Con la presencia del viceprimer ministro libio, Abdul Rahman Al-Ahirish, el ministro de Exteriores y Cooperación Internacional de ese país, Abdul Hadi Al-Hawaij, y el vicecanciller sirio, Faisal Mekdad, quedó reabierta la sede diplomática de Libia en Damasco, Siria.

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La reapertura de la embajada constituye una muestra de apoyo del Gobierno libio asentado en Tobruk a la gestión y el liderazgo de Bachar al-Ásad al frente de Siria.

Ambos países coincidieron en tener entre las prioridades de sus relaciones diplomáticas, la cooperación mutua en el enfrentamiento a problemas comunes.

Libia enfrenta una crisis derivada de los enfrentamientos internos que se sucedieron a la agresión al país que lideró Estados Unidos en 2011 y que provocó el derrocamiento del líder histórico de esa nación, Muamar el Gadafi.

Actualmente, el país funciona con una dualidad de poderes, expresada en el denominado Gobierno interino, radicado en Tobruk (este del país) junto con el Parlamento, y el nombrado Gobierno de Unidad Nacional, con sede en Trípoli (al noroeste de Libia).

Ambos entes han encontrado respaldo internacional, el de Tobruk por varios países de distintos continentes y el de Trípoli por organismos internacionales como la ONU.   

Recientemente, el Gobierno de Trípoli firmó acuerdos de cooperación militar con Turquía, acción que el ejecutivo de Tobruk ha denunciado como ilegal, por no haber sido ratificado por el Parlamento, lo que desató una escalada en las tensiones que se viven en el país.

Por su parte, tropas sirias y turcas han sostenido enfrentamientos en días recientes, en el marco del conflicto en Siria. Rusia trabaja con ambos gobiernos para dar una salida negociada a las dificultades.