El conflicto entre la coalición liderada por Arabia Saudita, el Gobierno yemení y el movimiento Ansar-Allah, denominado “hutí”, estalló en marzo de 2015 y desde entonces, más de 12.000 personas han perdido la vida.

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Otros 4 millones de personas han tenido que abandonar sus hogares a causa de los combates y bombardeos.

Hoy día, unos 24 millones de personas, el 80 por ciento de la población, requiere de ayuda, convirtiendo esta crisis humanitaria en la de mayor envergadura en el mundo.

El conflicto de Yemen inició cuando los rebeldes hutíes, atacaron la capital Saná y expulsaron al presidente. Desde entonces, las fuerzas gubernamentales combaten con el apoyo de una coalición internacional liderada por Arabia Saudita.

Esto ha llevado a que gran parte de la población de Yemen viva en zonas controladas por los insurgentes. En la guerra que atraviesa el país, más de 130.000 personas han perdido la vida.

Todo ello derivó desde el 2011, cuando un levantamiento obligó al presidente Ali Abdullah Saleh a entregar el poder al vicepresidente Abd Rabbu Mansour Hadi.

Se esperaba que dicha transición llevara al país a la estabilidad, pero fracasó y desembocó en una compleja lucha de poder entre los simpatizantes de Saleh, el movimiento rebelde de los hutíes y los aliados de Hadi.

Saleh, quien había gobernado Yemen por más de 30 años, se alió a los hutíes para expulsar a Hadi de la capital.

Desde el 2014, los hutíes junto a Saleh ejercían el control sobre la capital, sin embargo, dicha alianza se derrumbó y terminó con la muerte de Saleh.

La situación no mejora

Desde entonces, han transcurrido seis años y la crisis humanitaria todavía es la más grande en el mundo. Millones de yemeníes siguen huyendo y padeciendo hambruna.

Yemen, hoy día, es un país devastado, con servicios de salud casi inexistentes y poca comida. Se ha convertido en uno de los países más pobres de Oriente Medio, lleno de inseguridad, violencia, desplazamientos y muertes.

Quienes corren con la peor parte es la población civil, pues, la mayoría de ellos requieren de ayuda humanitaria para sobrevivir.

Quienes han abandonado sus hogares son los que se encuentran bajo mayor riesgo, pues, están lejos de casa y con dificultad para cubrir sus necesidades más básicas.

Unos 7,4 millones de personas sufren de desnutrición, entre ellos, 2 millones de niñas y niños.