Dirigidos por una facción criminal, nuevos actos violentos sucedieron en horas de la noche del viernes y las primeras de este sábado en Natal, capital del estado de Rio Grande do Norte, en Brasil.

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Criminales con armas de fuego expulsaron a los residentes de tres casas y luego las incendiaron en el barrio Igapó (norte de Natal) en una ola de violencia que llega a su quinto día consecutivo en ese estado del nordeste brasileño.

De acuerdo con testimonios de testigos, cuatro delincuentes encapuchados y con chalecos antibalas llegaron a la localidad Travessa Marcílio Días y expulsaron a nueve residentes de tres casas. Además, apuntaron a la cabeza de una anciana de 77 años con un arma de fuego y la obligaron a salir de la cama.

"Derribaron la puerta principal y otras de casas que están en un solo terreno. Fue con mucha violencia, amenazando todo el tiempo, sacando a todo el mundo y prendiendo fuego a todo el lugar, gasolina por todas partes. Lo hemos perdido todo", afirmó una residente.

Asismismo, en São Gonçalo do Amarante, en el área metropolitana de Natal, un policía penal fue asesinado en un atentado perpetrado por dos hombres en una motocicleta. Aunque la víctima fue llevada de urgencia al hospital, no resistió las heridas.

La ola de violencia primero tuvo como objetivo edificios gubernamentales, aunque tras los días también se enfocó en agentes de seguridad. El Ministerio Público del estado asevera que los ataques son responsabilidad de líderes criminales privados de libertad y que reaccionan así por la falta de beneficios en las cárceles.

La Secretaría de Seguridad Pública de Rio Grande do Norte ha precisado que, hasta la mañana de este sábado, 104 personas han sido detenidas y que la policía incautó 29 armas de fuego, 87 artefactos explosivos y 23 galones de gasolina, así como motos, autos, dinero, droga y municiones.

En la noche de este viernes, la gobernadora del estado, Fátima Bezerra, visitó varios barrios de la capital para supervisar la labor de los militares. Además, el ejecutivo estadual recibió una llamada del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien reafirmó su apoyo al esfuerzo por restablecer la seguridad.