntualizó el director del observatorio Death Penalty Information Center, Robert Dunham.

Un estudio reciente indica que el apoyo a la pena de muerte entre los estadounidenses se sitúa en el 56 por ciento, un bajo índice en comparación con el 80 por ciento de hace 40 años. La abolición en Nebraska también supone una fractura en los partidos radicales y tradicionales aliados de la pena capital.