El desborde de tres ríos luego de torrenciales lluvias en Mocoa, sur de Colombia, el pasado viernes "ya estaba predicho", contó Elimelec Vargas, quien llegó con su familia desplazado por el conflicto armado de más de medio siglo en ese país.

Eivar Gómez, de 43 años y vecino del barrio, cuenta que se sujetó de un árbol tras ver cómo el lodo se tragaba primero la moto en la que intentaba huir y luego a su sobrina, con una bebé en brazos y otra niña en la mano.

"Todo pasó muy rápido, en 20 minutos ya estábamos encerrados y la gente corría de un lado para el otro", agregó antes de partir al cementerio para hallar el cuerpo de su madre o su padre.

"Las corrientes en cualquier momento arrebatan a los niños. Se ven padres de familia llorando porque no saben en dónde están sus hijos”, contó a Semana Orlando Dávila. "El agua arrastraba los carros como si fueran juguetes, varios barrios quedaron cubiertos de lodo, ya parecen playas", enfatizó.

Evaristo Garcés y su familia lograron escapar de la tragedia porque su casa se ubicaba sobre la loma. Al día siguiente intentaron encontrar a sus amigos. Solo observaron a decenas de personas huyendo hacia la montaña.  Algunos iban llorando, llenos de lodo y llevaban en sus hombros lo poco que pudieron rescatar.

Una tragedia que pudo evitarse

La avalancha, que ya suma 210 muertos -según el presidente Juan Manuel Santos-, fue calificada como el peor desastre por embates de la naturaleza en la historia de ese municipio.

Los sobrevivientes destacaron que la tragedia pudo evitarse y revela la responsabilidad del Estado colombiano porque no atendió a los informes levantados en sucesos similares como el ocurrido en Armero en 1985 que se cobró la vida de 25.000 personas.