Este jueves en Nueva York, miles de personas tomaron las calles para protestar contra el asesinato de George Floyd y denunciar la violencia de la policía de la ciudad al momento de reprimir las manifestaciones en varias zonas de la urbe estadounidense.

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Cientos de manifestantes se concentraron en las inmediaciones de la residencia del alcalde Bill de Blasio gritando consignas contra el funcionario, quien ha defendido la dureza policial durante las protestas.
 
En la octava jornada de protestas pacíficas, el despliegue policial en la ciudad reprimió a los manifestantes y detuvo  a todos aquellos que se han resistido a dejar la calle con el toque de queda.

 
Los manifestantes recibieron este jueves la entrada del toque de queda al grito de "arriba las manos, no dispares", uno de los lemas que se han escuchado en todas las protestas a lo largo y ancho del país tras el asesinato  con tintes racistas de George Floyd.
 
A media hora de la entrada en vigor del toque de queda, la policía empezó a bloquear a los manifestantes en las calles para proceder a detenerlos.
 
La mayoría de manifestantes blancos se pusieron al frente y, con las manos alzadas, algunos se iban dejando detener por policía. A pesar de que la mayoría de los marchantes no ofrecieron ninguna resistencia mientras gritaban "manos arriba, no dispares", la policía redujo a golpes a algunos de ellos.

 
A pesar del despliegue de la Policía cientos de manifestantes lograron seguir su protesta hacia Times Square y después a Manhattan en total normalidad.
 
En Brooklyn, varias cientos de personas que se reunían para una vigilia de "Black Lives Matter" en el parque McCarren se manifestaron  de forma pacífica.
 
Sin embargo en la zona del Bronx la policía cargó contra los manifestantes , balanceando sus porras y atacando. Docenas de personas fueron arrestados, obligados a sentarse en la calle con las manos esposadas, mientras que una persona fue trasladada en una camilla.
 
Medios locales han reseñado que la fuerte presencia policial ha impedido que se vuelvan a repetir escenas de saqueos y disturbios de principios de semana en Manhattan, donde los establecimientos aún siguen protegiendo sus escaparates con tablones de madera.
 
Este jueves se realizó en la ciudad de Mineápolis, en el estado de Minnesota, el primero de los tres funerales programados para despedir al afroamericano George Floyd, asesinado el pasado 25 de mayo a manos de oficiales de la Policía local.

 
Las exequias iniciaron en el santuario Frank J. Lindquist de la Universidad Central del Norte, en Minnesota, donde el reverendo y activista por los derechos civiles, Al Sharpton, y el abogado de la familia de Floyd, Ben Crump, fueron los principales oradores.
 
Fuera de la institución religiosa se reunieron pacíficamente miles de personas que se mantienen clamando justicia por Floyd, al tiempo que repiten las últimas palabras de la víctima mientras era asfixiado por el policía Derek Chauvin: "¡No puedo respirar!".
 
Las honras fúnebres se trasladarán posteriormente a Raeford, la ciudad natal de Floyd, en el estado de Carolina del Norte, donde se realizará un homenaje público al afroamericano y un acto litúrgico familiar privado.
 
La ciudad de Houston, en el estado de Texas, acogerá los restos mortales de Floyd en una ceremonia que se realizará en la iglesia Fuente de Alabanza.