Hoy tomo la pluma para saludarte, des-estimado tío Sam, y preguntarte si de verdad te parece que no queremos paz, aunque viendo que tienes un Presidente Nobel de la Paz entiendo que eso de "pis an lov" en tu sistema de creencias es algo inconfesable.

Después de injuriar a nuestro Comandante y denigrar el vientre que le dio origen, has pasado un trazo mortal sobre su presencia en afán infructuoso de opacar su brillo. Y a pesar de que él mismo nos dio el alerta, nos vamos por lo legal e investigaremos… Dime si no somos paz.

Te empeñas en que debemos escuchar orientaciones de obamas, bushes, schapiros, brownfields, rumsfelds, mackeins y uribes, cuando lo que queremos es hacer nuestra propia historia. Aunque hemos ido a elecciones acompañados de ojos internacionales, pateas la mesa si no eres favorecido, entiendo que la inversión es grande y por eso inviertes nuestra Bandera derramando roja sangre sobre el azul cielo estrellado. A veces te da por estamparla en el negativo del negativo.

Inyectas tu odio en marionetas nacionales transfundiéndoles de paso métodos macabros para acabar con seres vivos, pobres principalmente, a menos que quieras causar otro tipo de impacto. Regalas espantosas recetas de golpe de Estado e impávido y frío le das clic a “publicar” escupiendo después sobre la cara inalterable de aquellos que tienen el honor como divisa. Pero seguimos contenidos. Dime si no somos paz.

Nos haces vivir una realidad falseada, pura forma y cero fondo, pero descubrimos tus mecanismos para crear espejismos.

Nos agredes con palabras que recogemos, desdoblamos y redefinimos desde nuestro pensar. Ante cada pinchazo en el alma contamos hasta 10 hasta 100 y hasta mil y en vez de aplicar ojo por ojo medimos consecuencias. Si respondiéramos de manera impulsiva e irracional y repartiéramos mínimo patá y kunfú te dejaríamos agónico. Si actuáramos como gotas, es decir individualmente, se armaría aquí la sampablera. Dime si no somos paz.

Somos paz y tenemos directrices de ése a quien creíste haber borrado del panorama. La principal es la unidad. Actuamos en colectivo, por ello controlamos impulsos y operamos serenamente. Con mucha rabia transmutamos, en la medida de lo posible y es larga esa medida, la rabia en amor.

Pis an lov pues no podrás matarnos a todos. Alcanzar la concreción del proyecto revolucionario implica sujetar bien fuerte al amor para que siga triunfando la paz.

Fuente: http://bit.ly/1nAw1cJ