El presidente de Irán, Hasan Rouhani, subrayó que la República Islámica ayuda a destruir al autodenominado Estado Islámico (Daesh, en árabe), y ha desempeñado un papel crucial a la hora de devolver la estabilidad y la seguridad a la región del Oriente Medio.

En su discurso, a propósito de los 100 días de mandato como presidente en su segundo período, resaltó que la política exterior de la República Islámica es una “interacción digna” con todo mundo, por lo cual mantiene buenos lazos diplomáticos con la mayoría de los países de la región y fuera de ella.

Sin embargo, Rouhani mencionó las tensiones con algunos Estados como Arabia Saudita, que agrava los problemas por dos razones.

"En primer lugar, quiere solapar sus fracasos en la región, por ejemplo, en Catar, Irak, Siria y recientemente en El Líbano", indica el titular iraní aludiendo a que la renuncia del primer ministro libanés, Saad Hariri, bajo la posible coacción de los Al Saud ha quedado sin efecto.

Las hostilidades de Riad contra Teherán se deben, en segundo lugar, a los “graves problemas internos” del país árabe, por lo que busca un enemigo común al que acusar de sus problemas.

Recientemente, el príncipe saudita Mohammed bin Salman calificó al líder religioso superior de Irán, el ayatolá Ali Hamnei, como "el nuevo Hitler del Medio Oriente", lo que provocó nuevas tensiones entre los dos países.

Además, Hariri renunció como primer ministro libanés con el argumento de que tiene miedo por su vida debido a la influencia de Hezbolá en el Líbano, el grupo militante que Teherán apoya.