Reclusos de la Penitenciaría Nacional de Tacumbú, en Asunción, Paraguay, protagonizaron este martes un motín, tomando como rehenes a unas 40 personas, para exigir un encuentro con el ministro de Justicia, Ángel Ramón Barchini, para dilucidar el caso del suboficial Oliver Lezcano, presuntamente asesinado por los internos.

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Según medios locales, como Última Hora, días atrás el ministro había hecho declaraciones sobre la supuesta muerte del suboficial de la Policía Nacional, Oliver Lezcano, a quien los miembros de la organización criminal Clan Rotela habían descuartizado dentro del penal, donde permanecía retenido por sospecha de asesinato.

Los presidiarios se sublevaron y retuvieron a 10 guardias junto a 30 mujeres que habían ingresado al correccional para visitar a sus familiares, prometiendo liberarlos si les permitían hablar con la prensa y revelar que Lezcano no estaba muerto, sino que se había fugado de la cárcel el 27 de septiembre pasado.

Un video facilitado a la prensa por los amotinados muestra a los guardias retenidos y también una grabación en la que aparece el propio Lezcano afirmando que no fue descuartizado, que está vivo y que piensa entregarse a las fuerzas del orden “en cualquier momento”.

Acto seguido, el viceministro de Política Criminal, Rodrigo Nicora, ofreció una entrevista radial en la que admite que Lezcano no había sido asesinado y que realmente se consideraba fugado del penal de Tacumbú, en paradero desconocido: "Tenemos información de inteligencia (…) corroborada de que esta persona se fugó de la Penitenciaría".

Asimismo, Nicora comentó que hasta ahora no poseen "información ni elementos que confirmen la versión de que lo asesinaron dentro del penal. La información con lo que contamos indica que se fugó del penal". También negó que se registrara un motín y que la situación responde a "una intención de comunicar" por parte de los presos.

Por su parte, los presos lograron tomar el control total de la penitenciaría, provocando varios incendios y destacando que si el ministro no acude a la convocatoria o la policía intenta ingresar por la fuerza para reprimirlos, van a desatar una “masacre”.

Mientras tanto, en las zonas aledañas al centro penitenciario, familiares de los reclusos acuden para apoyar a los presidiarios en su exigencia o para tener noticias de ellos.