Los ataques ocurridos en París y San Bernardino no activaron una ruptura con la cultura de las armas en Estados Unidos (EE.UU.), al contrario, lograron que los estadounidenses, decididos a protegerse antes de que se regule más su venta, salgan a comprar más.

Tras el ataque perpetrado por una pareja en San Bernardino (California, oeste de EE.UU.) el pasado 2 de diciembre, las ventas de armas en el centro de tiro RTSP en Nueva Jersey (noreste del país) aumentaron un 50 por ciento, según Rick Friedman, uno de sus socios.

De acuerdo al observatorio independiente Small Arms Survey, actualmente 270 millones de armas están en circulación en Estados Unidos, para una población de cerca de 322 millones de habitantes.

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“Hubo un repunte después de París y, después de San Bernardino, un aumento mayor todavía”, dijo Friedman en el local de uno de los centros RTSP más grandes del noreste del país: 21 campos de tiro en tres mil 500 metros cuadrados de instalaciones.

Por su parte, las ventas en Caso’s Gun-A-Rama, otro centro en Nueva Jersey, también han aumentado. Su gerente Lisa Caso atribuye esta tendencia al discurso de varios políticos que piden un endurecimiento de la legislación que regula la venta de armas.

“Esa es la razón por la que todo el mundo está en pánico”, aseguró.

Según la Agencia Federal encargada del control de alcohol, tabaco y armas de fuego (ATF, por su sigla en inglés), la cantidad de armas de fuego fabricadas en Estados Unidos se cuadruplicó entre 1998 y 2013.

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