El restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos (EE.UU.) arriba este martes a su quinto aniversario, cuando la escalada agresiva del Gobierno de Donald Trump sobre la isla puede determinar la continuidad de los nexos bilaterales.

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El pasado domingo, el director general para EE.UU. de la Cancillería cubana, Carlos Fernández de Cossío, afirmó que el Gobierno de su país está listo para una eventual ruptura de relaciones diplomáticas con Washington, pero “no la deseamos”.

De acuerdo con el diplomático, después de meses de tensiones entre ambas naciones, “debemos estar conscientes de que esto puede agravarse aún más”, pues “las personas que tienen a su cargo hoy la política de EE.UU. hacia el hemisferio occidental son personas con conductas y postulaciones muy extremas y agresivas hacia nuestro país”.

“Nos consta que el empeño de ellos es romper todos los lazos existentes, cerrar las embajadas”, reabiertas en 2015 cuando La Habana y Washington restablecieron las relaciones diplomáticas que, según Fernández de Cossío, ahora están “en un punto muy bajo”.

Desde el 17 de diciembre de 2014, cuando los entonces presidentes de EE.UU. y Cuba, Barack Obama y Raúl Castro, respectivamente, anunciaron el acercamiento entre los gobiernos de ambos países, el balance de las relaciones resulta contradictorio.

Tras más de cincuenta años de alejamiento -las relaciones fueron interrumpidas en 1961- los dos primeros años resultaron positivos, marcados por las facilidades de viaje y de comercio entre los países vecinos y la apertura de comunicación telefónica directa, así como la visita de Obama a La Habana.

Sin embargo, al llegar Donald Trump a la Casa Blanca, la relación recuperó viejas tensiones y añadió algunas nuevas. “Durante los últimos tres años ha habido una erosión progresiva, hasta que hemos llegado al momento actual, en el que el Gobierno de EE.UU. claramente declara su propósito agresivo contra Cuba”, explicó el diplomático.

Asimismo, manifestó que resulta muy difícil pensar en un progreso sostenible a favor de la relación bilateral mientras Washington mantenga el bloqueo, vigente desde 1962 o adopte medidas como empeñarse en privar a Cuba “del suministro de combustible o perseguir la cooperación médica internacional (...) un extremo al que ningún Gobierno estadounidense anterior había llegado”.

Suspensión de los servicios consulares

El 29 de septiembre del 2017, Washington anunció su voluntad de reducir a más de la mitad su personal diplomático en Cuba, lo que acarreó la cancelación, por tiempo indefinido, de la tramitación de visas para cubanos.

Todo ello acompañado de una advertencia a los ciudadanos estadounidenses sobre los peligros que podían correr en caso de visitar la isla. Posteriormente, el 3 de octubre del mismo año, la administración Trump  ordenó la reducción del personal diplomático cubano en EE.UU.

Prohibición de viajes a la Isla

En abril de 2018, el Gobierno de Trump prohibió a  los estadounidenses viajes individuales al país caribeño, medida que desde el 5 de junio pasado fue arreciada por el Departamento del Tesoro, incluyendo los "viajes educativos grupales", una de las contadas categorías con las que los ciudadanos de ese país podían llegar legalmente a Cuba.

Por otra parte, se prohibieron los viajes de barcos de pasajeros, buques recreativos y aeronaves privadas desde la nación norteña a la Isla del Caribe, con el objetivo de minar el florecimiento turístico que vivía el país antillano. El 10 de diciembre pasado entró en vigor una proscripción a los vuelos al interior de Cuba.

Multas a barcos que transportan petróleo

El Gobierno estadounidense posee una lista unilateral de entidades sancionadas en la cual ha incluido, en varias ocasiones, a buques que transportan crudo venezolano a Cuba. 

Entidades financieras como bancos y compañías de diversos sectores también han sido blanco de sanciones y multas millonarias por violar el bloqueo estadounidense contra la isla.

Restricción de exportaciones

EE.UU. restringió aún más en octubre pasado las exportaciones y reexportaciones de bienes hacia Cuba, con medidas como el establecimiento de una política general de denegación de licencias para el arrendamiento de aeronaves a aerolíneas estatales cubanas, las cuales, junto a las embarcaciones, tampoco serán elegibles para la excepción de licencias si son utilizadas en modalidad de chárter o arrendadas a un “Estado Patrocinador del Terrorismo”.

Asimismo, impuso la denegación de cualquier reexportación de artículos extranjeros que contengan más de un 10 por ciento de componentes estadounidenses y revisó la Excepción de Licencia “Apoyo al Pueblo Cubano”, para que no se puedan realizar determinadas donaciones al Gobierno de Cuba.

Inclusión en lista de Tráfico de Personas

En el informe de 2019 sobre los países que no hacen lo suficiente para combatir el tráfico de personas, la Administración Trump incluyó a Cuba, aduciendo que “el Gobierno no tomó medidas para enfrentar el trabajo bajo coacción en el programa de misiones médicas en el extranjero”. 

Sin embargo, el presidente Miguel Díaz-Canel denunció la calumnia de EE.UU. que ataca a la colaboración médica cubana y puede llevar a la imposición de medidas coercitivas.

Reactivación de Ley Helms-Burton

La Adiministración Trump decidió activar, por primera vez en la historia, una medida que permitirá reclamar ante cortes estadounidenses propiedades nacionalizadas por la Revolución Cubana. Los Títulos III y IV de la ley Helms-Burton, fueron suspendidos por todos los presidentes desde la aprobación de la norma, en 1996.

El cambio de política abrió la puerta a demandas en EE.UU. contra empresas de todo el mundo, pues permite a los estadounidenses, incluidos los cubanos nacionalizados, demandar a las compañías que supuestamente se benefician de propiedades en Cuba que eran suyas o de su familia anteriormente.