"El ataque al bombardero Su-24 traerá consigo trágicas consecuencias para las relaciones entre Turquía y Rusia" fueron las primeras palabras públicas del presidente ruso Vladimir Putin tras conocer el derribo de un avión de guerra de su país que estaba en Siria cumpliendo tareas de combate frente al autodenominado Estado Islámico, antes llamado ISIS. Luego, Putin amplió que “el avión no violó el espacio aéreo. Es un ataque que nos dieron en la espalda los cómplices del terrorismo".

La situación es por demás compleja: el Papa Francisco viene alertando, desde hace años, de que nos encontramos ante el peligro de la Tercera Guerra Mundial “en partes”. En esa estrategia de desestabilización global, el grupo ISIS ha cumplido un papel particular: financiado por grandes potencias en sus inicios, actualmente desarrolla un combate frontal contra el gobierno de Al Assad en Siria, contando con importantes recursos económicos. Pero además en las últimas semanas realizó minuciosos ataques a París y Moscú, que acentuaron el combate aéreo a la ciudad de Raqqa por parte de Hollande y Putin.

Se estima que, entre la venta de petróleo de contrabando a Turquía y el cobro de impuestos a unos 8 millones de habitantes del territorio que manejan entre Siria e Irak, el grupo terrorista tiene unos ingresos de mil millones de dólares anuales. Todo ello, claro, sin contar la “colaboración” de unos 40 países alrededor del mundo, que según los servicios de inteligencia rusos, continúan dándole dinero. Por ello el propio Putin denunció, ante el G20, que países de este propio grupo seguían brindándole un encubierto apoyo.

Ahora bien, la hostilidad de Turquía con Rusia demuestra que algunos países han decidido ir un paso más allá, haciendo visible su apoyo al grupo extremista. Ya no sólo le compran el petróleo a ISIS, sino que ahora actúan por él en el mismo escenario de combate. Toda una toma de posición. Por ello Putin terminó su alocución con un "¿Quieren poner la OTAN al servicio del Estado Islámico?”, en una pregunta que deberá responder el conjunto de la comunidad internacional para evitar una escalada.

La situación es por demás peligrosa: ahora Rusia deberá definir los pasos a seguir frente al propio Erdogan, con el cual Putin tenía una bilateral agendada para mediados de diciembre. Por supuesto, la cita se levantará y Moscú deberá evaluar en su Consejo de Seguridad los pasos a seguir. ¿Qué hará EEUU en ese contexto? Esa es la pregunta crucial a esta hora. Meses atrás, el vocero del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Ned Price, había afirmado en un comunicado que “Estados Unidos seguirá estando del lado del gobierno turco y su pueblo a medida que luchamos juntos contra el flagelo del terrorismo”. En concreto: tras el atentado al Su-24, ¿continuará el gobierno norteamericano intentando mostrarse equidistante ante los hechos de gravedad que aquí se describen?

Cuesta creer, a esta altura de los hechos, que Erdogan esté combatiendo al terrorismo. Más bien, a juzgar por lo acontecido ayer, ha actuado en sentido contrario. La decisión que tome Rusia en relación a estos hechos, y el acompañamiento (o no) que realice el gobierno de Barack Obama serán vitales para comprender los pasos que siguen. Se trata, ni más ni menos, que de la “atmósfera de Tercera Guerra Mundial” de la que habló Francisco meses atrás.

En ese contexto, cada país y cada líder debe dar cuenta de lo hecho con anterioridad, de forma tal de realizar esfuerzos (de conjunto) para evitar que esta situación siga escalando. El paso número uno deberá ser el de cortar todas las fuentes de financiamiento -ilegítimo- con el que cuenta Estado Islámico, a fin de evitar que su amenaza continue avanzando. El segundo, que Obama defina con claridad que rol jugará EEUU ante estos sucesos, y si verdaderamente quiere confrontar con estos grupos que siembran el terror internacional.

Fuente: Tiempo Argentino http://tiempo.infonews.com/nota/196485/erdogan-versus-putin