La enfermedad celíaca es un trastorno intestinal crónico, hereditario, autoinmunitario e incurable, provocado por el daño al revestimiento del intestino delgado tras el consumo de gluten presente en el trigo, la cebada y el centeno.

El intestino dañado no absorbe los componentes necesarios de los alimentos como el hierro, las vitaminas y los nutrientes. 

Cuando una persona con este padecimiento consume alimentos con gluten, su sistema inmunitario reacciona, daña el revestimiento del intestino y desencadena una serie de síntomas que afectan la salud.

Hasta ahora se desconocen las causas que provocan la enfermedad y se sabe que puede manifestarse en cualquier momento de la vida. 

Si no es detectada a tiempo durante la infancia, puede presentarse complicaciones como desnutrición, talla baja, irritabilidad, bajo rendimiento escolar, enfermedades endocrinas, renales, dermatológicas, digestivas, cardiovasculares, pulmonares o neurológicas e, incluso, adenocarcinomas del intestino o cáncer intestinal.

Aunque la enfermedad no tiene cura, los síntomas desaparecen al seguir una dieta libre de gluten de por vida. El paciente no debe consumir alimentos ni bebidas que contengan trigo, centeno o cebada.

Asimismo, un cambio en el estilo de vida y un adecuado plan alimentario, acompañado de un especialista, mejora considerablemente la condición del paciente. 

Estudios han demostrado que la incidencia de la enfermedad celíaca se ha quintuplicado en los últimos 25 años. Europa y Estados Unidos son las dos regiones con mayor prevalencia (hasta el 1 por ciento de su población total). 

El tiempo entre la aparición de los primeros síntomas y el diagnóstico de la celiaquía puede ser de siete años y ocurre en uno de cada siete casos.