Los visitantes estadounidenses que pasaron por el país, Craig Feller, Juan Sebastián González y la Sra. Chung se han marchado. Es más, el Dr. Gene Sharp, Director del Albert Einstein Institute, ha fallecido en enero de 2018, pero las medidas activas de la guerra de quinta generación y sus 198 métodos de acción “no violenta” para confrontar a gobiernos que no responden al mandato de Washington, siguen vigentes y están en curso, también en Argentina.

En medio del doloroso momento de la pandemia Covid 19, se está poniendo en práctica delante de nuestros ojos un plan de “golpe suave” contra el gobierno constitucional y contra el pueblo argentino con el fin de restablecer el neoliberalismo puro y duro.

No otra cosa son las manifestaciones públicas y el riguroso eco mediático de las expresiones anti cuarentena y anti vacunas, a las que ahora se suma la gravísima postura del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y de varios gobernadores pretendiendo forzar la presencialidad escolar.

Abren así no sólo un riesgo gravísimo de acentuar los contagios, las muertes y el colapso sanitario. Activan además una peligrosa táctica de conflicto de poderes jurisdiccionales, intentando al mismo tiempo sobreinterpretar la autonomía capitalina y desconocer un DNU con fuerza de ley dictado por el Ejecutivo nacional.

Denunciamos sin ambages que desde el bloque de poder real económico, mediático y judicial y su instrumento político, Juntos por el Cambio, buscan generar un estado de caos sanitario, educacional e institucional que no es sólo una estrategia electoral, como bien están denunciando muchxs, sino además un plan desestabilizador, destituyente y golpista.

Es lo que algún periodista de ese sector denominó “formatear la democracia” con una propuesta de voto calificado, una especie de aristocracia de votantes para desconocer, también, a la parte de menos recursos de la sociedad. El plan oficial de reducir la circulación del virus y vacunar masivamente es perfectible, pero básicamente correcto. Para ello el cierre escolar temporario es necesario.

Sin embargo, para las derechas y para Washington, ese plan tiende a estabilizar el país y a consolidar el gobierno del Frente de Todxs que, aun en medio de su compleja heterogeneidad y de sus opinables hegemonías, compra vacunas chinas y rusas y se va del Grupo de Lima, cosa que eriza la sensible piel del establishment yanqui.

Y para colmo, prorroga la prohibición de despidos - algo que desconoció en su momento el Grupo Techint - y sigue subsidiando planes sociales en un país donde la pobreza alcanza cifras inauditas. ¿Es a esos millones de pobres a quienes se les quiere quitar, además, el derecho al voto?

Sacar a relucir ahora un discurso de defensa de los niños cuando dejaron a una enorme cantidad de ellos en situación de pobreza e indigencia mientras gobernaron, y promover con saña la presencialidad en un sistema educativo que degradaron desde el poder, no puede entenderse sino desde el contexto del plan desestabilizador y golpista de que estamos hablando.

Sabemos bastante de resistir y confrontar contra gobiernos. Tal vez debamos aprender más de resistencia a las oposiciones cuando las comanda el bloque de poder de los monopolios y la reacción.

En tal sentido el paro docente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires es de gran valor político y pone al movimiento de lxs trabajadorxs en un lugar prominente de la confrontación. El gobierno ha buscado el consenso con las derechas, pero se le ha respondido de la peor manera. Ello debe ser visto como una señal clara de que los grupos dominantes no pueden aceptar siquiera tibias reformas de beneficio social. Esa señal también indica que si desde la Casa Rosada no se los confronta, las derechas están dispuestas a llevarse al gobierno por delante.

Con este horizonte a la vista, el Ejecutivo nacional debiera sostener y reforzar, mirando hacia la sociedad, las políticas sanitarias, con la confianza de que el pueblo las va a respaldar.

La alegría de los millones de vacunados es una muestra de que los terraplanistas pueden ser derrotados, aunque siguen siendo peligrosos, pues tienen grandes cuotas de poder.

Las medidas necesarias de fomento a la dolida economía, con eje en favorecer a los trabajadores y las pymes, deben ponerse por delante. En este rubro, una política más firme de control de precios se torna imprescindible si tenemos en cuenta que la inflación es producto de la puja distributiva y destroza todo esfuerzo estatal de expansión del mercado interno al seguir concentrando la riqueza entre los grandes formadores de precios.

Y, especialmente mientras persistan la pandemia y sus consecuencias, debemos formar parte del gran movimiento mundial por desconocer las deudas de los países pobres y de mediano desarrollo con el Fondo Monetario Internacional y la banca global.

Por otra parte, un gesto de ofensiva que redundaría en gran respaldo popular puede ser la anulación del decreto 949/20 para avanzar en la recuperación de la millonaria renta sobre la navegación del troncal Paraguay - Paraná, y los respectivos puertos ribereños para volcar esos recursos, que hoy se llevan las transnacionales, a recomponer la economía nacional.

Esos apoyos al gobierno no vendrán de modo espontáneo, ni sólo como producto de la gestión. Desde los lugares de trabajo, las barriadas, las ciudades y los pueblos de cada provincia, podemos organizar comités de crisis para impulsar las soluciones de signo popular a nivel local o nacional. Poner en movimiento y en valor la unidad y organización popular y la conjunción de fuerzas y de esfuerzos que llevó a la victoria al Frente de Todxs, es la tarea decisiva de la hora.