I

Luego de los Acuerdos en la Habana en 2016, se observa el enigma de una Paz inconclusa. Cuando las FARC y el ELN bajaron las armas, el uribismo y el paramilitarismo remitieron la Guerra. Según Indepaz, entre los años 2016 y 2022 han sido asesinados 1.743 líderes sociales, de los cuales la mitad eran firmantes de los Acuerdos de Paz para volver a la vida civil o integrarse a la vida política en Colombia, pero fueron traicionados.

II

Menester de la persecución permanente contra exintegrantes de los grupos armados, dichas organizaciones pactaron con grupos paramilitares de la frontera mutando en organizaciones criminales como Los Rastrojos, Los Urabeños, El Tren de Aragua, la Línea y el Paisa, que descuartizan y asesinan a miles de colombianos diariamente. Estas son consecuencias directas de una Paz frustrada.

III

El resultado de 60 años de conflicto armado ha generado la degradación material y moral de las Fuerzas Armadas colombianas con la pérdida en combate de 6.000 soldados y el señalamiento de 600 soldados por casos de violación de género entre 2016 y 2022. Además, la BBC añade 118 casos de abuso sexual a niñas indígenas en los últimos cuatro años.  Colombia no cuenta con una Fuerza Armada técnicamente preparada para revivir la escalada de un conflicto armado. Las ocho bases militares norteamericanas existentes en el territorio solo han servido para cometer violaciones de DD.HH. en la nación neogranadina.

IV

En 2005, el líder de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez, expulsó a la DEA de Venezuela, afirmando que el organismo apoyaba al narcotráfico en lugar de combatirlo. Dicha medida rompió el cerco de control de drogas de Estados Unidos sobre el territorio venezolano. Durante las dos décadas que dicho organismo operó en el país no se registraron captura de capos ni personas vinculadas en mayor o menor medida a organizaciones internacionales del narcotráfico. Desde la fecha se ha logrado capturar a más de 110 capos en el territorio. Entre estos destacan el italiano Genco Fara Vito, acusado de ser uno de los integrantes de la mafia siciliana “Cosa Nostra”, y los colombianos Daniel “El Loco” Barrera y Hermágoras González Polanco, alias “El Gordito González”. El Estado Venezolano ha jugado un papel fundamental en el control estructural del narcotráfico en la región.

V

Con la llegada del presidente Petro al Gobierno y la estabilización de las relaciones diplomáticas, se abre el paso de nuevos retos para ambos Gobiernos. Las Fuerzas de Seguridad colombianas requieren el apoyo estructural de las Fuerzas de Seguridad venezolanas para combatir a las desidias del paramilitarismo y el presidente Maduro se ha comprometido a hacerlo. La FANB debe apoyar con aprestos operacionales al Ejército colombiano y crear un plan en conjunto para acabar con la amenaza de grupos criminales en ambas naciones.