El expresidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva declaró este miércoles ante la jueza Gabriela Hardt, quien es la nueva encargada de las investigaciones de lavado de dinero en la trama de corrupción denominada "Lava Jato".

El líder del Partido de los Trabajadores (PT) es investigado por presuntamente haberse favorecido con reformas edilicias en una casa quinta de un amigo, financiadas por la empresa constructora Odebrecht.

Lula aseguró que su detención es un "trofeo político de la operación Lava Jato" y que es víctima "del mayor proceso de mentiras que el país ha conocido". Asimismo, denunció que su condena fue una jugada para sacarlo del proceso electoral. "Es imposible que un presidente pueda decidir licitaciones o contratos", aseveró.

En la audiencia, presidida por la jueza Gabriela Hardt, no se le permitió el acceso a los medios de comunicación y duró aproximadamente tres horas, en las cuales el líder del PT denunció ser víctima de una persecución política por parte de la ultraderecha brasileña ahora en el Gobierno.

La defensa de Lula resaltó su inocencia indicando que las propiedades en el balneario de Guarajá en Atibaia no le pertenecen e insistiendo en que las acusaciones que pesan en su contra no son más que un acoso político-judicial.

Mientras se desarrollaba la audiencia, a las afueras del recinto judicial cientos de manifestantes acompañados por dirigentes del PT - entre ellos Fernando Haddad - se congregaron exigiendo la liberación del principal líder político de Brasil.

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