La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) alertó la alarmante disminución en las últimas dos décadas del número de población del Elefante Africano, durante la décimo séptima reunión de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (Cites), en Johannesburgo, Sudáfrica.

La caída en el número de población de esta especie se debe a la caza furtiva, sostiene el informe sobre la Situación del Elefante Africano.

El número total de ejemplares de esta especie en el continente madre era en 2015 de 415 mil ejemplares, unos 111 mil menos de los que se contabilizaron en el año 2006.

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Los elefantes son animales realmente majestuosos, inteligentes y con emociones. Agrupaciones ecológicas afirmaron que los elefantes africanos están en serio peligro de extinción y si la caza sigue como en los últimos años, en una década podrían ser considerados como una especie totalmente condenada a desaparecer.

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— CITES (@CITES) 26 de septiembre de 2016

La destrucción del hábitat en el que viven estos animales es otro de los factores que ha llevado al descenso de la población en el continente, que padece los niveles más altos de caza furtiva desde la década de 1980.

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África Oriental alberga alrededor de 20 por ciento de la población de estos animales en el continente, es la región más afectada por la caza ilegal para extraer a los animales el preciado marfil de sus colmillos.

A inicios del siglo XX habían en el mundo más de diez millones de elefantes y actualmente esa cifra llega a 325 mil, un declive tan grave que los expertos ya se refieren a ellos como dinosaurios vivientes.

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Cada 15 minutos un cazador asesina a un elefante y no todos los Gobiernos protegen a esta especie, haciendo incluso legal su matanza, por lo que las organizaciones dedicadas a su conservación hacen grandes esfuerzos para conservarlos.

En este contexto, la legalización del comercio de marfil es una de las cuestiones centrales que trató la Cites, en la que delegados de los 182 países firmantes votaron un total de 62 propuestas para cambiar las regulaciones existentes sobre otras tantas especies amenazadas.

Sus detractores creen que la legalización disparará la demanda y permitirá a las mafias vender como legales colmillos obtenidos clandestinamente.