“Juegos Olímpicos vs. Escándalos”

© Por Pablo Virgili Benitez

Twitter: @VirgiliPablo

La clavadista brasileña Ingrid de Oliveira parece ser la protagonista del mayor escándalo de estos Juegos Olímpicos Rio 2016, esta vez con tinte sexual. La atleta carioca de 20 años fue expulsada de los Juegos por violar las "normas internas" de la villa olímpica, tras presuntamente usar su dormitorio para tener relaciones sexuales con su compatriota y también atleta, el remero Pedro Gonçalves. Ingrid le pidió a su compañera de dupla y de habitación que saliera del cuarto para tener sexo con el remero Gonçalves, cosa que a Giovanna Pedrosa le pareció incorrecto y le fue a avisar a las autoridades del Comité Olímpico Brasileño que resolvió expulsar a de Oliveira de las competencias y de la villa olímpica por considerar el hecho una falta de disciplina grave. La verdad que cuando nos queremos poner drásticos se nos va la mano, la decisión del Comité Olímpico Brasileño se fue a los extremos, _y todos los extremos son malos_, ni que la chica hubiera cometido un delito de lesa humanidad o un asesinato en la villa olímpica, solo intentaba satisfacer sus necesidades fisiológicas, normales en un ser humano adulto; sí es verdad que su conducta fue sumamente antideportiva, pero de ahí a ser causa de expulsión de las competencias son palabras mayores. Y para colmo de males Gonçalves no tuvo el mismo castigo de la Federación Olímpica brasileña, lo que ha destapado una serie de críticas por parte de la prensa del país que considera a la decisión como una franca discriminación contra la mujer y muestra de machismo, y yo concuerdo con ellos o pagan todos justos por pecadores o no sancionan a nadie.

Pero este no ha sido el único escándalo de los Juegos de Rio, más notable ha sido la indisciplina del público asistente a los distintos eventos que la de cualquier atleta. Los abucheos ya son parte de la fiesta del deporte.

Los jueces de la natación en el complejo de piscinas tuvieron que hacer una incesante labor para lograr el silencio en el lugar y favorecer la concentración de los atletas, el vocerío en la piscina era insoportable. Lo mismo sucedió con los encuentros de voleibol de sala, principalmente en los que jugaba el equipo local, cada vez que los contrarios sacaban la bola el griterío era estrepitoso. Pero el más renombrado de todos los gritos ha sido el que le sucedió al pertiguista francés Renaud Lavillenie que había perdido el oro ante el atleta brasileño Thiago Braz da Silva, cuando le colgaron su medalla de plata en la premiación se vino abajo el estadio al ritmo de buuuu y el día anterior en el trascurso de la competencia le sucedió lo mismo. Ni mencionar lo que le ocurrió al presidente interino del país Michel Temer en la inauguración de los Juegos que al compás de la zamba los más de 60 mil espectadores en el Maracaná lo abuchearon como si fuera el director de un circo y ya desistió por esta causa de asistir a la clausura de los Juegos.

Al respecto de este tema un destacado periodista deportivo brasileño ha dicho de la actitud de sus conciudadanos en los estadios:

“En otras sedes olímpicas han aplaudido al local en los encuentros, pero abuchear al contrario es inaceptable, es una muestra de falta de educación por parte de nosotros los brasileños”.

Y la verdad que sí es una muestra grave de falta de educación por parte del público brasileño el abuchear y burlarse de los atletas de otros países distinto al suyo, su actitud deja mucho que desear y ha empañado a los Juegos que hasta ahora habían organizado muy bien. 

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