Terapeutas sugieren que las compras compulsivas son semejantes a la adicción a las drogas, el alcohol o a ciertos alimentos. Incluso, aquellos que no son diagnosticados con este trastorno pueden experimentar sensaciones similares, de allí que al comprador ocasional se le hace difícil manejar el autocontrol frente a una caja registradora. 

“La mayoría de nuestras decisiones para comprar algo se hacen al instante", explicó Keonyoung Oh, profesor asociado de la Universidad Estatal de Nueva York Buffalo, quien estudia las ondas cerebrales que siguen los picos emocionales. 

Cuando una persona compra se siente bien y ocurre una ola de emoción positiva. No obstante, al igual que ocurre a un drogadicto o alcohólico y luego aparecen intensos sentimientos de culpa, manifestó Kit Yarrow, psicólogo del consumidor en San Francisco (EE.UU.).

Al entrar a una tienda, el cerebro produce mayor cantidad de dopamina, un neurotransmisor que hace que el comprador se sienta bien. “Comprar es como una búsqueda de tesoros", agrega Darren Bridger, consultor de Neurostrata en Londres.

Si bien es cierto, la mayoría no son realmente adictos a las compras, sino al proceso que puede llegar a convertirse en un hábito difícil de romper tal y como sucede con los adictos al alcohol, las drogas o alimentos Angela Wurtzel, terapeuta que trabaja con compradores compulsivos en Santa Bárbara, California. "Todo el proceso comienza cuando estás deseando que suceda - no es tan diferente de pensar en tomar una copa".