Los trabajadores de la empresa estatal de correos británica Royal Mail, así como profesores universitarios de Reino Unido, se movilizaron este jueves en una jornada de huelga para reclamar el incremento de los salarios y las pensiones, y el mejoramiento de las condiciones de trabajo.

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Los empleados de correos formaron piquetes a las puertas de las oficinas postales y de entrega de paquetes, así como a las afueras de las universidades y colegios del país. Se estima que más de 100.000 trabajadores del sector apoyaron el paro.

Por su parte, la Unión de Universidades y Colegios (UCU), anunció que más de 70.000 empleados universitarios en 150 universidades fueron a la huelga después de que los miembros del sindicato  votaron sí a la movilización en dos votaciones nacionales históricas.

Así pues, las manifestaciones de los diferentes sectores se llevan a cabo en la misma jornada como resultado de negociaciones mantenidas entre líderes sindicales de distintos gremios, a fin de organizar acciones conjuntas.

Además de este jueves, los plantones tendrán lugar el 25 y el 30 de noviembre, en rechazo a sus sueldos, planes de pensiones y contratos, en el mayor paro convocado de este tipo, que afectará a unos 2.5 millones de estudiantes.

“El personal está agotado, pero están contraatacando y paralizarán todo el sector. Los vicerrectores solo tienen la culpa; su lamentable liderazgo ha llevado a la mayor votación a favor de la huelga en nuestro sector”, puntualizó el  secretario general de la UCU, Jo Grady.

Antes de las protestas, la compañía de correo Royal Mail señaló que había presentando a los sindicatos su mejor oferta en aras de resolver el conflicto, equivalente a un aumento del 9 por ciento del salario durante los próximos 18 meses y con la promesa de desarrollar un nuevo paquete de beneficios para los empleados.

En contraposición, el líder del Sindicato de Trabajadores de la Comunicación (CWU), David Ward, se mostró decepcionado con esa propuesta, que está por debajo del incremento de la inflación. Además, señaló que marca el final de Royal Mail tal como es conocida y su degradación de una institución nacional a una compañía no confiable, al estilo de los Uber.