Mientras las fuerzas antiterroristas de Iraq combaten con el autodenominado Estado Islámico (Daesh, en árabe), para recuperar el control de la ciudad de Mosul, los civiles temen por la escasez de comida que los afecta.

"No sé qué pasará cuando se acabe. Quedamos en manos de Dios", lamenta una mujer que junto a sus tres hijos y su esposo forma parte de los habitantes de los barrios donde las tropas gubernamentales tratan de expulsar a los terroristas y los combates dejan estragos.

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De acuerdo con las Naciones Unidas, con la ofensiva militar en este bastión del Daesh desde 2014 unas 200 mil personas abandonarían el lugar, sin embargo, solo han huido 70 mil desde el inicio de la ofensiva militar el pasado 17 de octubre.

El resto se mantiene agobiado por el miedo de morir en medio de estos combates o de hambre.

"Tengo mucho miedo por mis tres hijos", dijo la mujer, quien además dijo que ya tres proyectiles de mortero han alcanzado el tejado de su casa.

También la electricidad ha sido cortada y el agua potable comienza a agotarse. El servicio del gas, necesario para calentar por las noches las casas, es deficiente.

El abastecimiento de víveres no es posible, deben esperar los sacos de pan y paquetes de agua que las unidades élites iraquíes entregan esporádicamente. Mientras que la ONU solo ha logrado entregar alimentos a unas 37 mil personas, una ayuda que resulta insuficiente.

Desde el jueves entró en vigor un toque de queda en los barrios de Mosul bajo su control, mientras realizan las labores para diferenciar a los civiles de terroristas.